viernes, 12 de julio de 2024

FUSILADO GENERAL MANUEL PIAR

FUSILADO GENERAL MANUEL PIAR Angostura 17 de octubre de 1817. i Corresponsal Ayer, a las cinco de la tarde, en la Plaza Mayor de esta ciudad, fue fusilado el General Manuel Piar por los delitos de insubordinación, deserción, sedición y conspiración, según sentencia «emanada del Consejo de guerra que conoció su causa, tro y cuarenta y cinco nunutos el ir fue conducido desde la casa que prisión hasta el costado occiden- atedral bajo la mirada de cientos i que rodeaban la plaza. El Gene- stía una sencilla esclavina azul y n de campaña. Al pie de la barí itallón de Honor, comandado por res, se le leyó por segunda vez la a cual escuchó con semblante in- :asi despectivo, una mano en un ¡oviendo levemente al pie derecho. Idas al muro de la Catedral se re¬vendado en dos ocasiones. Y dé¬lo y abriendo la esclavina, pidió a «•del pelotón de fusilamiento que bien. Un minuto después se eseu- arga y. Piar se desplomó, diato las columnas de las tropas ante su cadáver. Posteriormente fueron trasladados al cementarlo d sip honores de ninguna clase. Bolívar confirmó la sentencia sin degradnació , El Jefe Supremo, General Simón Bolívar, confirmó la sentencia pero sin degradación, a rber votado por ella tres de los in- el Consejo de Guerra: General José azoátegui, Coronel Tadeo Piñango Coronel Francisco Conde, jo de Guerra estuvo presidido por te Luis Brión, actuando como Fjs- iTal de Brigada Carlos Soublette y nsor el coronel Fernando Galindo, otario el Capitán José Ignacio Pu- nás de Anzoátegui, Piñango y Consejo estuvo conformado por el foro León Torres y los Coroneles y José María Carreño. La senten- idida por unanimidad después de e iniciarse el juicio, el cual, como se- omenzó el pasado 4 de octubre. El ir había sido detenido una semana a fecha en Aragua de Maturín por Manuel Cedeño, cumpliendo ór- :fe Supremo. ¡eron los testigos: el Coronel Juan íánchez, el Coronel Pedro Hernán- áente Coronel José Manuel Oliva- Érez José Peralta, el Capitán de xtio Diaz, el Capitán Ramón Ma- Cabos Primeros Timoteo Díaz y Sixto, v el Teniente Coronel Fran- n. clararon contra Piar. Sánchez dijo, General Piar. Entre esos documentos figura- ban una carta del Coronel Sánchez, una Carta del General Bermúdez, un oficio del General Cedeño, una esquela de Andrés Rojas y otras correspondencias de Bermúdez v del General Lara. *** Las últimas horas del héroe de San Félix Según el relato del Jefe de la Guardia l 1 Capitán Juan José Conde, Jefe de la Guardia, al ser en- trevistado por este corres- ponsal refirió la actuación del General Piar durante el para morir seaual fuere el modo que el des¬tino le depare”. ' —¿Qué respondió Piar? —Cerró los ojos y quedó inmóvil cornb en una especie de sopor. Después de un rato se le¬vantó y me dijo' “Capitán Conde, rto crea qsted que eso que ha advertido en mí sea úna debilidad. No es cobardía sino efecto de lo que sufrió mi corazón al oír esa bárbara sentencia, porque nunca creí que mis compañeros me condenaban a muerte, v lo que es más, deci¬dieron ejecutarme en esta plaza que vo hy contribuido tanto a libertar Era mejor que me hubieran asesinado secretamente. PITO en fin, va todo se acabó. Estov resuelto a tragar la cicuta. Mándeme llamar a Jorge Meleán” Al ir yq a entregarle su lente, que había reco¬gido del suelo, me dijo “Quédese con él. Ca¬pitán, pues siendo usted medio ciego, podrí ' serle útil". Y. después de un corto paseo por la sala, añadió' “Yo no estoy degradado, v dado ... íoategut, v^oronei rauco rmango loronel Francisco Conde. ) de Guerra estuvo presidido por ; Luis Brión, actuando como Fls- aJ de Brigada Carlos Soubiette y sor el coronel Fernando Galiydo, tario el Capitán José Ignacio Pú¬as de Anzoátegui, Piñango y onsejo estuvo conformado por el ro León Torres y los Coroneles José María Carreño. La senten- iida por unanimidad después de iniciarse el juicio, el cual, como se- ¡ nenzó el pasado 4 de octubre. El había sido detenido una semana fecha en Aragua dé Maturín por Vlanuel Cedeño, cumpliendo ór- e Supremo. ron los testigos: el Coronel Juan nchez, el Coronel Pedro Hernán- snte .Coroqjj José Manuel Oliva- ez José Peralta, el Capitán de lio Díaz, el Capitán Ramón Ma- üabos Primeros Timoteo Díaz y ixto, v el Teniente Coronel Fran- lararon contra Piar. Sánchez dijo, cosas, que el General Rojas le lado que un hermano suyo había i Piar en el Cuartel General de mtiagO, si tu no te pones a la ca- negros, estos picaros se burlan de il Coronel Hernández, por su ésto haberse encontrado con Piar !, \ éste le elijo que venía huyendo iones porque querían asesinarle, |ue ya él no obedecía las órdenes» jremo, siendo necesario reunir a rdos v matar a todos los blancos. Coronel Olivares declaró que Piar •guiado contar con el apoyo del ¡zoátegui. El Capitán de Navio a Piar de haberle dicho que los trataban de sacrificarle pero él, eunir un gran ejército de los hom- r. Peralta. Díaz y Sixto relataron res del arresto de Piar, destacando t a ser detenido. El Capitán Ma¬sías esfuerzos por impedir la de¬da del acusado. El Alférez Pildaín jejas de Piar por la supuesta per- je estaba sometido debido al color ; según Pildaín, Piar tenía el pro- ipartir con Mariño el gobierno del ndole el occidente a los oficiales 1 Piar negó todos los cargos. Re- nas expresiones y quejas amargas, aeron motivadas al suponer que e le calumniaba, y vilipendiaba, su resistencia a la orden de arres¬ello se debió a la exaltación de su ¡star presente en su memoria el n su contra hecho público por el a, el 5 de agosto. ) de Guerra fueron remitidos por -emo, General Bolívar, trece do- obatorios de la culpabilidad del General Piar. Entre esos documentos figura- ban una carta del Coronel Sánchez, una carta del General Bermúdez, un oficio del- General Cedeño, una esquela de Andrés Rojas y otras correspondencias de Bermúdez v del General Lara. d lucre el modo que el des- / ió Piar? > y quedó inmóvil como en >or. Después de un rato se le- “Capitán Conde, ilo crea 1 ha advertido en mí sea una :obardía sino efecto de lo que al oír esa bárbara sentencia, eí qué mis compañeros me uerte, Y lo que es más, deci- íe en esta plaza que . vo hy o a lihg-tar Era mejor que ■sinado sedMamente. Pero en ¡cabo. Estov resuelto a tragar eme llamar a Jorge Meleán” Jarle su lente, que había reso¬né dijo: “Qqédese con él, (la¬ido usted medio ciego, podrá spués de un corto paseo por la fo no estov degradado, v dado Oficial que ha de conducirme, que mandé vo la escolta que ha plieó usted? aba si eso podía'permitirse, íé dyo entonces? que solicitara la autorización lio. „ o hizo? íe dirigí al General Anzoátegui. cidió el General Anzoátegui? ebía permitírsele. .•accionó entonces Piar? ista largo rato en mi semillante, abra. Luego se sentó junto a la labia un coicifijo. Creí llegado el ortuno para preguntarle si dese uñase a algún sacerdote, espondíó? usted de eso ahora” —dijo, levaré ■tiéndose la mano c’n el bolsillo. Y pitan Conde, jamás he guardado ::or; mi corazón nunca ha sido los de los que me han vendido v Yó los perdono v también pido ited por las impertinencias que dé rido” fo? o le trajeron el almuerzo, nada le jlo de cuando en cuando me pedia sangría. Gomo a las once y media, ma pequeña esclavina que usaba, Vo tengo un gran uniforme que po- a morir como Ney, pero me basta ina”. Le repliqué: “Por Dios, Ce¬se de eso y piense en su alma", é contestó? i jo que vo tenía razón, v que 11a- rovisor, el cual vino pronto V lo con-ques el General me encargó de ávi¬do llegara la llora. A un cuarto para .... t - -i,.