miércoles, 19 de junio de 2013

Piar, guerrero de mar y tierra (Portada)


MANUEL PIAR
Guerreo de mar y tierra Américo Fernández 2001
I.S.RN.: 9080-6482-13-1
Depósito Legal: lf 08520019001812
Diseño de portada: José Gallegos
Diagramación e impresión:
Tipografía y Litografía Horizonte C.A. Barquisimeto - Estado Lara - Venezuela
Primera Edición
Tiraje: 500 ejemplares
Derechos Reservados.
Prohibida la reproducción parcial o total sin autorización del autor.
Impreso en Venezuela - Printed in Venezuela

domingo, 16 de junio de 2013

CAPITULO I / Natalicio de Manuel Piar


Ciudad deWilemstad donde nació Piar

Su madre de origen holandés y de ascendencia italiana su padre -  Educación – Matrimonio con María Marta Boom– Primer contacto con Venezuela – Versiones sobre su origen – La tríada Gual-España-Piar – Allanamiento de la casa de su madre.


            Piar nació en la ciudad de Willemstad y recibió las aguas lustrales con el nombre de Manuel María Francisco, hijo de María Isabel Gómez y  de Fernando Piar Lottyn.  Manuel por su abuelo materno, María por su madre y Francisco por haber nacido (probablemente) el 2 de abril, día de San Francisco de Paula.  El bautizo tuvo lugar  el 28 de abril de 1774 en la iglesia Santa Ana de Curazao y sirvieron de padrinos el reverendo padre Juan Antonio de Aquino y Juana Paulina Gómez.
           
            El acta o fe de bautismo, escrita en latín, y la cual se halla en el Archivo Nacional de Holanda, en los libros de bautismos referentes a Curazao, Aruba y Bonaire, año 1774,  fue hallada por el padre franciscano holandés William Brada.

            El segundo nombre Carlos, con el cual la posteridad a veces lo señala, sólo aparece usado inexplicablemente en un momento solemne de su vida, cual fue el de su matrimonio con María Martha Boom, celebrado a la edad de 24 años en el castillo de Amstedam (Curazao) el 8 de abril de 1798.  De esa unión nació María Elizabeta, nacida el 16 de diciembre de 1798, según partida de bautizo extendida el 6 de abril de 1817 por Jak Muller, presidente de la parroquia luterana.   Ni antes ni después, aparece Piar con el nombre de Carlos.

            La madre de Piar, mulata y partera era también de Curazao, hija de Manuel Gómez y Juana Quemp.  Contrajo matrimonio en primeras nupcias con Fernando Piar con quien, además de Manuel, tuvo otros dos  hijos, Felipe y Juana.  Posteriormente a la muerte de Piar se casó con Pedro Colomba, con el cual tuvo otros tres hijos (Gregoria, Soledad y Francisco).  Después del fusilamiento de Piar, el Libertador concedió el 28 de mayo de 1827 una pensión mensual de treinta pesos a María Isabel y posteriormente el Congreso de la República de Venezuela estableció en las leyes de presupuesto de los años 1835 y 1836 una partida de 360 pesos anuales “por se madre de Manuel Piar, quien sirvió a la República hasta su muerte y fue General en Jefe”.  La madre de Piar murió en Caracas el 6 de septiembre de 1836.

Fernando Piar Lottyn, padre de Manuel Piar, según investigación del cronista guaireño David W. Fernández, era capitán de la marina mercante, con negocios en Curazao y La Guaira.  Hijo de Felipe Piar Lacoli y Juana María Lottyn de Santiago, de ascendencia italiana y oriundos de Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias).

La infancia de Manuel Piar transcurrió en el barrio Otrabanda, en Willemstand, zona habitada por los sectores  pobres de la ciudad.  Su primer lugar de juego fue el RIF, donde azotaban y castigaban a los esclavos que aún en su infancia continuaba llegando cautivos desde Africa.

            El primer contacto de Piar con Venezuela fue por el puerto de La Guaira, a la edad de diez años, cuando lo trajo su madre, quien se residenció allí no sólo para servirle de puente a su marido en los negocios, sino buscando mejores perspectivas  para su oficio de partera.

            En La Guaira, con las limitaciones impuestas por la sociedad colonial a quienes no eran blancos puros, Manuel Piar terminó de educarse y formarse llegando a dominar, además del holandés y el  papamiento de su isla natal, el español, el francés y el inglés.

            Podía Piar fácilmente pasar por blanco porque su padre en realidad lo era y, había heredado marcadamente sus características genéticas, incluyendo modales, el color blanco de su piel y los ojos azules. De allí que muchos no creyesen que su madre fuese parda o mulata y  dieran pábulo a la versión según la cual Piar descendía de padre y madre aristócratas.

            Pero esa versión o conseja se quedó en leyenda, aún cuando historiadores hubo quienes se empeñaron en hacerla verdad en detrimento de la sangre de la raza negra o aborigen.

            Efectivamente, en torno al origen de Piar de tejió esa leyenda que lo hacía provenir de la unión clandestina de un príncipe portugués de la Casa de Braganza llamado Carlos, de paso por Caracas, y una mantuana caraqueña de la familia Jerez Aristeguieta, de nombre Soledad.

            Esta versión afloró públicamente durante el proceso seguido a Piar en Angostura por el Consejo de la Guerra. Se dijo entonces que de su equipaje y archivo, decomisado y requisados, desapareció su árbol genealógico en el que aparecía como descendiente de un príncipe de Portugal.  Sin embargo, su defensor el Teniente coronel Fernando Galindo dio  a entender que se trataba de una invención de sus enemigos. “¿Quién dudará – dice Galindo en su escrito de defensa- que la falta del árbol genealógico que se dice haber sido encontrado en sus papeles, y en el que se le hace descender de un Príncipe de Portugal, es una invención forjada por sus enemigos?”.

            En su proclama dirigida a los pueblos de Venezuela, desde el Cuartel General de Guayana, 5 de agosto de 1817, Bolívar le da un trato despiadado al asunto tratando de justificar la condena y ejecución del héroe de Chirica:            

            “El general Piar no desea la  preponderancia de un color que aborrece y que siempre ha despreciado como es constante por su conducta y documentos. El general Piar ha tenido como un timbre la genealogía de su padre y ha llevado su impudencia hasta el punto de pretender no sólo ser noble, sino aun descendiente de un príncipe de Portugal, entre sus papeles existe este documento.”

            En otro párrafo más atrás había comentado lo siguiente:
            “Engreído el general Piar de pertenecer a una familia noble de Tenerife, negaba desde sus primeros años, ¡Que horrible! Negaba conocer el infeliz seno que había llevado ese aborto en sus entrañas. Tan nefasto en su desnaturalizada ingratitud ultrajaba a la misma madre de quien había recibido la vida por el sólo motivo de no ser aquella respetable mujer del color claro que había heredado de su padre. Quien no supo amar, respetar y servir a los autores de sus días no podía someterse al deber de ciudadanos y menos aun al más riguroso de todos, al militar”

            Lo cierto es que esta “invención” llegó a tomar fuerza y visos  de verdad, aun sin soporte documental en 1874, cuando la demolición de los conventos de Caracas. Entonces se dijo que en  los archivos de las monjas de la Concepción se había hallado la partida de nacimiento de Piar. Historiógrafos y otros escritores, entre ellos, el prelado José María Arroyo y Niño, Pesquera Vallenilla, Vergara y Velasco, Julio Calcaño, Laureano Villanueva, Ángel Núñez y Lino Duarte Level se ocuparon del asunto del que después se hizo eco de manera apasionada, Bartolomé Tavera Acosta, en sus Anales de Guayana. Lo más curioso es que esta partida de nacimiento, al igual que el documento del árbol genealógico, nunca apareció ni nadie dijo haberlo visto.

            Lo que más fuerza histórica le otorga a la versión según la cual Piar desciende de un príncipe Portugués es el folleto titulado “Nacimiento y educación del general Manuel Piar” escrito por el Obispo de Guayana, doctor José Manuel Arroyo y Niño, y en el cual afirma que este patriota nació en Caracas, en el Convento de las Monjas Concepciones, por los años 1777 y 1778, en donde fue bautizado, y que fueron sus padres el príncipe don Carlos de Braganza y doña Soledad Jerez Aristiguieta, dama de la alta sociedad caraqueña.

            José Manuel Arroyo y Niño, nativo de Carora, ejerció el obispado de Guayana desde 1857 hasta 1884 (27 años) y su texto sobre Piar lo apoya, según Tavera Acosta, en un manuscrito que le entregó el prócer Antonio Padilla Urbaneja.

            El historiador guayanés, general Lino Duarte Level, quien fue Secretario General del Presidente de la República Antonio Guzmán Blanco, al dedicar un capítulo en su “Historia Patria” a la casa de los Aristeguieta, dice que era el centro social de Caracas y que allí sólo tenía entrada sangre muy limpia y la ocupación muy noble y gallarda. “Por aquellos salones –agrega- sólo desfilaron altos personajes. Comensal asiduo fue el Marques de la Torre, el Coronel de Agüero y, ahora para el 1776, el coronel Unzaga que llevaba en Caracas vida regalada y daba el tono de moda junto con los jóvenes de la época.

