Ciudad donde Piar perdió su invicto y conoció al que sería custodio de su prisión en Angostura
Pasa desde Cariaco a ocupar la
plaza de Cumaná –Sufre derrota, primera y única y la que marca su destino –
Conoce a Juan José Conde, quien será oficial de capilla durante la etapa de su
fusilamiento – La mala racha de los
patriotas continúa en Cartagena – Final de la Segunda República.
Ya a esta
altura, Bolívar y Mariño se hallan fuera de Venezuela y el ejército como el
gobierno supremo de la República, según bando publicado en Carúpano, ha quedado
en manos de los Generales José Félix Rivas y Manuel Piar. Boves
se halla en Barcelona organizando su ejército para trasladarse a Urica y
reunirse con Francisco Tomás Morales, su segundo, a fin de efectuar un nuevo
intento contra Bermúdez que se resiste en la plaza de Maturín y luego marchar
sobre Cumaná. Piar se hallaba con José Félix Ribas en Cariaco cuando éste lo
destinó a ocupar la plaza de Cumaná abriendo brecha contra el Capitán de Navío,
realista Juan de la Puente, bajo cuyo mando había quedado la plaza con una guarnición
escasamente numerosa. Una vez controlada esta plaza debía machar sobre Maturín
donde Ribas pensaba concentrar sus fuerzas..
Piar,
luego de reunir elementos dispersos, refuerza sus tropas con reclutas y marcha
con 600 hombres sobre Cumaná. Bate al enemigo en el ligero combate de Quebrada
de los Frailes, mientras el Capitán Juan de La Puente, no queriendo empeñar su
suerte, resuelve retirarse sobre Barcelona dejándole a Piar el camino expedito
para ocupar la plaza el 29 de septiembre.
Aquí en menos de treinta días,
Piar logra aumentar su fuerza con hombres mal armados, pero todos muy
voluntariosos. Pero en vez de proseguir
hasta Maturín, prefirió esperar a Boves para dale la Batalla ignorando que éste
duplicaba sus fuerzas.
Enterado
Boves de la ocupación de Cumaná, marcha sobre esta plaza el 15 de octubre con 1500 hombres divididos
en seis columnas y al siguiente día, 16 de octubre de 1814, en la sabana de El
Salado encuentra su única resistencia, la planteada por Piar en batalla
sangrienta y de la que pocos escaparon.
Vencedor Boves, entró en la ciudad como una tromba hidrópica de
sangre. De manera fatalista, esta
derrota marcará a Piar para siempre, vale decir, hasta el día de su
fusilamiento en Angostura, tres años después, exactamente un 16 de octubre
también. Coincidencialmente, en esta
batalla del Salado lo acompañaba Juan José Conde, quien será el oficial de
capilla el día de su fusilamiento.
Entonces era subteniente y lo había conocido en Cariaco donde éste se refugió tras haber
escapado de la desastrosa batalla de Aragua de Barcelona, donde pereció hasta
el Tigre Encaramado, el hombre que manejaba las riendas del caballo con la boca
mientras esgrimía contra el enemigo dos lanzas, una en cada mano.
Hasta entonces, Piar había sido
un líder invicto. El médico José Mercedes Gómez, cronista de Cumaná, en una
biografía escrita sobre José Francisco Bermúdez, narra el episodio del Salado,
de esta manera:
“El 16 de octubre se
aproximó Boves, con su ejército presto para el ataque y el saqueo posterior,
por el camino de los Bordones. Piar se dispuso a presentarle combate en campo
abierto, en la llamada sabana de El Salado, entre el mar y la ciudad, hoy
conocida como San Luis, con su tropa de unos 1.500 hombres recientemente
reclutados. Se combatió una hora aproximadamente, pero a pesar de la valentía
de su jefe, los soldados patriotas ante el avance arrollador de la infantería
realista, mejor organizada, emprendió desordenada retirada hacia las regiones
vecinas de la Ciudad que quedó desguarnecida. Piar pudo reunir unos 150 hombres
y con ellos, esquivando la persecución, se dirigió por el valle de San
Bonifacio a la costa de Paria. En Güiria, se encontraba Bideau con una
guarnición patriota. Hubo desavenencias entre ambos, por negarse Bideau a reconocerlo
como Jefe y tal vez malquerencias de meses anteriores, y lo obligó abandonar
Güiria. Ante esta situación, derrotado, sin poder dirigirse a Maturín en busca
de Ribas, por su enemistad con Bermúdez, ni a Margarita en donde había tenido
divergencias con Arismendi, tomó el camino de las Antillas y finalmente Haití,
refugio de todos los patriotas. Aquí se encontrarán los antiguos compañeros de
Chacachacare y emigrados de Nueva Granada y Venezuela, con sus afectos y
rencores, para el retorno de 1816, recorriendo en sentido inverso la ruta
antillana...”