—, iJS, * . intención de hacer daño alguno al gooiemu v menos aún a la causa independentista. Maturín, Enviado especial l,a viuda del General Manuel Piar, doña María Marta Boom, denunció que se lía de-satado una terrible persecución contra ella v los amigos eje su difunto esposo. I odo lo que ha sucedido -declara Marta Boom se‘debe a la envidia de muchos oficia¬les por las brillantes victorias de Manuel. De un tiempo para acá Manuel me venía dicien- iío que querían asesinarlo, porque él era pardo v curazoleño v no formaba parte del círculo de mantuanos que quería apoderarse del país. ' v * .A agregó' En Angostura, al iniciarse la campaña contra mi marido, los soldados del General Benitúdez- invadieron nuestra casa. \ se lleva¬ron todos los objetos de valor vel dinero que. habíamos ahorrado. Luego me amenazaron de muerte si no les informaba el paradero de Manuel. Después arrestaron a los oficiales Mina v Meleán por haberse desempeñado como' edecanes dé mi esposo. La señora viuda de Piar hizo otros comen¬tarios. —-¿Por qué no fusilaron al General Marino, que en el Congreso de Cariaco pretendió convertirse en Jefe Supremo? este otro: —No pasará mucho tiempo sin que el pro¬pio General Bolívar se arrepienta. *** El Fiscal Soublette "Yó pedí la condena a la horca 99 Angostura, corresponsal El General Carlos Soublette, Fiscal del jui¬cio seguido al General Piar, declaró a este pe- o siglo s das nupcias con Pedro Oolom de Curazao. La familia Piar se vio involucrada en el movimiento revolucionario de Gu-d y España. María Isabel Gómez y su hijo Manuel Piar fueron expulsados del terri ¬torio venezolano en 1798, donde se ha¬llaban desde 1784. Durante ese tiempo Manuel Piar acompañó a su padre en la navegación de los mares antillanos, con¬virtiéndose en experto marino. En 1798 Piar contrae nupcias con María Marta Boom. Ese mismo año naA- su primogénita María Isabel Piar Boom. A los treinta años de edad, en 1804, comandaba un pelotón de mili-cias. participando en la lucha contra los ingleses invasores de Curazao. Ocupada la isla. Piar Ja abandona y se refugia en Haití. En 1810 se encuentra de nuevo en La Guaira, después de casi trece años de ausencia. En 1811 es nombrado Alférez de fragata y presta sus servicios en la Marina de Guerra en Puerto Cabello. El buque donde servía Piar, una lancha ca-ñonera, navegará hacia las aguas del Orinoco, a someter la insurrecta provin¬cia de Guayaría. Al perderse la Primera República, se refugia en Trinidad. En 1813 vuelve a Tierra Firme a las órdenes del General Santiago. Mario, m, participando así en la reconquista del Oriente. Ya en 1812 era Teniente. En 1813 asciende a Coronel. Y euattdo abandona el país en 1815, con la caída de la Segunda República, es General de Brigada. De sus muchas batallas libra¬das en esa época sólo conoció la derrota fí ente a Boves. En 1816 se incorpora a la expedieiói de Los Cayos, bajo el mando de Bolívar. Con el grado de General de División participa en el combate naval de Los Frailes*. Desembarca en Campano y pos¬teriormente incursiona sobre Maturín. Su último triunfo en San Félix aseguró ia conquista de Guayana. “La victoria que ha obtenido el General Piar en San Félix -escribió Bolívar a Leandro Pa- lacios— es el más brillante suceso que hayan alcanzado nuestras armas en Ve¬nezuela”. El Genera! Piar era de regular estatura, ojos azules, barbilampiño y su tez algo ro¬sada: de imaginación e ingenio vivo; va lieute y emprendedor, pero poco aplicado a la disciplina militar; tuerte en sus opinio¬nes, con las cuales siempre quería preva¬lecer; los transportes de su genio le hacían frecuentemente reprender con acrimonia; pero fácil luego en apaciguarse, llegando a veos liasta pedir peidóu al subalterno a quien creyó ofenderle; era también sincero, atable y cortés en sus modales. Solía entre¬tenerse con algunas obras de historia. Era afortunado a la par que valiente. i fltlfl ÍWi L ILU las cinco di* la. madrugada lé dije que se pre¬parara. Entónete tomó el crucifijo, rezó una plegaria y lo besó. Y ya en la puerta, cuando íbamos a salir, me miró con cierta tristeza y dijo: ¿Conque ni siquiera se me permite man¬dar la escolta?" El defensor y la viuda denuncian irregularidades No hubo pruebas y los testigos eran enemigos del acusado : dice el defensor Calinda *** Angostura, Corresponsal El Coronel Fernando alindo, encargado de la defensa del General Piar, declaró que en el transcurso del juicio no se presentaron prue¬bas concretas contra el acusado, añadiendo que la mayoría de los testigos eran enemigos personales de su defendido. Ni un solo docu¬mento, ni una sola proclama con la firma de Piar pudo ser presentado al Consejo de Gue¬rra. Y menos aún mapas y otros indicios de los supuestos planes sediciosos atribuidos ai acu¬sado. Todo eso dijo Galludo. Prosiguió el defensor señalando que la ma¬yoría de los testigos eran enemigos personales de Piar. El Coronel Francisco Sánchez file ex-pulsado del ejército de Piar por su irregular comportamiento, y juró vengarse. En cuanto al Coronel Hernández, Piar le reprendió pú¬blica y duramente en la batalla de San Félix. Y si es el Teniente Coronel Olivares, nadie ig¬nora que tuvo un violento altercado.con Piar en Upala. Finalizó el Coronel Galindo afir-mando que el General Piar se sintió acorra¬lado, desahogándose con sus quejas pero sin intención de hacer daño alguno al gobierno v menos aún a la pausa independentista. Maturín, Enviado especial La viuda del General Manuel Piar, doña María Marta Boom, denunció que se ha de¬satado una terrible persecución contra ella y los amigos de su difunto esposo. Todo lo que ha sucedido declara Marta Boom se debe a la envidia de muchos oficia¬les por las brillantes victorias de Manuel. De un tiempo para acá Manuel me venía dicien¬do que querían asesinarlo, porque él era pardo v curazoleño v no formaba parte del círculo de mantuanos que quería apoderarse del país. Y agregó1 En Angostura, al iniciarse la campaña contra mi marido, los soldados del (íeneral Bermúdez-invadieron nuestra casa, v se lleva¬ron todos los objetos de valor v el dinero que habíamos ahorrado, lluego me amenazaron de muerte si no les informaba el paradero de Manuel. Después arrestaron a los oficiales Mina v Meleán por haberse desempeñado contó' edecanes de mi esposo. T «-i.-» A±x Dnir Vn zn nf rrtsz ífirntri- riodista que había pedido la pena de la horca ' para el acusado. « (■ -Se comprobó en el juicio señala Souble-r te que Piar era culpable de conspiración contra la sociedad y contra el gobierno. No so¬lamente eso: también era un desertor, un in-subordinado y un sedicioso. Y por si futra poco, hizo armas contra los subalternos del Jefe Supremo. —¿Cuándo fue eso? En el momento de ser arrestado. t Añadió el General Soublette que esos delitos se castigan con la pena de la- horca, según el artículo 26. tratado octavo, título décimo di¬tas Ordenanzas del ejército. —¿Y por qué lo fusilaron y no lo ahorca¬ron? -Creo replica boublelte que los inte-grantes del Consejo de Guerra desearon expre¬sar un reconocimiento a la sin duda brillante hoja de servicios del General Piar. En cuanto a mí, como Fiscal del juicio, estaba en el deber de pedir la pena que los delitos del acusado,' exigía. No quiso añadir nada más el General Sou¬blette. "'**.