domingo, 16 de junio de 2013

CAPITULO IV / Piar pierde su invicto

Ciudad donde Piar perdió su invicto y conoció al que sería custodio de su prisión en Angostura

Pasa desde Cariaco a ocupar la plaza de Cumaná –Sufre derrota, primera y única y la que marca su destino – Conoce a Juan José Conde, quien será oficial de capilla durante la etapa de su fusilamiento  – La mala racha de los patriotas continúa en Cartagena – Final de la Segunda República.

            Ya a esta altura, Bolívar y Mariño se hallan fuera de Venezuela y el ejército como el gobierno supremo de la República, según bando publicado en Carúpano, ha quedado en manos de los Generales José Félix Rivas y Manuel Piar.  Boves  se halla en Barcelona organizando su ejército para trasladarse a Urica y reunirse con Francisco Tomás Morales, su segundo, a fin de efectuar un nuevo intento contra Bermúdez que se resiste en la plaza de Maturín y luego marchar sobre Cumaná. Piar se hallaba con José Félix Ribas en Cariaco cuando éste lo destinó a ocupar la plaza de Cumaná abriendo brecha contra el Capitán de Navío, realista Juan de la Puente, bajo cuyo mando había quedado la plaza con una guarnición escasamente numerosa. Una vez controlada esta plaza debía machar sobre Maturín donde Ribas pensaba concentrar sus fuerzas..

            Piar, luego de reunir elementos dispersos, refuerza sus tropas con reclutas y marcha con 600 hombres sobre Cumaná. Bate al enemigo en el ligero combate de Quebrada de los Frailes, mientras el Capitán Juan de La Puente, no queriendo empeñar su suerte, resuelve retirarse sobre Barcelona dejándole a Piar el camino expedito para ocupar la plaza el 29 de septiembre.   Aquí en menos de treinta días,  Piar logra aumentar su fuerza con hombres mal armados, pero todos muy voluntariosos.  Pero en vez de proseguir hasta Maturín, prefirió esperar a Boves para dale la Batalla ignorando que éste duplicaba sus fuerzas. 

            Enterado Boves de la ocupación de Cumaná, marcha sobre esta plaza  el 15 de octubre con 1500 hombres divididos en seis columnas y al siguiente día, 16 de octubre de 1814, en la sabana de El Salado encuentra su única resistencia, la planteada por Piar en batalla sangrienta y de la que pocos escaparon.  Vencedor Boves, entró en la ciudad como una tromba hidrópica de sangre.  De manera fatalista, esta derrota marcará a Piar para siempre, vale decir, hasta el día de su fusilamiento en Angostura, tres años después, exactamente un 16 de octubre también.  Coincidencialmente, en esta batalla del Salado lo acompañaba Juan José Conde, quien será el oficial de capilla el día de su fusilamiento.  Entonces era subteniente y lo había conocido  en Cariaco donde éste se refugió tras haber escapado de la desastrosa batalla de Aragua de Barcelona, donde pereció hasta el Tigre Encaramado, el hombre que manejaba las riendas del caballo con la boca mientras esgrimía contra el enemigo dos lanzas, una en cada mano.

Hasta entonces, Piar había sido un líder invicto. El médico José Mercedes Gómez, cronista de Cumaná, en una biografía escrita sobre José Francisco Bermúdez, narra el episodio del Salado, de esta manera:

“El 16 de octubre se aproximó Boves, con su ejército presto para el ataque y el saqueo posterior, por el camino de los Bordones. Piar se dispuso a presentarle combate en campo abierto, en la llamada sabana de El Salado, entre el mar y la ciudad, hoy conocida como San Luis, con su tropa de unos 1.500 hombres recientemente reclutados. Se combatió una hora aproximadamente, pero a pesar de la valentía de su jefe, los soldados patriotas ante el avance arrollador de la infantería realista, mejor organizada, emprendió desordenada retirada hacia las regiones vecinas de la Ciudad que quedó desguarnecida. Piar pudo reunir unos 150 hombres y con ellos, esquivando la persecución, se dirigió por el valle de San Bonifacio a la costa de Paria. En Güiria, se encontraba Bideau con una guarnición patriota. Hubo desavenencias entre ambos, por negarse Bideau a reconocerlo como Jefe y tal vez malquerencias de meses anteriores, y lo obligó abandonar Güiria. Ante esta situación, derrotado, sin poder dirigirse a Maturín en busca de Ribas, por su enemistad con Bermúdez, ni a Margarita en donde había tenido divergencias con Arismendi, tomó el camino de las Antillas y finalmente Haití, refugio de todos los patriotas. Aquí se encontrarán los antiguos compañeros de Chacachacare y emigrados de Nueva Granada y Venezuela, con sus afectos y rencores, para el retorno de 1816, recorriendo en sentido inverso la ruta antillana...”