Para entonces la tertulia de la casa la componían María Antonia, Mercedes, Rosa y Begonia (hermana Jerez Aristeguieta) a quienes se juntaba una prima llamada Soledad, cuyo genio alegre y divertido animaba la casa. Como la familia Herrera era íntima de las Aristeguieta se consideraba don Marcos Rivas como de la casa por estar casado con doña Petronila Herrera.

            “Era don Marcos entrado en años y padre de once hijos, de los cuales el postrero fue el General José Félix Rivas y se le miraba con marcadas atenciones de caserío. El buen viejo se enamoró de Soledad y la pobre niña vino a comprender su falta cuando ya era tarde. La intervención del canónigo Jerez Aristeguieta y la circunstancia de estar el obispado gobernado por el Provisor facilitó la entrada al Convento de las Concepciones a Soledad, quien tuvo más tarde el nombre de Sor María de la Concepción. El fruto de estos amores fue confiado a Isabel Gómez y fue el General Manuel Carlos Piar (sic). La familia Rivas conservó la tradición de estos extraños sucesos corroborados por la íntima amistad y otras circunstancia especiales que existieron entre los generales Rivas y Piar. Hemos obtenido estos informes de fuentes tan respetables que nos creemos autorizados para publicarlos”.

            No obstante, los únicos documentos existentes y, por lo tanto, valiosos desde el punto de vista histórico, es la partida de bautizo hallada en la Iglesia de Santa Ana de Curazao por el franciscano William Brada y los testimonios escritos de María Isabel Gómez, en los que sostiene que Piar es hijo de su unión con Fernando Piar y a ellos se atiene la Academia Nacional de la Historia al aceptar como verdad histórica el nacimiento de Piar en Curazao en abril de 1774.

            No obstante, persiste la discusión sobre el origen de Piar, una discusión que se ha prolongado tanto como la que se mantiene en torno a lo justo o injusto de su destino final.  Un  destino final trágico que parece fatalmente asociado a José María España y Manuel Gual, quienes lo iniciaron en la lucha por la emancipación americana.

            Las Antillas, por ser colonias holandesas, inglesas y francesas, favorecían la educación y formación de sus habitantes sin la rígida restricción de clase que sufrían en las colonias españolas quienes no eran blancos puros.  Por esa circunstancia y también por la preocupación de su padre, el joven Manuel Piar tuvo una educación no solo de las primeras letras, sino que estudió idiomas y matemáticas, materia esta última que cursó en Caracas con el ingeniero, coronel de artillería, don Juan Pires.

            Ya hemos señalado que Piar llegó al puerto de La Guaira a temprana edad y que su madre practicaba el oficio de comadrona o partera, lo cual le permitió tener acceso a hogares de todos los colores y niveles, entre ellos, el de José María España, en donde su madre María Isabel asistió a doña Josefa Joaquina Sánchez Bastidas en los partos de sus hijos Prudencio y José María.

Piar, al igual que su hermano Felipe, solía visitar también la hacienda de cacao que la familia España tenía en las inmediaciones de Naiguatá y ambos hermanos, por simpatía y consideración tuvieron acceso a la biblioteca de 130 volúmenes con obras en español, inglés y fundamentalmente francés, pues José María España, al igual que su amigo y paisano Manuel Gual, quien lo visitaba frecuentemente desde su hacienda de los valles del Tuy, era francófilo y seguía muy de cerca y visiblemente interesado el proceso de la Revolución Francesa, llegando a pensar que en Venezuela y América podía ocurrir lo mismo si alguien como él se lo propusiera.

            Lo cierto es que tanto España como Gual, en conexión con jóvenes pardos, esclavos y exiliados políticos hispanos entre quienes sobresalía Juan Bautista Picornell, concibieron un proyecto militar para asumir el poder luego que depusieran a las autoridades reales de la Capitanía General de Venezuela.  La idea era declarar la independencia, establecer el sistema republicano e introducir cambios de carácter económico y social como la libertad de los esclavos con los cuales contaban para la ofensiva revolucionaria, pero he aquí que por delación de uno de ellos, los planes fracasaron y la persecución y detenciones se desataron, pero muchos comprometidos como Manuel Piar, embarcaron clandestinamente hacia las Antillas en julio de 1797. A Piar, quien se había adelantado junto con su hermano Felipe, le tocó recibir en Curazao en la casa de su familia a José María España y a Manuel Gual. Formaban sin saberlo en ese momento una tríada con destino marcado.  Ciertamente, por coincidencial fatalidad, los tres tuvieron un destino trágico: España al regresar clandestinamente a Venezuela fue capturado y condenado a la horca; Manuel Gual, envenenado en Trinidad por un espía, y Piar que había logrado sobrevivir casi todo el proceso de la emancipación, pasado por la armas en la  Plaza Mayor de Angostura.

            El 31 de enero de 1798, el capitán general Pedro Carbonel ordenó que la casa de la señora María Isabel Gómez, madre de Piar, fuera registrada  por cuanto se tenía información  confidencial que la misma estaba implicada en la tentativa de independencia de Gual y España. Requisado el domicilio de la madre de Piar, nada encontraron los agentes de la Capitanía General; no obstante, la sospecha quedó en pie y doña María Isabel fue expulsada del país para Curazao.
           
      


           


CAPITULO II / Piar de lleno en el combate


Maturín, donde Piar se consagró como gran guerrero

Como marino lucha a favor de la independencia de Haití – Ingresa como Alférez de Fragata al ejército patriota venezolano – Participa en el primer intento por recuperar la provincia de Guayana – Capitulación de Miranda – Exilio en Trinidad y firma la partida de nacimiento de la Segunda República – Diferencias con Bernardo Bermúdez – Invencible tres veces seguidas en Maturín.

            De manera que Gual y España sembraron en Piar las primeras ideas revolucionarias de los enciclopedistas franceses y las que debían servir de base en un proceso de lucha emancipadora de las Antillas y Venezuela.

            De nuevo en su isla y prácticamente extrañado de La Guaira por los sucesos de 1797, acompaña a su padre en algunos viajes por las islas neerlandesas y  en 1804 se alista como miliciano de la Guardia Nacional que en Curazao combatió contra los ingleses empeñados en la conquista de las colonias holandesas.  De aquí pasa a Haití, envuelta en una guerra de independencia comandada por el general Dessalines  El comando revolucionario lo pone al frente de un buque de guerra, el cual coadyuvó en un frente contra las tropas francesas del general Leclere enviado por Napoleón luego que el negro Toussaint Louverture terminó apoderándose de la isla.

            Pero su carrera militar en firme la inicia en Venezuela después de los sucesos del 19 de abril de 1810, ya declarada la Independencia, cuando acude a ponerse a la orden del proceso revolucionario venezolano.  Entonces,  en calidad de Alférez de Fragata, es destinado al apostadero de Puerto Cabello, pero sólo llegó hasta Borburata, justo cuando los españoles, presos en el castillo de aquella plaza, se sublevaron y apoderaron de ella.  En seguida se dirigió a la Provincia de Cumaná y Barcelona donde unido con el Coronel Bernado Bermúdez y auxiliado por el señor Manuel de Freites, siguió sirviendo con el carácter de jefe. al mando de una lancha cañonera que luego pasará a formar parte de la escuadra destacada para  recuperar a la Provincia de Guayana que tras respaldar el 11 de mayo de 1810 a la Junta Suprema de Caracas había sido objeto de un golpe contrarrevolucionario por parte del jefe de la guarnición coronel Matías Farreras, quien terminó restaurando las relaciones de obediencia a la Regencia peninsular.

            La expedición para recuperar a Guayana se organizó  por tierra y mar. La de tierra al mando de Francisco González Moreno y Francisco Javier Solá, españoles ambos al servicio de la República y vecinos de Cumaná, quienes buscaban una brecha para invadir a la ciudad de Angostura desplazándose entre Barrancas, Santa Cruz del Orinoco, Caris, Santa Bárbara, El Pao y Soledad, y la de mar compuesta por una escuadrilla de 19 lanchas cañoneras al mando de Felipe Esteves y Juan B. Videau, apoyada desde Barrancas por 900 hombres al mando del coronel Manuel Villapol. La escuadrilla entró por el Caño Pedernales y no obstante haber cooperado eficazmente con las fuerzas de tierra; fue derrotada en Sorondo, en las inmediaciones de Guayana La Vieja, el 26 de marzo de 1812, por la escuadrilla realista comandada por José de Chastre  que aprovechó la conmoción de un terremoto que sacudió a Guayana y gran parte de Venezuela, acentuadamente Caracas, originando un contratiempo terrible y fatal al proceso republicano..  Las tropas de González Moreno y Solá se dispersaron a causa del sacudimiento y numerosos efectivo como oficiales fueron atacados y hechos prisioneros.