$* Semblanza ,E1 General Manuel Piar nació en el mes - de abril de 1774, en la ciudad de Wi- Hernstadt. barrio de Otrabanda, < ’.ura- zao, hijp natural de María Isabel Gómez Quernp. mulata holandesa, y de Fer¬nando Piar Lottyn, capitán de la marina mercante, nacido en las islas Canarias, con negocios eri Curazao y La Guaira. Posteriormente Fernando Piar reconoció¬los tres hijos tenidos con María Isabel Gómez, casándose con ella. Fernando Piar lallecip en la última década del siglo XVIII y su viuda contrajo segun¬das nupcias con Pedro ( biombo, natural de Curazao. La familia Piar se vio involucrada $¡n el movimiento revolucionario de Gual y España. María Isabel Gómez y su hijo Manuel Piar fueron expulsados del terri¬torio venezolano en 1798, donde se ha¬llaban desde 1784. Durante ese tiempo Manuel Piar acompañó a su padre en la navegación de los mares antillanos, con¬virtiéndose en experto marino. v En 1798 Piar contrae nupcias con María Marta Boom. Ese mismo año nace su primogénita María Isabel Piar Boom. A los treinta años de edad, en 1804. comandaba un pelotón de mili-cias, participando en la lucht^s '#’'a los ingleses invasores de Curazaos-sí?™pada la isla. Piar la abandona y se refugia en Haití. En 1810-se encuentra de nuevo en La Guaira, después de casi trece años de ausencia. En 1811 es nombrado Alférez de Fragata y presta sus servicios en la Marina de Guerra en Puerto Cabello. El buque donde servía Piar, una lancha ca- i fltlfl ÍWi L ILU las cinco di* la. madrugada lé dije que se pre¬parara. Entónete tomó el crucifijo, rezó una plegaria y lo besó. Y ya en la puerta, cuando íbamos a salir, me miró con cierta tristeza y dijo: ¿Conque ni siquiera se me permite man¬dar la escolta?" El defensor y la viuda denuncian irregularidades No hubo pruebas y los testigos eran enemigos del acusado : dice el defensor Calinda *** Angostura, Corresponsal El Coronel Fernando alindo, encargado de la defensa del General Piar, declaró que en el transcurso del juicio no se presentaron prue¬bas concretas contra el acusado, añadiendo que la mayoría de los testigos eran enemigos personales de su defendido. Ni un solo docu¬mento, ni una sola proclama con la firma de Piar pudo ser presentado al Consejo de Gue¬rra. Y menos aún mapas y otros indicios de los supuestos planes sediciosos atribuidos ai acu¬sado. Todo eso dijo Galludo. Prosiguió el defensor señalando que la ma¬yoría de los testigos eran enemigos personales de Piar. El Coronel Francisco Sánchez file ex-pulsado del ejército de Piar por su irregular comportamiento, y juró vengarse. En cuanto al Coronel Hernández, Piar le reprendió pú¬blica y duramente en la batalla de San Félix. Y si es el Teniente Coronel Olivares, nadie ig¬nora que tuvo un violento altercado.con Piar en Upala. Finalizó el Coronel Galindo afir-mando que el General Piar se sintió acorra¬lado, desahogándose con sus quejas pero sin intención de hacer daño alguno al gobierno v menos aún a la pausa independentista. Maturín, Enviado especial La viuda del General Manuel Piar, doña María Marta Boom, denunció que se ha de¬satado una terrible persecución contra ella y los amigos de su difunto esposo. Todo lo que ha sucedido declara Marta Boom se debe a la envidia de muchos oficia¬les por las brillantes victorias de Manuel. De un tiempo para acá Manuel me venía dicien¬do que querían asesinarlo, porque él era pardo v curazoleño v no formaba parte del círculo de mantuanos que quería apoderarse del país. Y agregó1 En Angostura, al iniciarse la campaña contra mi marido, los soldados del (íeneral Bermúdez-invadieron nuestra casa, v se lleva¬ron todos los objetos de valor v el dinero que habíamos ahorrado, lluego me amenazaron de muerte si no les informaba el paradero de Manuel. Después arrestaron a los oficiales Mina v Meleán por haberse desempeñado contó' edecanes de mi esposo. T «-i.-» A±x Dnir Vn zn nf rrtsz ífirntri- riodista que había pedido la pena de la horca ' para el acusado. « (■ -Se comprobó en el juicio señala Souble-r te que Piar era culpable de conspiración contra la sociedad y contra el gobierno. No so¬lamente eso: también era un desertor, un in-subordinado y un sedicioso. Y por si futra poco, hizo armas contra los subalternos del Jefe Supremo. —¿Cuándo fue eso? En el momento de ser arrestado. t Añadió el General Soublette que esos delitos se castigan con la pena de la- horca, según el artículo 26. tratado octavo, título décimo di¬tas Ordenanzas del ejército. —¿Y por qué lo fusilaron y no lo ahorca¬ron? -Creo replica boublelte que los inte-grantes del Consejo de Guerra desearon expre¬sar un reconocimiento a la sin duda brillante hoja de servicios del General Piar. En cuanto a mí, como Fiscal del juicio, estaba en el deber de pedir la pena que los delitos del acusado,' exigía. No quiso añadir nada más el General Sou¬blette. i fltlfl ÍWi L ILU las cinco di* la. madrugada lé dije que se pre¬parara. Entónete tomó el crucifijo, rezó una plegaria y lo besó. Y ya en la puerta, cuando íbamos a salir, me miró con cierta tristeza y dijo: ¿Conque ni siquiera se me permite man¬dar la escolta?" El defensor y la viuda denuncian irregularidades No hubo pruebas y los testigos eran enemigos del acusado : dice el defensor Calinda *** Angostura, Corresponsal El Coronel Fernando alindo, encargado de la defensa del General Piar, declaró que en el transcurso del juicio no se presentaron prue¬bas concretas contra el acusado, añadiendo que la mayoría de los testigos eran enemigos personales de su defendido. Ni un solo docu¬mento, ni una sola proclama con la firma de Piar pudo ser presentado al Consejo de Gue¬rra. Y menos aún mapas y otros indicios de los supuestos planes sediciosos atribuidos ai acu¬sado. Todo eso dijo Galludo. Prosiguió el defensor señalando que la ma¬yoría de los testigos eran enemigos personales de Piar. El Coronel Francisco Sánchez file ex-pulsado del ejército de Piar por su irregular comportamiento, y juró vengarse. En cuanto al Coronel Hernández, Piar le reprendió pú¬blica y duramente en la batalla de San Félix. Y si es el Teniente Coronel Olivares, nadie ig¬nora que tuvo un violento altercado.con Piar en Upala. Finalizó el Coronel Galindo afir-mando que el General Piar se sintió acorra¬lado, desahogándose con sus quejas pero sin intención de hacer daño alguno al gobierno v menos aún a la pausa independentista. Maturín, Enviado especial La viuda del General Manuel Piar, doña María Marta Boom, denunció que se ha de¬satado una terrible persecución contra ella y los amigos de su difunto esposo. Todo lo que ha sucedido declara Marta Boom se debe a la envidia de muchos oficia¬les por las brillantes victorias de Manuel. De un tiempo para acá Manuel me venía dicien¬do que querían asesinarlo, porque él era pardo v curazoleño v no formaba parte del círculo de mantuanos que quería apoderarse del país. Y agregó1 En Angostura, al iniciarse la campaña contra mi marido, los soldados del (íeneral Bermúdez-invadieron nuestra casa, v se lleva¬ron todos los objetos de valor v el dinero que habíamos ahorrado, lluego me amenazaron de muerte si no les informaba el paradero de Manuel. Después arrestaron a los oficiales Mina v Meleán por haberse desempeñado contó' edecanes de mi esposo. T «-i.