            Este triunfo de José Tomás Boves sobre Piar lo regocijó tanto que dispuso celebrarlo con una gran fiesta para la cual reclutaron  todos los músicos de la ciudad, unos cuarenta, la mayoría proveniente de la emigración caraqueña.  El baile duró hasta las tres de la madrugada cuando el terrible hombre de Oviedo exhibió una vez más su crueldad disponiendo la ejecución de quienes llenos de pánico habían animado su fiesta.

            Asegurada la plaza de Cumaná, Boves salió a reunirse con Morales en Urica.  Bermúdez le salió al paso en Los Magueyes, pero fue derrotado.  Al final no le quedó otra alternativa que ponerse bajo las órdenes de José Félix Ribas que había concentrado sus fuerzas en Maturín y desde aquí, luego de una controversia entre ambos jefes, decidieron no aguardar al enemigo sino atacarlo en sus propios dominios, en Urica, a 27 leguas de Maturín, donde también le siguió la mala racha a los patriotas aun cuando José Tomás Boves quedó arroyado en el sitio, atravesado por una lanza que según se dijo entonces vino disparada desde las propias filas de Morales, quien se hallaba altamente resentido de aquél, además de aspirar al mando del ejército. La especie tomó fuerza porque siete de los principales jefes realistas que apoyaban a Juan Manuel Cajigal como sucesor de Boves fueron decapitados y Morales se alzó como jefe absoluto del ejército realista en oriente.

            Seis días después, 11 de diciembre, Francisco Tomás Morales terminó de liquidar en Maturín los últimos restos del ejército patriota y de ellos no escapó Miguel José Sanz, extraordinario patriota y sabio insigne, admirado por Humboldt, de quien dijo  que para conocerlo, bien valía la pena emprender viaje de Europa a Venezuela.

            El comandante José Félix Ribas bajo cuyo mando agonizó y murió la Segunda República, corrió con la misma suerte.  Delatado cerca de Tucupido, fue capturado y muerto.  Su cabeza frita en aceite fue mandada a Caracas y puesta en garfios a la entrada de la ciudad, camino de La Guaira.

            Bermúdez se refugió en Margarita todavía controlada por el general Juan Bautista Arismendi hasta que llegó de España el General Pablo Morillo con su poderosa escuadra de 60 buques y 15 mil soldados a ponerle fin de una vez a la sublevación patriótica..  Francisco Javier Yánez, en su Historia de la Provincia de Cumaná, dice que “algunos de los patriotas que se hallaban en la isla en estos tristes momentos tuvieron que sacrificar sus sentimientos y buscar por otra vía su salud.  El General Bermúdez con otros se embarcó en la escuadrilla sutil de Margarita y a favor de un chubasco salió por medio de la escuadra española sin ser visto a causa de la oscuridad de la noche, y recaló en una flechera a la isla inglesa de Granada, de donde pasó a Martinica y San Thomas, y de aquí a Cartagena”    para comandar la defensa del sitio que el General Morillo le impuso desde el 26 de agosto hasta el 6 de diciembre de 1815 que los patriotas se vieron obligados a abandonarla  acosados por el hambre, el número de víctimas, el peligro de una epidemia  y la circunstancia de ser estrechados cada vez más por mar y tierra.  En los cuatro meses de sitio había perdido Cartagena las dos terceras partes de una población estimada entonces en más de veinte mil almas.

Además del general José Francisco  Bermúdez, participaron en la defensa de Cartagena otros jefes patriotas venezolanos como Carlos Soublette,  Pedro León Torres y Mariano Montilla.   Todos ellos se reunirán con Bolívar, Mariño y Piar en Haití, bajo la protección de Alejandro Petión, gobernador de esta isla que recién había logrado independizarse de Francia.

Venezuela y Nueva Granada quedaban bajo el dominio de los realistas, apenas luchando como guerrillas.  Aisladamente en las llanuras persistían, Andrés Rojas, en  Maturín; José Tadeo Monagas y Manuel Cedeño, en Guayana; Pedro Zaraza, en Guárico, Páez en Apure y en Margarita, Juan Bautista Arismendi, quien el 15 de noviembre de 1815 entró en campaña, se apoderó de la isla y redujo los realistas a los Castillos de La Asunción, Pampatar y Porlamar.



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