            Francisco Javier Yánez, en su Historia de la Provincia de Cumaná, dice que el general González Moreno  ¨se presentó el 26 al frente de la ciudad de Angostura con fuerzas muy superiores, y cuando se debía cantar victoria, se dispersa su ejercito en términos que los invadidos hicieron más de 500 prisioneros, los cuales se remitieron a Puerto Rico y otros puntos, siendo constante que ninguno de ellos  volvió a respirar el aire libre que la naturaleza concede a todos los vivientes sino los que prestaren homenaje a la tiranía, o pudieron escaparse de las garras de los opresores.  Se quiso después hacer valer en esta empresa el sacudimiento de tierra que se experimentó en el mismo día; mas si algo pudo influir en ella, debió ser contra los invadidos, jamás contra los que atacaban con fuerzas superiores y tenían en sus manos el triunfo.  Los jefes Moreno y Solá fueron puestos en juicio por orden del generalísimo Miranda y es sabido que su resultado hubiera sido bien desfavorable, principalmente a Solá, convencido de traidor, cuyo concepto se ha confirmado después por su conducta, pues los españoles no sólo le perdonaron, sino que le premiaron como fiel servidor de su Rey”.

            El  fracaso de los patriotas en Guayana agravó la situación general del país al sumarse el avance de las tropas de Monteverde desde Coro.  El Congreso debió reunirse de emergencia en Valencia y el gobierno dispuso que los restos de las tropas que habían ido en expedición  y aun se mantenían en las fronteras de Guayana bajo el mando de Manuel Villapol,  se retirasen a Maturín hasta segunda determinación.

            Al final las fuerzas de Monteverde salieron airosas al perder Bolívar la Plaza de Puerto Cabello.  Miranda se vio obligado a firmar una capitulación en San Mateo el 25 de julio de 1812 mientras la alta oficialidad al ver perdida la República buscó refugio en las Antillas y Nueva Granada.  En  Trinidad se exiliaron Santiago Mariño, Manuel Piar, José Francisco Bermúdez, Agustín Armario, José Maria Hermoso, Manuel Valdés, Juan Bautista  y Nicolás Cova, Joaquín Vallenilla, José Francisco Ascue, Bernardo Bermúdez, Juan Bautista Videau, José Leonardo Brito Sánchez, José de la Paz Valdés, entre un total de 45 jefes y oficiales del ejército republicano, que se reunió en el islote de Chacachacare y levantó un acta comprometiéndose bajo las órdenes de Santiago Mariño a reanudar la lucha invadiendo de inmediato por Güiria y a partir de allí reconquistar las posiciones perdidas.

            El acta de Chacachcare, designada por el historiador Parra Pérez como la partida de nacimiento de la llamada Segunda República, se contrae a lo siguiente “...cuarenta y cinco emigrados nos hemos reunidos en esta hacienda, bajo los auspicios de su dueña, la magnánima señora Concepción Mariño, y congregados en su consejo de familia, impulsados por un sentimiento de profundo patriotismo, resolvemos expedicionar sobre Venezuela, con el objeto de salvar esa Patria querida, de la dependencia española”. .

            La expedición, reforzada con negros esclavos y reclutas, se apoderó de Güiria y sobre la marcha José Francisco Bermúdez es destacado para tomar a Irapa y su hermano Bernardo Bermúdez para dirigirse a Maturín, ciudad que toma mientras el coronel Manuel Piar acude para fortalecer militarmente este estratégico punto rico en ganadería y que abre el camino hacia los llanos. Surgen diferencias entre ambos patriotas por cuestiones de mando y Bernardo se ve obligado a regresar a Paria.  Al penetrar en el golfo desde los caños, es herido, apresado con su gente y conducido a Yaguaraparo por la flotilla de Gavazo luego de un combate naval.   Aquí en Yaguaraparo, controlado por Zerbéris, según dicen algunos historiadores, fue fusilado ante la noticia de que el General Bermúdez se dirigía al lugar para rescatarlo.  El oficial Juan José Conde, no obstante,  cuenta que un sargento español testigo le confesó que fue asesinado con más de veinte puñaladas cuando se hallaba dormido en el hospital.  A raíz de este suceso fueron muy frías las relaciones de Bermúdez y Piar, a quien  responsabilizaba de la trágica muerte de su hermano.

            Piar se hizo invencible en  Maturín rechazando a las columnas de 1.500 hombres comandadas por Remigio Bobadilla y Antonio Zuazola el 20 de marzo de 1813, derrotando a Lorenzo Fernández de La Hoz el 11 de abril y al mismo  Domingo Monteverde, quien atribuía estos desastres a la ineptitud de sus oficiales.  Pero se convenció que no se trataba de  ineptitud sino que sus oficiales estuvieron frente a un hombre que sabía utilizar, sus tropas, disponerlas  y sorprender al enemigo.

 Monteverde, seguro de si mismo y de la superioridad de sus fuerzas, salió presuroso a combatir a Piar luego de la siguiente arenga a sus dos mil soldados:  “Con la misma facilidad con que se disipa el humo al impulso del viento, así desaparecerán los facciosos de Maturín por el valor y la fortaleza de los soldados del Rey, a quienes tengo el honor de conducir a la victoria”.

El 25 de mayo se presentó frente a Maturín e intimó a Piar la rendición de la plaza, pero Piar respondió: “Los jefes, los soldados y el pueblo de Maturín están resueltos a perecer defendiendo su libertad”.  Pero no perecieron porque el amor por la libertad los hizo fuertes.  300 jinetes en un ataque impetuoso y desbastador fue suficiente para que los realistas se desbandaran y huyeran.  En poder de Piar quedaron 500 prisioneros, 5 cañones, numerosos fusiles, armas,  pertrechos y 6 mil pesos en plata.

La liberación del Oriente quedó sellada con la sublevación de Margarita el 3 de junio y la toma de Cumaná  por Mariño el 2 de agosto (1813) luego de diez asaltos.  Ambos sucesos favorecidos  por la escuadra de 15 buques al mando del marino corso José Bianchi.  Cinco días  después, Bolívar luego de una formidable campaña desde Nueva Granada por todo el Occidente hará su entrada en Caracas para anunciar el restablecimiento de la República de Venezuela.  Pero la guerra continuó salvajemente en el centro.  El Libertador comprendió que para hacer frente a los realistas era necesario la unidad de mando y la cooperación de las fuerzas de Oriente, pero Mariño durante meses se negó a mandar refuerzos a Bolívar, aduciendo que cada jefe debía actuar separadamente.  Al fin después de muchas súplicas, Mariño se movió hacia el centro con 3.500 hombres.

Meses antes y quizá para no quedar subordinado a Bermúdez que seguía a Mariño en la jefatura de Oriente, Manuel Piar había decidido cooperar con la campaña del Libertador y es así como regresa a su vida de marino y organiza la primera escuadrilla de Venezuela con la cual bate los buques enemigos entre Puerto Francés y Chuspa, 18 de noviembre de 1813, y establece el bloqueo de Puerto Cabello, en combinación con el sitio fijado por el Libertador.  Pero no obstante la cooperación de Mariño, la República no se salva porque las batallas más importantes, como la de La Puerta, se pierden.  Boves y Morales arrasan como un ciclón.

Los últimos reductos que le quedan a los patriotas al término de la Segunda República son Cumaná controlada por Mariño, la Plaza de Maturín bajo las ordenes de Bermúdez y Margarita bajo la autoridad de Arismendi y adonde Piar se había trasladado con su escuadrilla.  Mariño convoca de urgencia una Junta de Guerra a la que concurren Ribas, Valdés, Palacios, D´ Eluyar y otros jefes para resolver si defendían o evacuaban la plaza.  Se deciden por lo último no obstante la oposición de los partidarios de Ribas.

Esa misma noche, 26 de agosto, el comodoro José Bianchi, comandante de la escuadrilla de los patriotas, se hace dueño absoluto de la situación, leva ancla y se da a la mar con el tesoro de la Iglesia que se le había confiado para su resguardo y custodia.



 

           
           

            

CAPITULO III / Piar y Ribas contra Bolívar

Piar y Ribas rebelados contra Bolívar y Mariño en Carúpano.

Presencia del Pirata Bianchi en las campañas navales de Venezuela junto con sus hermanos Juan y Nicolás – Piar al mando de la Escuadrilla de Bianchi –Pasa luego a comandar las fuerzas de Margarita – Bianchi  asume una conducta rapaz y se apodera del Tesoro de la Iglesia confiado a la República – Ribas y Piar contra  Bolívar y Mariño, los expulsan y asumen el mando del ejército republicano.


            A Eugenia, la rubia de ojos color verde esmeralda, desheredada y reprimida, pero al fin libre en el amor en cualquier lugar, forma y circunstancia, bien con un zambo como Simeón o con un patriota de mayor rango y renombre, nunca le gustaron, a decir de  Pancho Herrera Luque en "Boves, El Urogallo", las lisonjas y modales del Pirata José Bianchi, un italiano gordo, de largo mostachos, de mirada rapaz y anillos en las orejas.

            Y a cuál criolla de su entereza podía agradar un Pirata o, en todo caso, un mercenario, con tantos apuestos patriotas a la vista luchando sin importarles bienes ni fortuna, por una causa justa como era la de lograr la emancipación de Venezuela y América?