-» A±x Dnir Vn zn nf rrtsz ífirntri- riodista que había pedido la pena de la horca ' para el acusado. « (■ -Se comprobó en el juicio señala Souble-r te que Piar era culpable de conspiración contra la sociedad y contra el gobierno. No so¬lamente eso: también era un desertor, un in-subordinado y un sedicioso. Y por si futra poco, hizo armas contra los subalternos del Jefe Supremo. —¿Cuándo fue eso? En el momento de ser arrestado. t Añadió el General Soublette que esos delitos se castigan con la pena de la- horca, según el artículo 26. tratado octavo, título décimo di¬tas Ordenanzas del ejército. —¿Y por qué lo fusilaron y no lo ahorca¬ron? -Creo replica boublelte que los inte-grantes del Consejo de Guerra desearon expre¬sar un reconocimiento a la sin duda brillante hoja de servicios del General Piar. En cuanto a mí, como Fiscal del juicio, estaba en el deber de pedir la pena que los delitos del acusado,' exigía. No quiso añadir nada más el General Sou¬blette. "'**.$* Semblanza ,E1 General Manuel Piar nació en el mes - de abril de 1774, en la ciudad de Wi- Hernstadt. barrio de Otrabanda, < ’.ura- zao, hijp natural de María Isabel Gómez Quernp. mulata holandesa, y de Fer¬nando Piar Lottyn, capitán de la marina mercante, nacido en las islas Canarias, con negocios eri Curazao y La Guaira. Posteriormente Fernando Piar reconoció¬los tres hijos tenidos con María Isabel Gómez, casándose con ella. Fernando Piar lallecip en la última década del siglo XVIII y su viuda contrajo segun¬das nupcias con Pedro ( biombo, natural de Curazao. La familia Piar se vio involucrada $¡n el movimiento revolucionario de Gual y España. María Isabel Gómez y su hijo Manuel Piar fueron expulsados del terri¬torio venezolano en 1798, donde se ha¬llaban desde 1784. Durante ese tiempo Manuel Piar acompañó a su padre en la navegación de los mares antillanos, con¬virtiéndose en experto marino. v En 1798 Piar contrae nupcias con María Marta Boom. Ese mismo año nace su primogénita María Isabel Piar Boom. A los treinta años de edad, en 1804. comandaba un pelotón de mili-cias, participando en la lucht^s '#’'a los ingleses invasores de Curazaos-sí?™pada la isla. Piar la abandona y se refugia en Haití. En 1810-se encuentra de nuevo en La Guaira, después de casi trece años de ausencia. En 1811 es nombrado Alférez de Fragata y presta sus servicios en la Marina de Guerra en Puerto Cabello. El buque donde servía Piar, una lancha ca- i fltlfl ÍWi L ILU las cinco di* la. madrugada lé dije que se pre¬parara. Entónete tomó el crucifijo, rezó una plegaria y lo besó. Y ya en la puerta, cuando íbamos a salir, me miró con cierta tristeza y dijo: ¿Conque ni siquiera se me permite man¬dar la escolta?" El defensor y la viuda denuncian irregularidades No hubo pruebas y los testigos eran enemigos del acusado : dice el defensor Calinda *** Angostura, Corresponsal El Coronel Fernando alindo, encargado de la defensa del General Piar, declaró que en el transcurso del juicio no se presentaron prue¬bas concretas contra el acusado, añadiendo que la mayoría de los testigos eran enemigos personales de su defendido. Ni un solo docu¬mento, ni una sola proclama con la firma de Piar pudo ser presentado al Consejo de Gue¬rra. Y menos aún mapas y otros indicios de los supuestos planes sediciosos atribuidos ai acu¬sado. Todo eso dijo Galludo. Prosiguió el defensor señalando que la ma¬yoría de los testigos eran enemigos personales de Piar. El Coronel Francisco Sánchez file ex-pulsado del ejército de Piar por su irregular comportamiento, y juró vengarse. En cuanto al Coronel Hernández, Piar le reprendió pú¬blica y duramente en la batalla de San Félix. Y si es el Teniente Coronel Olivares, nadie ig¬nora que tuvo un violento altercado.con Piar en Upala. Finalizó el Coronel Galindo afir-mando que el General Piar se sintió acorra¬lado, desahogándose con sus quejas pero sin intención de hacer daño alguno al gobierno v menos aún a la pausa independentista. Maturín, Enviado especial La viuda del General Manuel Piar, doña María Marta Boom, denunció que se ha de¬satado una terrible persecución contra ella y los amigos de su difunto esposo. Todo lo que ha sucedido declara Marta Boom se debe a la envidia de muchos oficia¬les por las brillantes victorias de Manuel. De un tiempo para acá Manuel me venía dicien¬do que querían asesinarlo, porque él era pardo v curazoleño v no formaba parte del círculo de mantuanos que quería apoderarse del país. Y agregó1 En Angostura, al iniciarse la campaña contra mi marido, los soldados del (íeneral Bermúdez-invadieron nuestra casa, v se lleva¬ron todos los objetos de valor v el dinero que habíamos ahorrado, lluego me amenazaron de muerte si no les informaba el paradero de Manuel. Después arrestaron a los oficiales Mina v Meleán por haberse desempeñado contó' edecanes de mi esposo. T «-i.-» A±x Dnir Vn zn nf rrtsz ífirntri- riodista que había pedido la pena de la horca ' para el acusado. « (■ -Se comprobó en el juicio señala Souble-r te que Piar era culpable de conspiración contra la sociedad y contra el gobierno. No so¬lamente eso: también era un desertor, un in-subordinado y un sedicioso. Y por si futra poco, hizo armas contra los subalternos del Jefe Supremo. —¿Cuándo fue eso? En el momento de ser arrestado. t Añadió el General Soublette que esos delitos se castigan con la pena de la- horca, según el artículo 26. tratado octavo, título décimo di¬tas Ordenanzas del ejército. —¿Y por qué lo fusilaron y no lo ahorca¬ron? -Creo replica boublelte que los inte-grantes del Consejo de Guerra desearon expre¬sar un reconocimiento a la sin duda brillante hoja de servicios del General Piar. En cuanto a mí, como Fiscal del juicio, estaba en el deber de pedir la pena que los delitos del acusado,' exigía. No quiso añadir nada más el General Sou¬blette. quedó inmóvil como en por.,Después de un rato se íe- r “Capitán Conde, tío crea e lia advertido en mí sea una cobardía sino efecto de lo que i al oír esa bárbara sentencia, reí que mis compañeros me tuerte. Y lo que es más, deci- le en esta plaza qufovo he o a litjgrtar Era mejor que sirtado secretamente. Pero en cabó. Estov resuelto a tragar eme llamar a Jorge Meleán” [arle su lente, que había re&- íe dijo: “Quédese con él, (la¬do usted medio' cjego, podrá ipués de un corto paseo por la o no estov degradado, v dado Jlíc ial que ha de conducirme, ue mande yo la escolta que ha licó usted;1 Da si eso podía' permitirse. ■ dijp entonces? jue solicitara la autorización o. • hizo? dirigí al General Anzoátegui. idió el General Anzoátegui? iía permitírsele. :cionó entonces Piar? a largo rato en mi sembjante, ra. Luego se sentó junto a la lía un crucifijo. Creí llegado el uno para preguntarle si dese ase a algún sacerdote, jondió? ed de eso ahora” —dijo, levan- ndose la inano en él bolsillo. Y án Conde, jamás he guardado ; mi corazón nunca ha sido de los que me han vendido v i los perdono v también pido por las impertinencias que de trajeron el almuerzo, nada le le cuando en cuando me pedía grfa. Como a las once y media, pequeña esclavina que usaba, rngo un gran uniforme que po- orir como Ney, pero me basta . Le repliqué: “Por Dios, Ge- ■ eso y piense en su alma", itestó? |ue vo tenía razón, v que lla- or, el cual vino pronto v lo con- d (¡eneral me encargó de a vi - egara la hora. A un cuarto para __ « t—AJSJÍM4& . ... laclo, aesanoganaost* cun sus. VJ oitx intenciqp de hacer daño alguno al gobierno v menos aún a la causa independentista. Maturín, Enviado especial La- viuda del General Manuel Fia?, doña María Marta Boom, denunció que se ha de¬satado una terrible persecución contra ella