Este
triunfo de José Tomás Boves sobre Piar lo regocijó tanto que dispuso celebrarlo
con una gran fiesta para la cual reclutaron
todos los músicos de la ciudad, unos cuarenta, la mayoría proveniente de
la emigración caraqueña. El baile duró
hasta las tres de la madrugada cuando el terrible hombre de Oviedo exhibió una
vez más su crueldad disponiendo la ejecución de quienes llenos de pánico habían
animado su fiesta.
Asegurada
la plaza de Cumaná, Boves salió a reunirse con Morales en Urica. Bermúdez le salió al paso en Los Magueyes,
pero fue derrotado. Al final no le quedó
otra alternativa que ponerse bajo las órdenes de José Félix Ribas que había
concentrado sus fuerzas en Maturín y desde aquí, luego de una controversia
entre ambos jefes, decidieron no aguardar al enemigo sino atacarlo en sus
propios dominios, en Urica, a 27 leguas de Maturín, donde también le siguió la
mala racha a los patriotas aun cuando José Tomás Boves quedó arroyado en el
sitio, atravesado por una lanza que según se dijo entonces vino disparada desde
las propias filas de Morales, quien se hallaba altamente resentido de aquél,
además de aspirar al mando del ejército. La especie tomó fuerza porque siete de
los principales jefes realistas que apoyaban a Juan Manuel Cajigal como sucesor
de Boves fueron decapitados y Morales se alzó como jefe absoluto del ejército
realista en oriente.
Seis
días después, 11 de diciembre, Francisco Tomás Morales terminó de liquidar en
Maturín los últimos restos del ejército patriota y de ellos no escapó Miguel
José Sanz, extraordinario patriota y sabio insigne, admirado por Humboldt, de
quien dijo que para conocerlo, bien
valía la pena emprender viaje de Europa a Venezuela.
El
comandante José Félix Ribas bajo cuyo mando agonizó y murió la Segunda
República, corrió con la misma suerte.
Delatado cerca de Tucupido, fue capturado y muerto. Su cabeza frita en aceite fue mandada a
Caracas y puesta en garfios a la entrada de la ciudad, camino de La Guaira.
Bermúdez
se refugió en Margarita todavía controlada por el general Juan Bautista
Arismendi hasta que llegó de España el General Pablo Morillo con su poderosa
escuadra de 60 buques y 15 mil soldados a ponerle fin de una vez a la
sublevación patriótica.. Francisco
Javier Yánez, en su Historia de la Provincia de Cumaná, dice que “algunos
de los patriotas que se hallaban en la isla en estos tristes momentos tuvieron
que sacrificar sus sentimientos y buscar por otra vía su salud. El General Bermúdez con otros se embarcó en
la escuadrilla sutil de Margarita y a favor de un chubasco salió por medio de
la escuadra española sin ser visto a causa de la oscuridad de la noche, y
recaló en una flechera a la isla inglesa de Granada, de donde pasó a Martinica
y San Thomas, y de aquí a Cartagena” para
comandar la defensa del sitio que el General Morillo le impuso desde el 26 de
agosto hasta el 6 de diciembre de 1815 que los patriotas se vieron obligados a
abandonarla acosados por el hambre, el
número de víctimas, el peligro de una epidemia
y la circunstancia de ser estrechados cada vez más por mar y
tierra. En los cuatro meses de sitio
había perdido Cartagena las dos terceras partes de una población estimada
entonces en más de veinte mil almas.
Además del
general José Francisco Bermúdez,
participaron en la defensa de Cartagena otros jefes patriotas venezolanos como
Carlos Soublette, Pedro León Torres y
Mariano Montilla. Todos ellos se
reunirán con Bolívar, Mariño y Piar en Haití, bajo la protección de Alejandro
Petión, gobernador de esta isla que recién había logrado independizarse de
Francia.
Venezuela y
Nueva Granada quedaban bajo el dominio de los realistas, apenas luchando como
guerrillas. Aisladamente en las llanuras
persistían, Andrés Rojas, en Maturín; José
Tadeo Monagas y Manuel Cedeño, en Guayana; Pedro Zaraza, en Guárico, Páez en
Apure y en Margarita, Juan Bautista Arismendi, quien el 15 de noviembre de 1815
entró en campaña, se apoderó de la isla y redujo los realistas a los Castillos
de La Asunción, Pampatar y Porlamar.
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