            El Pirata Bianchi tal vez tuvo la ocasión de sentirse  correspondido por otra, menos por una mujer como Eugenia y, seguramente, que a esa otra la encontró en algún paraje o puerto de su navegación, en calidad de comodoro, por las costas de islas antillanas y de nuestra atribulada Venezuela, desde los comienzos de la guerra de Independencia hasta poco antes o después de fracasada la Segunda República.

            El, como sus hermanos genoveses, Juan y Nicolás, quiso probar suerte en aventuras fuera del Mar Mediterráneo.  Para entonces, el nuevo continente continuaba siendo tierra promisoria y un buen día de brisas y augurios desplegó velas buscando, no tierra firme, sino islas como las del Mare Nostrum.

            Lo cierto es que en 1812, zarpó en su goleta "El Intrépido" y luego de  estar en varios puertos caribeños, se estableció  en Trinidad.  Allí, al año siguiente, lo encontraron venezolanos comprometidos con el movimiento independentista y lo interesaron para comandar una escuadrilla dentro de un plan concebido para retomar a la Isla de Margarita gobernada  por Pascual Martínez  y la Provincia de Cumaná, al frente de la cual estaba Eusebio Antoñanzas.

            Esos venezolanos comprometidos eran 45 jóvenes patriotas, entre los cuales destacaban Santiago Mariño, Manuel Piar, y José Francisco Bermúdez.  Entre enero y abril se apoderaron de las plazas militares de Guiria, Irapa, Maturín, y en junio estalló el movimiento interno en la Isla de Margarita capitaneado  por el joven oficial José Guevara que enfiló su ofensiva exitosamente contra el Castillo de Pampatar y puso en libertad a Juan Bautista Arismendi, quien tomó el mando de la sublevación en la cual estaba también comprometido el Pirata José Bianchi en calidad de mercenario.  Al mando de éste organizó una escuadrilla de  15 barcos para resguardar las costas de la isla y respaldar la ofensiva de Mariño que había sitiado a Cumaná.

            La primera tarea de Bianchi fue despejar el  ámbito marino de toda presencia realista, la cual para el momento no era significativa.  Apenas  "El Arrogante Guayanés" y otros dos barcos, de los cuales se apoderó cuando se proponía bloquear a Cumaná  para completar el sitio impuesto por Mariño hasta lograr, luego de diez asaltos, la rendición de la provincia, 2 de agosto de 1813.  El Gobernador Eusebio Antoñanzas evacuó la plaza hacia Curazao, donde murió a causas de varias heridas recibidas en combate.

            Asegurada a favor de los patriotas orientales la provincia de Cumaná, Mariño confía a Bianchi el transporte de una columna de soldados para la toma de Barcelona, gobernada por Juan Manuel Cajigal, la cual se lleva a cabo sin mayor resistencia de los realistas.

            Cumplida esta misión, Bianchi regresa con la escuadrilla a Cumaná  donde ha prometido cancelarle los salarios a la tripulación, pero los realistas han cargado con todo el dinero de las arcas y prácticamente la provincia está  en déficit.  Por el momento no hay recursos para Bianchi y previendo algún motín u otra situación inconveniente, es separado del mando al igual que sus hermanos.

            Mariño entonces pone la escuadrilla al mando de Manuel Piar, pues había que auxiliar a Bolívar que pedía bloquear a Puerto Cabello.  Allí permanece la escuderilla hasta mayo de 1814 que se da la primera Batalla de Carabobo a favor del Libertador. Entonces regresa a Cumaná  y los Bianchi son llamados nuevamente, pues a Piar se le ha confiado sostener a Margarita.

            Durante la Emigración a Oriente (1814), Bianchi transporta tropas desde Cumaná  a Barcelona y, en compañía del teniente de fragata Felipe Esteves, llega hasta la altura del río Tuy para recoger intereses del Estado y soldados, captura un navío realista que hacía daños a quienes en masa emigraban por la costa desde Caracas a Oriente y despeja de buques enemigos la zona del Unare hasta Cabo Codera.

            Los caraqueños, en número de veinte mil aproximadamente, acosados por Boves, habían emprendido penosa marcha hacia el Oriente y se hallaban en Cumaná  cuando la flotilla del comodoro Bianchi levó anclas y se dio a la vela con el tesoro (cajones llenos de plata y oro) que el clero de Caracas había confiado en calidad de préstamo de modo que su valor sirviese para gastos de la guerra de independencia.

            En ese momento -26 de agosto de 1814- Bolívar y Mariño también habían desaparecido, dando lugar a las más severas conjeturas.  De suerte que en medio de aquel ambiente de pena y derrota se comentaba que Bianchi había secuestrado a Bolívar y Mariño, como también se tejió la versión de que los dos jefes patriotas en connivencia con el Pirata habían abandonado a los emigrados a su suerte llevándose de paso los barcos y el tesoro.

            Pero la verdad histórica refiere que Bianchi, ante la debacle por el avance impetuoso de los realistas, no quería correr el riesgo de perder o demorar el pago de 50.000 pesos que le adeudaba  la República, y decidió con la gente a su mando y luego de poner bajo arresto a Mariano Montilla y otros oficiales, darse a la mar con alhajas y armamentos para cobrarse los servicios que venía prestando.

            Para ello, aprovechó la coyuntura de la evacuación de Cumaná  acordada por una Junta de Guerra presidida por Mariño para trasladase a las costas de Güiria por no estar el Ejército en condiciones de hacerle frente al enemigo.

            Mientras muchos emigraban por tierra hacia las costas y otros por mar hacia Margarita y las Antillas, Bolívar y Mariño decidieron abordar el "Arrogante Guayanés" y "La Culebra" que formaban parte de la escuadrilla, para tratar de recuperar lo que Bianchi había decidido convertir en su botín.

              La presencia de Bolívar y Mariño en los buques de la escuadrilla y el modo como lo trataron, desconcertaron a Bianchi que convino en un arreglo tan pronto llegara a Margarita donde pensaba hacer aguada y tomar víveres, pero las fuerzas de Piar en la isla dispararon contra las unidades de la escuadrilla obligando a Bolívar y Mariño a negociar de buque a buque con el Pirata.

            Bianchi, amo absoluto de la situación, propuso a los Generales Bolívar y Mariño, entregarles "El Arrogante Guayanés" y "La Culebra", más las dos terceras partes de las alhajas que se había puesto en los buques de su mando al evacuar La Guaira, esto a cambio de un certificado que legalizara la posesión de lo que retenía, necesario para desenvolverse en Las Antillas.

            El 30 de agosto se pesó la plata y resultaron 104 arrobas brutas, tomando Bianchi una tercera parte y las otras dos los Generales Bolívar y Mariño.  Un cajón lleno de perlas fue echado a la suerte y quedó en manos del Pirata.

            Bolívar y Mariño regresaron a Carúpano, el 3 de septiembre, pero fueron detenidos y declarados desertores por aclamación tumultuosa a la vez que José Félix Rivas (tío político de Bolívar) y Manuel Piar, asumieron el mando del Ejército.

            Dos días más tarde, Bianchi se acercó a las costas de Carúpano y se percató de la situación.  Confiado en la superioridad de sus fuerzas, reclamó la libertad de Bolívar y Mariño así como la de otros oficiales.  Para ello dio  plazo de 24 horas bajo la amenaza de hostilizar a Carúpano.

            El 8 de septiembre, Bianchi, tomando un copón dorado robado al Capitán Juan Nepomuceno Rivas, se regocijaba de su acción, mientras Bolívar, Mariño y otros oficiales granadinos se embarcaban en El Arrogante Guayanés con rumbo a Nueva Granada, antes de que llegara Piar de Margarita con 200 hombres dispuesto a ajusticiarlos.

            El mando de Bolívar en manos de José Félix Ribas durará  poco.  Lo aguardaba la derrota definitiva.  En los montes de Valle de la Pascua cayó asesinado por los soldados de Boves y su cabeza frita en aceite fue enviada a Caracas y exhibida en una jaula en la Plaza Mayor y luego en la Alcabala de La Pastora.

En cuanto a Bianchi, una vez que abandonó los servicios de la República, continuó su aventura y volvió a Margarita y a Cumaná, manteniendo sus barcos fuera de tiro de las baterías, para cambiar fusiles y pólvora por víveres y hacer otras negociaciones.

            El 10 de septiembre de ese mismo año 1814 se dio a la vela con dirección a la Blanquilla y Las Colonias, donde no pudo permanecer por mucho tiempo, objeto de las conspiraciones de sus propios marinos y otros piratas que no perdían de vista su tesoro de plata labrada y perlas.   A esta amenaza se sumaron las reclamaciones de Gobernadores como el de Puerto Rico y San Bartolomé.  En San Martín, al parecer, estuvo preso y se cree llegó a Génova en agosto de 1815, según "Breve relación de los servicios navales de los hermanos José, Nicolás y Juan Bianchi, de Génova” , escrita por este último en 1865 para avalar una petición de indemnización, ante el gobierno de Venezuela por los grandes gastos en que incurrieron los Bianchi en defensa de la República.