v los amigos'de su dilunto esposo. l odoilo que ha sucedido -declara Marta Boom se debe a la envidia de muchos oficia¬les por las brillantes victorias de Manuel. De an tiempo para acá Manuel me venía dicien¬do que querían asesinarlo, porque él era* pardo v curazoleño v no formaba parte del círculo de mantuanos que quería apoderarse del país. agregó1 En Angostura, al iniciarse la campaña contra mi marido, los soldados "del General Benhúdez- invadieron nuestra casa, \ se lleva¬ron lodos los objetos de valor v el dinero que habíamos ahorrado. Luego me amenazaron de muerte si no les informaba el paradero de Manuel Después arrestaron a los oficiales Mina ’ v Meleán. por haberse desempeñado como'edecanes de mi esposo. La señora viuda de Piar hizo otros comen¬tarios. —-¿Por qué no fusilaron al General Marino, que en el Congreso de Cariaco pretendió conv ertirse en Jefe Supremo? este otro: —No pasará mucho tiempo sin que el pro¬pio General Bolívar se arrepienta. El Fiscal Soublelte rr Yo pedí la condena a la horca” Angostura, corresponsal El General Carlos Soublette, Fiscal del jui¬ cio seguido al General Piar, declaró a este pe- tA u*— fiar -i-■talleció en ia. uuiti iar ui i.m—— siglo XV11I y su viuda contrajo segun¬das nupcias con Pedro Colombo, natural de Curazao. La familia Piar se vio involucrada en el movimiento revolucionario de Cual y España. María Isabel Gómez y su hijo Manuel Piar fueron expulsados del terri¬torio venezolano en 1798, donde se ha¬llaban desde 1784. Durante ese tiempo Manuel Piar acompañó a su padre en la naypgación de los mares antillanos, con¬virtiéndose en experto marino. Eli 1798 Piar contrae nupcias con Muría Marta Boom- Ese mismo año nace su primogénita María Isabel Piar Boom. A los treinta años de edad, en 1804, comandaba un pelotón de mili-cias, participando en la lucha contra los ingleses invasores de Curazao. Ocupada la isla. Piar la abandona y se refugia en Haití. En 1810 se encuentra de nuevo en La Chaira,' después de .casi trece años de ausencia. En 1811 es nombrado Altérez de Fragata y presta sus servicios en la Marina de Guerra en Puerto Cabello. El buque donde servía Piar, una lancha ca-ñonera, navegará hacia las aguas del Orinoco, a someter la insurrecta provin¬cia de Guayaría. Al perderse la Primera República, se refugia en I rinidad. Ett 1814 vuelve a f ierra Firme a !a> órdenes del General Santiago Ntariño, participando así en la reconquista del Oriente. Ya en 1812,era Teniente.vEii 1814 asciende a Coronel. Y cuando abandona el país en 1815, con la caída de la Segunda República, es General de Brigada. De sus muchas batallas libra¬das en esa época sólo coi tocio la derrota frente a Boves. En 1816 se incorporaba la expedición de Los Cayos, bajo el mando de Bolívar. Con el grado de General de División participa’ en el combate naval de Los Frailes. Desembarca en Campano y pos¬teriormente incursiona sobre Maturín. Su último triunfo en San Félix aseguró la conquista de Guayaná. “La victoria quería obtenido el General Piar en San Félix -escribió Bolívar a Leandro Pa¬lacios— es el más brillante suceso que hayan alcanzado nuestras armas en V e- nezuela”. El General Piar era de regular estatura,, ojos azules, barbilampiño y su tez algo ro¬sada: de imaginación e ingenio vivo; va¬liente y emprendedor, pero poco aplicado a la disciplina militar; fuerte en sus opinio¬nes, con las cuales siempre quería preva¬lecer; los transportes de su genio le hacían frecuentemente reprender con acrimonia; pero ' '^ Qsgo en apaciguarse, llegando a vecesDiaáa- pedir perdón al subalterno a quien creyó ofenderle; era también sincero, afable y cortés en sus modales. Solía entre¬tenerse con algia tas obras de historia. Era afortunado a la par que valiente. - quedó inmóvil como en por.,Después de un rato se íe- r “Capitán Conde, tío crea e lia advertido en mí sea una cobardía sino efecto de lo que i al oír esa bárbara sentencia, reí que mis compañeros me tuerte. Y lo que es más, deci- le en esta plaza qufovo he o a litjgrtar Era mejor que sirtado secretamente. Pero en cabó. Estov resuelto a tragar eme llamar a Jorge Meleán” [arle su lente, que había re&- íe dijo: “Quédese con él, (la¬do usted medio' cjego, podrá ipués de un corto paseo por la o no estov degradado, v dado Jlíc ial que ha de conducirme, ue mande yo la escolta que ha licó usted;1 Da si eso podía' permitirse. ■ dijp entonces? jue solicitara la autorización o. • hizo? dirigí al General Anzoátegui. idió el General Anzoátegui? iía permitírsele. :cionó entonces Piar? a largo rato en mi sembjante, ra. Luego se sentó junto a la lía un crucifijo. Creí llegado el uno para preguntarle si dese ase a algún sacerdote, jondió? ed de eso ahora” —dijo, levan- ndose la inano en él bolsillo. Y án Conde, jamás he guardado ; mi corazón nunca ha sido de los que me han vendido v i los perdono v también pido por las impertinencias que de trajeron el almuerzo, nada le le cuando en cuando me pedía grfa. Como a las once y media, pequeña esclavina que usaba, rngo un gran uniforme que po- orir como Ney, pero me basta . Le repliqué: “Por Dios, Ge- ■ eso y piense en su alma", itestó? |ue vo tenía razón, v que lla- or, el cual vino pronto v lo con- d (¡eneral me encargó de a vi - egara la hora. A un cuarto para __ « t—AJSJÍM4& . ... laclo, aesanoganaost* cun sus. VJ oitx intenciqp de hacer daño alguno al gobierno v menos aún a la causa independentista. Maturín, Enviado especial La- viuda del General Manuel Fia?, doña María Marta Boom, denunció que se ha de¬satado una terrible persecución contra ella v los amigos'de su dilunto esposo. l odoilo que ha sucedido -declara Marta Boom se debe a la envidia de muchos oficia¬les por las brillantes victorias de Manuel. De an tiempo para acá Manuel me venía dicien¬do que querían asesinarlo, porque él era* pardo v curazoleño v no formaba parte del círculo de mantuanos que quería apoderarse del país. agregó1 En Angostura, al iniciarse la campaña contra mi marido, los soldados "del General Benhúdez- invadieron nuestra casa, \ se lleva¬ron lodos los objetos de valor v el dinero que habíamos ahorrado. Luego me amenazaron de muerte si no les informaba el paradero de Manuel Después arrestaron a los oficiales Mina ’ v Meleán. por haberse desempeñado como'edecanes de mi esposo. La señora viuda de Piar hizo otros comen¬tarios. —-¿Por qué no fusilaron al General Marino, que en el Congreso de Cariaco pretendió conv ertirse en Jefe Supremo? este otro: —No pasará mucho tiempo sin que el pro¬pio General Bolívar se arrepienta. El Fiscal Soublelte rr Yo pedí la condena a la horca” Angostura, corresponsal El General Carlos Soublette, Fiscal del jui¬ cio seguido al General Piar, declaró a este pe- tA u*— fiar -i-■talleció en ia. uuiti iar ui i.m—— siglo XV11I y su viuda contrajo segun¬das nupcias con Pedro Colombo, natural de Curazao. La familia Piar se vio involucrada en el movimiento revolucionario de Cual y España. María Isabel Gómez y su hijo Manuel Piar fueron expulsados del terri¬torio venezolano en 1798, donde se ha¬llaban desde 1784. Durante ese tiempo Manuel Piar acompañó a su padre en la naypgación de los mares antillanos, con¬virtiéndose en experto marino. Eli 1798 Piar contrae nupcias con Muría Marta Boom- Ese mismo año nace su primogénita María Isabel Piar Boom. A los treinta años de edad, en 1804, comandaba un pelotón de mili-cias, participando en la lucha contra los ingleses invasores de