CAPITULO IV / Piar pierde su invicto

Ciudad donde Piar perdió su invicto y conoció al que sería custodio de su prisión en Angostura

Pasa desde Cariaco a ocupar la plaza de Cumaná –Sufre derrota, primera y única y la que marca su destino – Conoce a Juan José Conde, quien será oficial de capilla durante la etapa de su fusilamiento  – La mala racha de los patriotas continúa en Cartagena – Final de la Segunda República.

            Ya a esta altura, Bolívar y Mariño se hallan fuera de Venezuela y el ejército como el gobierno supremo de la República, según bando publicado en Carúpano, ha quedado en manos de los Generales José Félix Rivas y Manuel Piar.  Boves  se halla en Barcelona organizando su ejército para trasladarse a Urica y reunirse con Francisco Tomás Morales, su segundo, a fin de efectuar un nuevo intento contra Bermúdez que se resiste en la plaza de Maturín y luego marchar sobre Cumaná. Piar se hallaba con José Félix Ribas en Cariaco cuando éste lo destinó a ocupar la plaza de Cumaná abriendo brecha contra el Capitán de Navío, realista Juan de la Puente, bajo cuyo mando había quedado la plaza con una guarnición escasamente numerosa. Una vez controlada esta plaza debía machar sobre Maturín donde Ribas pensaba concentrar sus fuerzas..

            Piar, luego de reunir elementos dispersos, refuerza sus tropas con reclutas y marcha con 600 hombres sobre Cumaná. Bate al enemigo en el ligero combate de Quebrada de los Frailes, mientras el Capitán Juan de La Puente, no queriendo empeñar su suerte, resuelve retirarse sobre Barcelona dejándole a Piar el camino expedito para ocupar la plaza el 29 de septiembre.   Aquí en menos de treinta días,  Piar logra aumentar su fuerza con hombres mal armados, pero todos muy voluntariosos.  Pero en vez de proseguir hasta Maturín, prefirió esperar a Boves para dale la Batalla ignorando que éste duplicaba sus fuerzas. 

            Enterado Boves de la ocupación de Cumaná, marcha sobre esta plaza  el 15 de octubre con 1500 hombres divididos en seis columnas y al siguiente día, 16 de octubre de 1814, en la sabana de El Salado encuentra su única resistencia, la planteada por Piar en batalla sangrienta y de la que pocos escaparon.  Vencedor Boves, entró en la ciudad como una tromba hidrópica de sangre.  De manera fatalista, esta derrota marcará a Piar para siempre, vale decir, hasta el día de su fusilamiento en Angostura, tres años después, exactamente un 16 de octubre también.  Coincidencialmente, en esta batalla del Salado lo acompañaba Juan José Conde, quien será el oficial de capilla el día de su fusilamiento.  Entonces era subteniente y lo había conocido  en Cariaco donde éste se refugió tras haber escapado de la desastrosa batalla de Aragua de Barcelona, donde pereció hasta el Tigre Encaramado, el hombre que manejaba las riendas del caballo con la boca mientras esgrimía contra el enemigo dos lanzas, una en cada mano.

Hasta entonces, Piar había sido un líder invicto. El médico José Mercedes Gómez, cronista de Cumaná, en una biografía escrita sobre José Francisco Bermúdez, narra el episodio del Salado, de esta manera:

“El 16 de octubre se aproximó Boves, con su ejército presto para el ataque y el saqueo posterior, por el camino de los Bordones. Piar se dispuso a presentarle combate en campo abierto, en la llamada sabana de El Salado, entre el mar y la ciudad, hoy conocida como San Luis, con su tropa de unos 1.500 hombres recientemente reclutados. Se combatió una hora aproximadamente, pero a pesar de la valentía de su jefe, los soldados patriotas ante el avance arrollador de la infantería realista, mejor organizada, emprendió desordenada retirada hacia las regiones vecinas de la Ciudad que quedó desguarnecida. Piar pudo reunir unos 150 hombres y con ellos, esquivando la persecución, se dirigió por el valle de San Bonifacio a la costa de Paria. En Güiria, se encontraba Bideau con una guarnición patriota. Hubo desavenencias entre ambos, por negarse Bideau a reconocerlo como Jefe y tal vez malquerencias de meses anteriores, y lo obligó abandonar Güiria. Ante esta situación, derrotado, sin poder dirigirse a Maturín en busca de Ribas, por su enemistad con Bermúdez, ni a Margarita en donde había tenido divergencias con Arismendi, tomó el camino de las Antillas y finalmente Haití, refugio de todos los patriotas. Aquí se encontrarán los antiguos compañeros de Chacachacare y emigrados de Nueva Granada y Venezuela, con sus afectos y rencores, para el retorno de 1816, recorriendo en sentido inverso la ruta antillana...”

            Este triunfo de José Tomás Boves sobre Piar lo regocijó tanto que dispuso celebrarlo con una gran fiesta para la cual reclutaron  todos los músicos de la ciudad, unos cuarenta, la mayoría proveniente de la emigración caraqueña.  El baile duró hasta las tres de la madrugada cuando el terrible hombre de Oviedo exhibió una vez más su crueldad disponiendo la ejecución de quienes llenos de pánico habían animado su fiesta.

            Asegurada la plaza de Cumaná, Boves salió a reunirse con Morales en Urica.  Bermúdez le salió al paso en Los Magueyes, pero fue derrotado.  Al final no le quedó otra alternativa que ponerse bajo las órdenes de José Félix Ribas que había concentrado sus fuerzas en Maturín y desde aquí, luego de una controversia entre ambos jefes, decidieron no aguardar al enemigo sino atacarlo en sus propios dominios, en Urica, a 27 leguas de Maturín, donde también le siguió la mala racha a los patriotas aun cuando José Tomás Boves quedó arroyado en el sitio, atravesado por una lanza que según se dijo entonces vino disparada desde las propias filas de Morales, quien se hallaba altamente resentido de aquél, además de aspirar al mando del ejército. La especie tomó fuerza porque siete de los principales jefes realistas que apoyaban a Juan Manuel Cajigal como sucesor de Boves fueron decapitados y Morales se alzó como jefe absoluto del ejército realista en oriente.

            Seis días después, 11 de diciembre, Francisco Tomás Morales terminó de liquidar en Maturín los últimos restos del ejército patriota y de ellos no escapó Miguel José Sanz, extraordinario patriota y sabio insigne, admirado por Humboldt, de quien dijo  que para conocerlo, bien valía la pena emprender viaje de Europa a Venezuela.

            El comandante José Félix Ribas bajo cuyo mando agonizó y murió la Segunda República, corrió con la misma suerte.  Delatado cerca de Tucupido, fue capturado y muerto.  Su cabeza frita en aceite fue mandada a Caracas y puesta en garfios a la entrada de la ciudad, camino de La Guaira.

            Bermúdez se refugió en Margarita todavía controlada por el general Juan Bautista Arismendi hasta que llegó de España el General Pablo Morillo con su poderosa escuadra de 60 buques y 15 mil soldados a ponerle fin de una vez a la sublevación patriótica..  Francisco Javier Yánez, en su Historia de la Provincia de Cumaná, dice que “algunos de los patriotas que se hallaban en la isla en estos tristes momentos tuvieron que sacrificar sus sentimientos y buscar por otra vía su salud.  El General Bermúdez con otros se embarcó en la escuadrilla sutil de Margarita y a favor de un chubasco salió por medio de la escuadra española sin ser visto a causa de la oscuridad de la noche, y recaló en una flechera a la isla inglesa de Granada, de donde pasó a Martinica y San Thomas, y de aquí a Cartagena”    para comandar la defensa del sitio que el General Morillo le impuso desde el 26 de agosto hasta el 6 de diciembre de 1815 que los patriotas se vieron obligados a abandonarla  acosados por el hambre, el número de víctimas, el peligro de una epidemia  y la circunstancia de ser estrechados cada vez más por mar y tierra.  En los cuatro meses de sitio había perdido Cartagena las dos terceras partes de una población estimada entonces en más de veinte mil almas.

Además del general José Francisco  Bermúdez, participaron en la defensa de Cartagena otros jefes patriotas venezolanos como Carlos Soublette,  Pedro León Torres y Mariano Montilla.   Todos ellos se reunirán con Bolívar, Mariño y Piar en Haití, bajo la protección de Alejandro Petión, gobernador de esta isla que recién había logrado independizarse de Francia.

Venezuela y Nueva Granada quedaban bajo el dominio de los realistas, apenas luchando como guerrillas.  Aisladamente en las llanuras persistían, Andrés Rojas, en  Maturín; José Tadeo Monagas y Manuel Cedeño, en Guayana; Pedro Zaraza, en Guárico, Páez en Apure y en Margarita, Juan Bautista Arismendi, quien el 15 de noviembre de 1815 entró en campaña, se apoderó de la isla y redujo los realistas a los Castillos de La Asunción, Pampatar y Porlamar.



CAPITULO V / Tercera fase de la República


Reliquias dispersas por caída de Cartagena  se reúnen en Haití – Expedición destinada a terminar para siempre con el dominio colonial – Bolívar honrado de nuevo con la autoridad suprema – Piar bien armado y municionado triunfa en Carúpano y Güiria e inicia su macha triunfal hacia los Llanos – Bolívar desembarca en Ocumare y lanza proclama a los caraqueños – Rechaza a Bermúdez y compañeros que tratan de sumarse a la expedición.

            Bolívar se hallaba en Jamaica desde mediados de mayo de 1815 procurando recursos para reencender la guerra, pero dado que pasaba el tiempo sin respuestas efectivas, se trasladó a Haití donde corrió con mejor fortuna.  El Presidente de la isla, Alejandro Petión, el armador curazoleño Luis Brión y el comerciante inglés Roberto Sutherland, le ofrecieron armas, barcos y dinero para recomenzar la revolución.

Ante este ofrecimiento, Bolívar convocó en los Cayos de San Luis, febrero de 1816, a los emigrados patriotas conformados por venezolanos, neogranadinos y extranjeros sumados a la causa republicana, para preparar la expedición, nombrar sus jefes y fijar la fecha de reanudar la guerra. Responden y concurren Santiago Mariño, José Francisco Bermúdez, Manuel Piar, Pedro León Torres, José Antonio Anzoátegui,  Bartolomé Salom, el escocés Gregor Mac-Gregor, los franceses Luis Aury, Carlos Eloy Demarquet, Renato Beluche, Ducoudray-Holstein, los neogranadinos Francisco Antonio Zea, Judas Tadeo Piñango, el curazoleño Luis Brión, Pedro Briceño Méndez, Carlos Soublette, Justo Briceño, Ambrosio Plaza, Mariano Montilla, Jugo Gárate, José Ignacio Pulido, Florencio y Guillermo Palacios, José María Lecuna y José Gabriel Pérez.

No se logra unanimidad en torno a la figura de Bolívar para comandar la expedición.  Viejas posiciones contradictorias y enemistades surgen al calor de la reunión en la que no faltaron los retos personales a duelo de  Mariano Montilla contra Bolívar, Mariño contra Brión, Jugo Gárate contra Piar  y el francés Ducuodray-Holstein contra Carlos Soublette.  Estos lances fueron oportunamente evitados por Alejandro Petión, quien, al igual que Brión, condicionaba su ayuda a la aceptación de Bolívar como jefe de la expedición no obstante la oposición de  Bermúdez, quien aspiraba comandar la expedición secundado por Aury y Montilla, todos al final fueron excluidos de la expedición por considerarlos Bolívar elementos perturbadores de la unidad,.

  La expedición integrada por unos 300 hombres, en su mayoría oficiales, equipada con 6.000 fusiles, municiones, víveres y una imprenta, embarcó en siete goletas: la mayor o comandanta identificada con el nombre General Bolívar, al mando del Capitán de Fragata Renato Beluche, a bordo de la cual iban el Libertador, Brión y el estado mayor; la   General Mariño, su comandante Vicente Dubouill, con algunos jefes oficiales; la General Piar, al mando de Juan Pinell, donde iban  Manuel Piar y otros oficiales; Constitución, al mando del teniente de navío Juan Monie; que llevaba a su bordo al general Gregor Mac Gregor; la Brión, al mando del teniente de navío Antonio Rosales; la Feliz, conducida por el comandante Mr. Lominé y la goleta Conejo, conducida por el teniente de navío Bernardo Ferraro. las cuales desplegaron sus velas desde Los Cayos de San Luis  el 31 de marzo de 1816 con destino a la isla de Margarita que en buena parte había sido ocupada por Juan Bautista Arismendi.

Entre otros oficiales, además de los nombrados, que iban a bordo de dichas embarcaciones estaban Ambrosio Plaza, Pedro María Freites, Manuel Valdés, Diego Ibarra, Juan Bautista Bideau, Carlos Chamberlain y el impresor Juan Baillío, a cargo del cual iba la imprenta.

La navegación fue larga y penosa tratando, entre islas antillanas, de evadir la vigilancia española que al fin tienen que enfrentar cerca de Los Frailes luego de capturar una goleta en la isla de Santa Cruz.  En la batalla naval de Los Frailes, el comandante de la marina Luis Brión y el capitán Renato Beluche resultaron heridos, pero son capturados el bergantín  español El Intrépido y la goleta Santa Rita.  El 3 de mayo tocan suelo venezolano en  Margarita por el puerto de Juan Griego y su sola presencia hizo que el Castillo Santa Rosa en La Asunción fuera abandonado y sus ocupantes refugiados en los fuertes de Pampatar y Porlamar, últimos reductos de los españoles en Margarita..

Guiados por Juan Bautista Arismendi, los patriotas siguen a caballo hasta la Villa del Norte en cuya iglesia se reúnen el 7 de mayo y por unanimidad le  ratifican a Bolívar su máxima jerarquía de Jefe Supremo y como segundo jefe para reemplazarlo en caso de ausencia, muerte o enfermedad, el General Santiago Mariño.  Al día siguiente, Bolívar  se dirige a los venezolanos en calidad de Capitán General de los Ejércitos de la Nueva Granada y Venezuela inaugurando el tercer período de la República, invitando a los españoles a regularizar la guerra y prometiendo instalar nuevamente el Congreso de Venezuela para lo cual desde ya quedaban los pueblos autorizados para nombrar sus diputados, confiándoles las mismas facultades soberanas que en la primera época de la República.

El 25 de mayo la expedición zarpa del puerto de Juan Griego buscando tierra firme por el puerto de Carúpano que controlan escasas fuerzas enemigas..  Le hacen frente y Carúpano es sometido tras un combate de dos horas que protagoniza Piar y  durante el cual es ocupado el castillo Santa Rosa y capturados la goleta  Fortuna y el bergantín Bello Indio al cual le cambian el nombre por Indio Libre.

En posesión de la plaza, el Liberador dicta entonces un decreto sobre la libertad de los esclavos y los llama a tomar las armas mientras la gente que durante el combate se había refugiado en las montañas sale, pide armas y se apodera de los pueblos dominados por los realistas. Bajo la presidencia del doctor Juan Bautista Urbaneja se instala una asamblea el 29 de junio en la que participa la municipalidad para reconocer al Libertador como Jefe Supremo.  Reconocimiento al que se suman desde Cabrutica los jefes guerrilleros Monagas, Cedeño,  Rojas, Zaraza y otros.

Antes y tan pronto se posesionó de Carúpano, el Libertador reorganizó sus tropas y decidió sobre la marcha apoderarse de Güiria para lo cual despachó a Mariño en la goleta de guerra Diana, acompañado del General Manuel Piar y de otros oficiales.  Luego de hacer escala y dominar Río Caribe continuaron hasta Güiria y desde aquí, acompañado del coronel Bartolomé Salom y del coronel Pedro Briceño Méndez en calidad de secretario,  partió luego el General Piar con cuatro flecheras, fusiles y municiones hacia un punto que le permitiera proseguir hacia los llanos de Maturín con el objeto de organizar y armar tropas buscando al mismo tiempo comunicación  con los diferentes caudillos que se habían mantenido por aquellas llanuras.  De los primeros que se unieron al General Piar, fueron los jóvenes F. Mejía, Juan José Quintero y José Centeno.

En carta de Bolívar para Arismendi, 23 de junio, le informa que “El General Piar siguió de Güiria para su destino de Los Llanos el 20 del corriente, llevando las armas, municiones y demás elementos que le he proporcionado, necesarios para obrar por aquella parte.  Sus operaciones van a reducirse a marchas, puesto que los enemigos han retirado todas las fuerzas que podían oponérseles”.

Mientras Mariño operaba desde Güiria y Piar marchaba hasta los llanos de Maturín y Barcelona, el Gobernador de Cumaná, Tomás Cires, concentraba todas las fuerzas de la provincia para reconquistar Carúpano por mar y tierra, visto lo cual, el Libertador determinó evacuar la plaza el 29 de junio y el 5 del mes siguiente desembarcó con 15 buques y 800 hombres en Ocumare de la Costa para desde aquí tratar de liberar la provincia de Caracas. Al hacerlo le dirigió a sus habitantes esta proclama exponiendo los principios de su lucha, miras, cesación de la guerra a muerte y libertad de los esclavos:

“A los habitantes de la provincia de Caracas:

Un ejercito bien  provisto de artillería y cantidad suficiente de fusiles y municiones está hoy a mi disposición para libertaros. Vuestros tiranos serán destruidos, o expelidos del país, y vosotros restituidos a vuestros derechos, a vuestras patria y a la paz.