Curazao. Ocupada la isla. Piar la abandona y se refugia en Haití. En 1810 se encuentra de nuevo en La Chaira,' después de .casi trece años de ausencia. En 1811 es nombrado Altérez de Fragata y presta sus servicios en la Marina de Guerra en Puerto Cabello. El buque donde servía Piar, una lancha ca-ñonera, navegará hacia las aguas del Orinoco, a someter la insurrecta provin¬cia de Guayaría. Al perderse la Primera República, se refugia en I rinidad. Ett 1814 vuelve a f ierra Firme a !a> órdenes del General Santiago Ntariño, participando así en la reconquista del Oriente. Ya en 1812,era Teniente.vEii 1814 asciende a Coronel. Y cuando abandona el país en 1815, con la caída de la Segunda República, es General de Brigada. De sus muchas batallas libra¬das en esa época sólo coi tocio la derrota frente a Boves. En 1816 se incorporaba la expedición de Los Cayos, bajo el mando de Bolívar. Con el grado de General de División participa’ en el combate naval de Los Frailes. Desembarca en Campano y pos¬teriormente incursiona sobre Maturín. Su último triunfo en San Félix aseguró la conquista de Guayaná. “La victoria quería obtenido el General Piar en San Félix -escribió Bolívar a Leandro Pa¬lacios— es el más brillante suceso que hayan alcanzado nuestras armas en V e- nezuela”. El General Piar era de regular estatura,, ojos azules, barbilampiño y su tez algo ro¬sada: de imaginación e ingenio vivo; va¬liente y emprendedor, pero poco aplicado a la disciplina militar; fuerte en sus opinio¬nes, con las cuales siempre quería preva¬lecer; los transportes de su genio le hacían frecuentemente reprender con acrimonia; pero ' '^ Qsgo en apaciguarse, llegando a vecesDiaáa- pedir perdón al subalterno a quien creyó ofenderle; era también sincero, afable y cortés en sus modales. Solía entre¬tenerse con algia tas obras de historia. Era afortunado a la par que valiente. - quedó inmóvil como en por.,Después de un rato se íe- r “Capitán Conde, tío crea e lia advertido en mí sea una cobardía sino efecto de lo que i al oír esa bárbara sentencia, reí que mis compañeros me tuerte. Y lo que es más, deci- le en esta plaza qufovo he o a litjgrtar Era mejor que sirtado secretamente. Pero en cabó. Estov resuelto a tragar eme llamar a Jorge Meleán” [arle su lente, que había re&- íe dijo: “Quédese con él, (la¬do usted medio' cjego, podrá ipués de un corto paseo por la o no estov degradado, v dado Jlíc ial que ha de conducirme, ue mande yo la escolta que ha licó usted;1 Da si eso podía' permitirse. ■ dijp entonces? jue solicitara la autorización o. • hizo? dirigí al General Anzoátegui. idió el General Anzoátegui? iía permitírsele. :cionó entonces Piar? a largo rato en mi sembjante, ra. Luego se sentó junto a la lía un crucifijo. Creí llegado el uno para preguntarle si dese ase a algún sacerdote, jondió? ed de eso ahora” —dijo, levan- ndose la inano en él bolsillo. Y án Conde, jamás he guardado ; mi corazón nunca ha sido de los que me han vendido v i los perdono v también pido por las impertinencias que de trajeron el almuerzo, nada le le cuando en cuando me pedía grfa. Como a las once y media, pequeña esclavina que usaba, rngo un gran uniforme que po- orir como Ney, pero me basta . Le repliqué: “Por Dios, Ge- ■ eso y piense en su alma", itestó? |ue vo tenía razón, v que lla- or, el cual vino pronto v lo con- d (¡eneral me encargó de a vi - egara la hora. A un cuarto para __ « t—AJSJÍM4& . ... laclo, aesanoganaost* cun sus. VJ oitx intenciqp de hacer daño alguno al gobierno v menos aún a la causa independentista. Maturín, Enviado especial La- viuda del General Manuel Fia?, doña María Marta Boom, denunció que se ha de¬satado una terrible persecución contra ella v los amigos'de su dilunto esposo. l odoilo que ha sucedido -declara Marta Boom se debe a la envidia de muchos oficia¬les por las brillantes victorias de Manuel. De an tiempo para acá Manuel me venía dicien¬do que querían asesinarlo, porque él era* pardo v curazoleño v no formaba parte del círculo de mantuanos que quería apoderarse del país. agregó1 En Angostura, al iniciarse la campaña contra mi marido, los soldados "del General Benhúdez- invadieron nuestra casa, \ se lleva¬ron lodos los objetos de valor v el dinero que habíamos ahorrado. Luego me amenazaron de muerte si no les informaba el paradero de Manuel Después arrestaron a los oficiales Mina ’ v Meleán. por haberse desempeñado como'edecanes de mi esposo. La señora viuda de Piar hizo otros comen¬tarios. —-¿Por qué no fusilaron al General Marino, que en el Congreso de Cariaco pretendió conv ertirse en Jefe Supremo? este otro: —No pasará mucho tiempo sin que el pro¬pio General Bolívar se arrepienta. El Fiscal Soublelte rr Yo pedí la condena a la horca” Angostura, corresponsal El General Carlos Soublette, Fiscal del jui¬ cio seguido al General Piar, declaró a este pe- tA u*— fiar -i-■talleció en ia. uuiti iar ui i.m—— siglo XV11I y su viuda contrajo segun¬das nupcias con Pedro Colombo, natural de Curazao. La familia Piar se vio involucrada en el movimiento revolucionario de Cual y España. María Isabel Gómez y su hijo Manuel Piar fueron expulsados del terri¬torio venezolano en 1798, donde se ha¬llaban desde 1784. Durante ese tiempo Manuel Piar acompañó a su padre en la naypgación de los mares antillanos, con¬virtiéndose en experto marino. Eli 1798 Piar contrae nupcias con Muría Marta Boom- Ese mismo año nace su primogénita María Isabel Piar Boom. A los treinta años de edad, en 1804, comandaba un pelotón de mili-cias, participando en la lucha contra los ingleses invasores de Curazao. Ocupada la isla. Piar la abandona y se refugia en Haití. En 1810 se encuentra de nuevo en La Chaira,' después de .casi trece años de ausencia. En 1811 es nombrado Altérez de Fragata y presta sus servicios en la Marina de Guerra en Puerto Cabello. El buque donde servía Piar, una lancha ca-ñonera, navegará hacia las aguas del Orinoco, a someter la insurrecta provin¬cia de Guayaría. Al perderse la Primera República, se refugia en I rinidad. Ett 1814 vuelve a f ierra Firme a !a> órdenes del General Santiago Ntariño, participando así en la reconquista del Oriente. Ya en 1812,era Teniente.vEii 1814 asciende a Coronel. Y cuando abandona el país en 1815, con la caída de la Segunda República, es General de Brigada. De sus muchas batallas libra¬das en esa época sólo coi tocio la derrota frente a Boves. En 1816 se incorporaba la expedición de Los Cayos, bajo el mando de Bolívar. Con el grado de General de División participa’ en el combate naval de Los Frailes. Desembarca en Campano y pos¬teriormente incursiona sobre Maturín. Su último triunfo en San Félix aseguró la conquista de Guayaná. “La victoria quería obtenido el General Piar en San Félix -escribió Bolívar a Leandro Pa¬lacios— es el más brillante suceso que hayan alcanzado nuestras armas en V e- nezuela”. El General Piar era de regular estatura,, ojos azules, barbilampiño y su tez algo ro¬sada: de imaginación e ingenio vivo; va¬liente y emprendedor, pero poco aplicado a la disciplina militar; fuerte en sus opinio¬nes, con las cuales siempre quería preva¬lecer; los transportes de su genio le hacían frecuentemente reprender con acrimonia; pero ' '^ Qsgo en apaciguarse, llegando a vecesDiaáa- pedir perdón al subalterno a quien creyó ofenderle; era también sincero, afable y cortés en sus modales. Solía entre¬tenerse con algia tas obras de historia. Era afortunado a la par que valiente. -