            La guerra a muerte que nos han hecho nuestros enemigos cesará por nuestra parte: perdonaremos a los que se rindan, aunque sean españoles. Los que sirvan la causa de Venezuela serán considerados como amigos, y empleados según se mérito y capacidad.
            Las tropas pertenecientes al enemigo que se pasen a nosotros, gozarán de todos los beneficios que la patria concede a sus bienhechores.
            Ningún español sufrirá la muerte fuera del campo de batalla. Ningún americano sufrirá el menor perjuicio por haber seguido el partido del rey, o cometido actos de hostilidad contra sus conciudadanos.
            Esa porción desgraciada de nuestros hermanos que ha gemido bajo las miserias de la esclavitud ya es libre. La naturaleza, la justicia y la política piden la emancipación de los esclavos: de aquí en adelante sólo habrá en Venezuela una clase de hombres, todos serán ciudadanos.
            Luego que tomemos la capital convocaremos el Congreso General de los representantes del pueblo, y restableceremos el Gobierno de la República. Mientras nosotros marchamos hacia Caracas, el general Mariño a la cabeza de un cuerpo numerosos de tropas, debe atacar a Cumaná. El general Piar sostenido por los generales Rojas y Monagas ocupará los Llanos, y avanzará sobre Barcelona, mientras el general Arismendi con su ejército victorioso ocupará la Margarita. Cuartel general de Ocumare, 6 de julio de 1816.  Simón Bolívar”
            El día 6,  el General José Francisco Bermúdez llega desde Kingston al puerto de Ocumare de la Costa, siguiendo por su cuenta la expedición.  Tan pronto llegó, ofició al Libertador participándole su llegada y deseo de incorporarse, pero Bolívar en carta fechada dos días después lo rechaza por insubordinado y sedicioso.
            “Después de las diferencias y contestaciones que usted excitó en Los Cayos, y que me obligaron a licenciarlo; después de los paridos que continuó formando para oponerse a la expedición, pretendiendo el mando de ella contra la voluntad general de todos los que la componían, contra la determinación de la Junta General de Jefes notables que me encargó su dirección, y lo que no menos, contra el expreso comprometimiento de usted después de los votos formales y expresos que usted y sus compañeros hicieron públicamente allí de atentar contra mi vida y de elevarlo usted a la autoridad suprema; después, en fin,  de las muchas pruebas que ha dado de insubordinación y de sedición, no están en mi arbitrio admitirlo en el ejército ni en el territorio de la República.
            Felizmente hasta ahora reina en uno y otro la mejor armonía y subordinación; nada aspiro sino salvar a la patria, y si me disputan alguna preferencia es la de ir delante de los demás al encuentro del enemigo, y la de ejecutar mis órdenes con la más estricta y ciega obediencia.  La presencia de usted entre nosotros turbaría todo el orden, volvería a encender las discordias, haría revivir las odiosas y destructoras pretensiones que se han extinguido ya, y volvería inevitablemente en sus ruinas al ejército y a la naciente República.
            Por todas estas consideraciones me veo en la forzosa necesidad de impedir a usted y a sus compañeros en el desembarque que solicitan, y lo prevengo se prepare para trasbordarse con ellos a un buque que los llevará con seguridad a las colonias antiguas
            Luego que la República esté del todo libre y tranquila permitiré a usted que venga a habitar con nosotros.  Entonces las pasiones se harán calmado y no habrá justos temores”.
                                             
  El mismo día 6 Bolívar abre operaciones hacia el centro, pero el general Carlos Soublette que se había adelantado con las tropas, fue derrotado por Morales el 14 de julio en el Alto de los Aguacates, exactamente cuando Francisco de Miranda moría en la Carraca. Bolívar trató inútilmente de auxiliarlo, pero al final tuvo que retirarse violentamente y embarcarse hacia Bonaire tratando de hacer contacto con la escuadrilla de Brión y poder enderezar de alguna manera el revés sufrido en Ocumare.



sábado, 15 de junio de 2013

CAPITULO VI / Guayana en la mira de Piar


El General Mac Gregor desplazado por Piar



El General Gregor Mac Gregor que había tomado el mando de los restos de la expedición de Ocumare y quien  desde Choroní, con unos 600 hombres había resuelto internarse en los llanos con el fin de unirse a los patriotas de Oriente, entró a Barcelona el 13 de septiembre, luego de vencer en Onoto  y Quebrada Honda a Juan Nepomuceno Quero, y a Rafael López en la batalla de Los Alacranes, con respaldo a tiempo de las fuerzas de José Tadeo Monagas y Pedro Zaraza.

El Libertador, a sabiendas de que el General Mac Gregor había marchado desde Choroní hacia los Llanos, resolvió navegar hasta Güiria, calculando que por esta vía podría dentro de poco tener de nuevo a sus inmediatas órdenes la División que comandaba el oficial escocés.  Al efecto, Bolívar se embarcó en el bergantín Indio Libre y Bermúdez que había llegado a Bonaire desde Haití con carta y ayuda de Petión para que Bolívar reconsiderara su caso, lo siguió hasta Güiria en una goleta. Ambos llegaron el 16 de agosto y narra Francisco Javier Yánez, en su Historia de la Provincia de Cumaná  que “apenas estuvieron en tierra, cuando se levantó la más furiosa persecución contra la conducta y persona del Jefe Supremo en términos de peligrar su vida.  Se le hacían cargos en los cuarteles y en los corrillos del desgraciado suceso de la expedición de Ocumare, y de las funestas consecuencias que debían seguirse de ella a la causa de la independencia; pero no era el interés de la patria el que movía a los autores de semejantes acusaciones, sino la ambición, la envidia, la venganza y todas las pasiones innobles.  Los acusadores y los jueces eran unos demagogos furiosos que no aspiraban sino a quitar el mando al Jefe Supremo, y en tales circunstancias Bolívar volvió a reembarcarse para Los Cayos...”

El mismo día se procedió al nombramiento de los Jefes que debían gobernar la República, y resultaron electos el General Santiago Mariño para suplantar al Libertador y el General José Francisco Bermúdez de segundo en el mando general del ejército. Los demás Generales jefes y oficiales se unieron a los nombrados con el objeto de continuar la campaña y reconquistar las plazas perdidas en el Oriente.

En efecto, tan pronto asumió la jefatura suprema, salió Mariño con una división a tomar los pueblos de la costa y ponerse en comunicación con las embarcaciones armadas de Margarita y la división de Piar para estrechar y tomar la plaza de Cumaná.   Piar, al saberlo, se puso en movimiento junto con el General barcelonés Pedro María Freytes, destruyendo a cuantas partidas realistas intentaron obstaculizar su marcha en el tránsito de Maturín hasta la quebrada de Ortiz, donde instaló su cuartel, pero informado sobre unos 3.000 soldados comandados por el brigadier Francisco Tomás Morales que marchaban desde Ocumare para retomar la plaza de Barcelona, salió en combinación con las fuerzas de Mac Gregor, Carlos Soublette y José Tadeo Monagas a cortarle el paso en El Juncal, distante cuatro leguas de Barcelona, donde al final se enfrentaron en furiosa batalla.

Era el día  el 28 de septiembre de 1816, a eso de las siete de la mañana, cuando el ejército de los patriotas cuyo mando asumió Piar, entró en línea.  El ala derecha compuesta de una división de infantería y dos piezas de artillería al mando de los Generales Mac Gregor y Soublette y varios escuadrones de caballería a las órdenes del General José Tadeo Monagas.  La izquierda constaba de infantería y caballería mandadas por los Generales Piar y Freites.

El  General Francisco Tomás Morales, situado al comienzo de la sabana en dirección a Barcelona, tras explorar el lugar y calcular sus posibilidades que parecían ciertas dada la posición y  fortaleza de su ejército, calculado en unos mil cien hombres, dividió sus tropas en tres columnas apoyadas por jinetes amparados en sus flancos por un pequeño bosque.  La columna de la derecha al mando de Rossete y Alejo; la izquierda, por los Capitanes Tomás García y Narciso López y el centro que hacía de reserva, por el Capitán Juan Bonaldes.  La espalda de la línea estaba bien cubierta por una pequeña altura de tupidos árboles y al pie un pantano que impedía cualquier maniobra de caballería.

Los patriotas que disponían de 2000 soldados y 4 piezas de artillería atacaron de primero sin pérdida de tiempo, pero el General Manuel Piar se vio avasallado ante el empuje de la columna derecha de Morales, mientras un avance sereno y metódico de Mac Gregor, una brillante carga de las tropas de Soublette y una audaz maniobra de flaqueo de Monagas que ataca por la retaguardia a los que avasallan a Piar y Freites aseguraron el triunfo.  Morales dejó 500 muertos, entre ellos, al comandante Rossete; 300 heridos y huyó con  300 soldados dispersos. 

Luego de esta jornada que impresionó a los españoles, Piar  prefirió marchar sobre la Provincia de Guayana, pero antes, el tres de octubre, convocó a una Junta de Guerra, en la que expresó su propósito.  Reconoció ante todos al General Bolívar como Jefe Supremo e informado de que se hallaba en Los Cayos tras haber fracasado en Ocumare, comisionó a Francisco Antonio Zea, Intendente del Ejercito, para que saliera a informarle. Cinco días después, al frente de 1.500 hombres, emprendió marcha hacia el Orinoco por la vía de Río Claro al sur de San Diego de Cabrutica. Mac Gregor y Soublette eran partidarios seguir fieles a la línea del Libertador en el sentido de que todo el ejército debía obrar primero sobre  los Llanos hasta Caracas.

            Estando en Río Claro, fue informado detalladamente por Pedro Chipía de lo ocurrido con el Libertador en Güiria y, preocupado, tomó sus providencias para resguardarse de la supremacía imprevista de Mariño y Bermúdez contra el cual se mordía de rabia por lo mal que se expresaban de él. De modo que el 15 de noviembre se dirigió al General Gregor Mac Gregor,  Comandante General de Barcelona, y al General Pedro Zaraza, quien tenía a su mando junto Monagas las fuerzas patriotas de Los Llanos, en los siguientes términos:

            “Instruido exacta y circunstancialmente por el Coronel Chipía de los escandalosos atentados ejercidos en Güiria por el sedicioso José Francisco Bermúdez contra la persona y autoridad del E. S. el Jefe Supremo de la República, me he confirmado en la importancia y necesidad del artículo 3º de mis instrucciones a US.

            S E se vio en fuerza de ellos obligado a abandonar momentáneamente a Venezuela, y en su ausencia, su segundo el General Mariño, debería sucederle en el mando; pero desgraciadamente este Jefe se hallaba envuelto en los crímenes de Bermúdez: él, hallándose con el mando de las fuerzas de Güiria, no se opuso al motín, ni impidió sus efectos: él se ha usurpado inmediatamente después de la salida del Jefe Supremo, títulos que no le pertenecen: ha protegido y distinguido con empleos honrosos al criminal Bermúdez; y ha resistido, en fin,  a los justos reclamos hechos por el General Arismendi para que aquel delincuente fuese sometido a un consejo de guerra.  Todo esto anuncia casi con evidencia que el General Mariño, o tuvo parte en el crimen, o por lo menos consintió en él y lo vio con agrado.

            Una conducta tal debe hacernos circunspectos.  Someternos a un Jefe a quien tan justamente se hacen estos cargos, sería envolvernos en los mismos delitos, haciéndonos partícipes como él de los atentados de Güiria: sería sublevarnos contra el primer Jefe, y sería declararnos contra el orden y la disciplina militar, no menos que contra las leyes civiles de la República.

            Estas consideraciones me han obligado a prevenir a los Jefes de Departamento en el artículo 2º de sus instrucciones que no reconozcan otra autoridad ni den cumplimiento a otras órdenes que las libradas por US o por mi directamente; y ellas mismas son las que me obligan a prevenir a US bajo la más estricta y severa responsabilidad que por ningún motivo ni de ningún modo reconozca, obedezca ni preste ningún auxilio al General Mariño hasta que, indemnizado de los cargos que se le hacen y manifestada legítimamente su inocencia, ordene yo a US su reconocimiento.  La misma prevención hará US inmediatamente a los Jefes de Departamento cuya conducta en esta parte debe US celar y corregir con la mayor severidad y prontitud.

            Creo que siendo US el que debe responderme de la seguridad de esta provincia contra los enemigos de la patria y del orden, nada tengo que temer al separarme de ella.  Si el mal empezare a propagarse, será cortado de raíz, previniendo de ese modo sus perniciosos efectos”.

Poco tiempo después el General Mac Gregor presenta problemas de salud y se ausenta para los Estados Unidos, mientras el General Pedro Zaraza, junto con el General Pedro María Freites,  queda prácticamente dueño de la situación y responde a Piar lo siguiente:

 “Por los oficios de VE de 15 y 23 del corriente me ordena VE bajo la más severa responsabilidad, que de modo alguno reconozca, ni preste auxilio al General en Jefe Santiago Mariño a causa de los atentados cometidos en Güiria contra la autoridad y persona del Jefe Supremo de la República por el sedicioso Bermúdez, y consentimiento a lo menos del General Mariño.

Las órdenes de VE las observo y ejecuto con la mayor religiosidad, conociendo se dirigen al bien de la República, y en este caso la falta de respeto y obediencia a los superiores me parecen crímenes del primer orden.  VE está bien satisfecho que estos son mis sentimientos, y debe también estarlo de su observancia y mi responsabilidad.  Dios guarde a VE muchos años.  San Diego de Cabrutica, 28 de noviembre de 1816.  Pedro Zaraza.”

Los sucesos de Güria repercutieron negativamente en las tropas y comenzaron las intrigas al calor de viejas rivalidades.  La obediencia, disciplina y unidad militar parecía resquebrajarse y Piar, preocupado comienza a tomar medidas.  Desde Río Claro se dirige al Comandante de Barcelona tratándole puntualmente el caso del Teniente coronel Carlos Padrón, quien, según informes que le han llegado, en su marcha de San Diego a Barcelona,  “ha vertido expresiones subversivas contra el ejército, contra el gobierno y mis operaciones.  Además, tengo informes de que este es un hombre peligroso por sus intrigas y manejos; en esta virtud lo pondrá US preso con seguridad, inmediatamente que llegue a esa ciudad, para evitar que se haga de secuaces y aumente el partido de los descontentos e intrigas en perjuicio de la paz y tranquilidad públicas”.

            Comunicación similar envía al Comandante de Aragua de Barcelona expresando su sorpresa porque ha sabido que en su presencia y aun en su propia casa se han tenido conversaciones y declaraciones contra sus operaciones “sostenidas por el ciudadano Diego Hernández y algunos otros, y que US las ha tolerado sin reprehenderlos y castigarlos como era debido”.  Le pide al final que castigue a los chismosos y perturbadores del orden y de la paz.

            El 18 de noviembre se dirige al General de Brigada José Tadeo Monagas acusándole recibo del oficio en que solicita su traslado para Margarita o Cumaná “en atención a que no pudiendo pasar el ejército a Guayana, quedo errante sin destino en esta provincia”. 
           
Cuando después de la Batalla de El Juncal, Piar expuso su propósito de expedicionar sobre Guayana,  Monagas manifestó su deseo de participar dado que en 1815 junto con Cedeño había hecho un intento por tomar la provincia, pero Piar, al parecer, lo había pasado por alto.  De todas maneras se justificó con esta respuesta un tanto áspera:

 “Parece que US se resiste de que no le haya empleado en la Provincia, olvidándose que US mismo me ha pedido que no lo separe del ejército destinado a libertar a Guayana.  Condescendiendo en esta súplica, reservé a US su destino en el ejército; y si US por sus enfermedades o por otras causas no ha venido a incorporarse en él, no debe dirigirme quejas por un hecho en que no he tenido ninguna parte”.

De Río Claro, Piar pasa con su ejército a Pueblo Nuevo y el 4 de noviembre, preocupado porque el General de Brigada Pedro María Freites, quien se halla operando en Píritu, nada le informa sobre sus movimientos ni los del enemigo, le escribe llamándole la atención. Y advirtiéndole que “en adelante me dé sin falta partes frecuentes haya o no novedad, detalladamente el estado de sus fuerzas, su número, el de los enemigos, sus posiciones y todo lo que US crea conveniente”.

En las márgenes del Orinoco se encontraban Piar y Cedeño, listos para entrar de lleno sobre la Provincia de Guayana cuando llegó del Apure el oficial Joaquín Peña solicitando a nombre  de José Antonio Páez,  auxilios militares para rendir a San Fernando.

Esta misión conferida al edecán Joaquín Peña no obtuvo los resultados esperados, pues Piar aducía que “el ejército y el parque con que he emprendido librar a Guayana es el calculado para la campaña, y no podría desmembrarlo, sin exponer tal vez el resultado de una empresa que decide la libertad o esclavitud de Venezuela”.

Además, tomando en cuenta el punto y las ventajas del enemigo, consideraba que la gloria de liberar a San Fernando resultaría efímera e infructuosa, mientras Páez no contara con un parque suficiente para continuar la campaña.

Por otra parte, Piar, al igual que Bolívar, no compartía la conducta  de continuar obrando en partidas, aisladamente, como era el caso de algunos caudillos como Páez y creía que “mientras no presentemos al enemigo una masa fuerte e irresistible trabajamos en vano, comprometemos a los pueblos...”

Le dice a Páez que tan persuadido estaba de esta verdad que habría pasado con su ejército a unírsele “si la importancia y necesidad de ocupar a Guayana, y el haber dado principio a mis operaciones no me lo impidiesen.  Guayana es la llave de los Llanos, es la fortaleza de Venezuela: Guayana ha sido el  fuerte que ha derramado la esclavitud en la República.  Ella por su posición está en contacto con los países extranjeros y con todo el interior: ella está cubierta y defendida por un muro más fuerte que el bronce, por el Orinoco: ella, en fin, es el único país de Venezuela que exento de las calamidades de la guerra anterior nos ofrece recursos para proveernos de lo necesario, y el único punto de defensa que podemos elegir, así para establecer nuestros almacenes, como para tener un asilo seguro si la suerte nos redujese al último término.  La ocupación de Guayana debe ser, pues, con preferencia, el objeto de nuestros esfuerzos.  Sus ventajas son incalculables, y los males que produciría el dejarla a nuestra espalda son conocido de do venezolano.

Vea U aquí las razones que me impiden volar en su auxilio; vea también en ellas los fundamentos que tengo para proponerle que desistiendo de los proyectos que ahora lo ocupan, pase con su ejército a este lado para asegurar más y más el éxito de mi campaña y para salvar, a esos bravos defensores de la libertad, de la destrucción inevitable que los amenaza”.