miércoles, 19 de junio de 2013

Piar, guerrero de mar y tierra (Portada)


MANUEL PIAR
Guerreo de mar y tierra Américo Fernández 2001
I.S.RN.: 9080-6482-13-1
Depósito Legal: lf 08520019001812
Diseño de portada: José Gallegos
Diagramación e impresión:
Tipografía y Litografía Horizonte C.A. Barquisimeto - Estado Lara - Venezuela
Primera Edición
Tiraje: 500 ejemplares
Derechos Reservados.
Prohibida la reproducción parcial o total sin autorización del autor.
Impreso en Venezuela - Printed in Venezuela

domingo, 16 de junio de 2013

CAPITULO I / Natalicio de Manuel Piar


Ciudad deWilemstad donde nació Piar

Su madre de origen holandés y de ascendencia italiana su padre -  Educación – Matrimonio con María Marta Boom– Primer contacto con Venezuela – Versiones sobre su origen – La tríada Gual-España-Piar – Allanamiento de la casa de su madre.


            Piar nació en la ciudad de Willemstad y recibió las aguas lustrales con el nombre de Manuel María Francisco, hijo de María Isabel Gómez y  de Fernando Piar Lottyn.  Manuel por su abuelo materno, María por su madre y Francisco por haber nacido (probablemente) el 2 de abril, día de San Francisco de Paula.  El bautizo tuvo lugar  el 28 de abril de 1774 en la iglesia Santa Ana de Curazao y sirvieron de padrinos el reverendo padre Juan Antonio de Aquino y Juana Paulina Gómez.
           
            El acta o fe de bautismo, escrita en latín, y la cual se halla en el Archivo Nacional de Holanda, en los libros de bautismos referentes a Curazao, Aruba y Bonaire, año 1774,  fue hallada por el padre franciscano holandés William Brada.

            El segundo nombre Carlos, con el cual la posteridad a veces lo señala, sólo aparece usado inexplicablemente en un momento solemne de su vida, cual fue el de su matrimonio con María Martha Boom, celebrado a la edad de 24 años en el castillo de Amstedam (Curazao) el 8 de abril de 1798.  De esa unión nació María Elizabeta, nacida el 16 de diciembre de 1798, según partida de bautizo extendida el 6 de abril de 1817 por Jak Muller, presidente de la parroquia luterana.   Ni antes ni después, aparece Piar con el nombre de Carlos.

            La madre de Piar, mulata y partera era también de Curazao, hija de Manuel Gómez y Juana Quemp.  Contrajo matrimonio en primeras nupcias con Fernando Piar con quien, además de Manuel, tuvo otros dos  hijos, Felipe y Juana.  Posteriormente a la muerte de Piar se casó con Pedro Colomba, con el cual tuvo otros tres hijos (Gregoria, Soledad y Francisco).  Después del fusilamiento de Piar, el Libertador concedió el 28 de mayo de 1827 una pensión mensual de treinta pesos a María Isabel y posteriormente el Congreso de la República de Venezuela estableció en las leyes de presupuesto de los años 1835 y 1836 una partida de 360 pesos anuales “por se madre de Manuel Piar, quien sirvió a la República hasta su muerte y fue General en Jefe”.  La madre de Piar murió en Caracas el 6 de septiembre de 1836.

Fernando Piar Lottyn, padre de Manuel Piar, según investigación del cronista guaireño David W. Fernández, era capitán de la marina mercante, con negocios en Curazao y La Guaira.  Hijo de Felipe Piar Lacoli y Juana María Lottyn de Santiago, de ascendencia italiana y oriundos de Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias).

La infancia de Manuel Piar transcurrió en el barrio Otrabanda, en Willemstand, zona habitada por los sectores  pobres de la ciudad.  Su primer lugar de juego fue el RIF, donde azotaban y castigaban a los esclavos que aún en su infancia continuaba llegando cautivos desde Africa.

            El primer contacto de Piar con Venezuela fue por el puerto de La Guaira, a la edad de diez años, cuando lo trajo su madre, quien se residenció allí no sólo para servirle de puente a su marido en los negocios, sino buscando mejores perspectivas  para su oficio de partera.

            En La Guaira, con las limitaciones impuestas por la sociedad colonial a quienes no eran blancos puros, Manuel Piar terminó de educarse y formarse llegando a dominar, además del holandés y el  papamiento de su isla natal, el español, el francés y el inglés.

            Podía Piar fácilmente pasar por blanco porque su padre en realidad lo era y, había heredado marcadamente sus características genéticas, incluyendo modales, el color blanco de su piel y los ojos azules. De allí que muchos no creyesen que su madre fuese parda o mulata y  dieran pábulo a la versión según la cual Piar descendía de padre y madre aristócratas.

            Pero esa versión o conseja se quedó en leyenda, aún cuando historiadores hubo quienes se empeñaron en hacerla verdad en detrimento de la sangre de la raza negra o aborigen.

            Efectivamente, en torno al origen de Piar de tejió esa leyenda que lo hacía provenir de la unión clandestina de un príncipe portugués de la Casa de Braganza llamado Carlos, de paso por Caracas, y una mantuana caraqueña de la familia Jerez Aristeguieta, de nombre Soledad.

            Esta versión afloró públicamente durante el proceso seguido a Piar en Angostura por el Consejo de la Guerra. Se dijo entonces que de su equipaje y archivo, decomisado y requisados, desapareció su árbol genealógico en el que aparecía como descendiente de un príncipe de Portugal.  Sin embargo, su defensor el Teniente coronel Fernando Galindo dio  a entender que se trataba de una invención de sus enemigos. “¿Quién dudará – dice Galindo en su escrito de defensa- que la falta del árbol genealógico que se dice haber sido encontrado en sus papeles, y en el que se le hace descender de un Príncipe de Portugal, es una invención forjada por sus enemigos?”.

            En su proclama dirigida a los pueblos de Venezuela, desde el Cuartel General de Guayana, 5 de agosto de 1817, Bolívar le da un trato despiadado al asunto tratando de justificar la condena y ejecución del héroe de Chirica:            

            “El general Piar no desea la  preponderancia de un color que aborrece y que siempre ha despreciado como es constante por su conducta y documentos. El general Piar ha tenido como un timbre la genealogía de su padre y ha llevado su impudencia hasta el punto de pretender no sólo ser noble, sino aun descendiente de un príncipe de Portugal, entre sus papeles existe este documento.”

            En otro párrafo más atrás había comentado lo siguiente:
            “Engreído el general Piar de pertenecer a una familia noble de Tenerife, negaba desde sus primeros años, ¡Que horrible! Negaba conocer el infeliz seno que había llevado ese aborto en sus entrañas. Tan nefasto en su desnaturalizada ingratitud ultrajaba a la misma madre de quien había recibido la vida por el sólo motivo de no ser aquella respetable mujer del color claro que había heredado de su padre. Quien no supo amar, respetar y servir a los autores de sus días no podía someterse al deber de ciudadanos y menos aun al más riguroso de todos, al militar”

            Lo cierto es que esta “invención” llegó a tomar fuerza y visos  de verdad, aun sin soporte documental en 1874, cuando la demolición de los conventos de Caracas. Entonces se dijo que en  los archivos de las monjas de la Concepción se había hallado la partida de nacimiento de Piar. Historiógrafos y otros escritores, entre ellos, el prelado José María Arroyo y Niño, Pesquera Vallenilla, Vergara y Velasco, Julio Calcaño, Laureano Villanueva, Ángel Núñez y Lino Duarte Level se ocuparon del asunto del que después se hizo eco de manera apasionada, Bartolomé Tavera Acosta, en sus Anales de Guayana. Lo más curioso es que esta partida de nacimiento, al igual que el documento del árbol genealógico, nunca apareció ni nadie dijo haberlo visto.

            Lo que más fuerza histórica le otorga a la versión según la cual Piar desciende de un príncipe Portugués es el folleto titulado “Nacimiento y educación del general Manuel Piar” escrito por el Obispo de Guayana, doctor José Manuel Arroyo y Niño, y en el cual afirma que este patriota nació en Caracas, en el Convento de las Monjas Concepciones, por los años 1777 y 1778, en donde fue bautizado, y que fueron sus padres el príncipe don Carlos de Braganza y doña Soledad Jerez Aristiguieta, dama de la alta sociedad caraqueña.

            José Manuel Arroyo y Niño, nativo de Carora, ejerció el obispado de Guayana desde 1857 hasta 1884 (27 años) y su texto sobre Piar lo apoya, según Tavera Acosta, en un manuscrito que le entregó el prócer Antonio Padilla Urbaneja.

            El historiador guayanés, general Lino Duarte Level, quien fue Secretario General del Presidente de la República Antonio Guzmán Blanco, al dedicar un capítulo en su “Historia Patria” a la casa de los Aristeguieta, dice que era el centro social de Caracas y que allí sólo tenía entrada sangre muy limpia y la ocupación muy noble y gallarda. “Por aquellos salones –agrega- sólo desfilaron altos personajes. Comensal asiduo fue el Marques de la Torre, el Coronel de Agüero y, ahora para el 1776, el coronel Unzaga que llevaba en Caracas vida regalada y daba el tono de moda junto con los jóvenes de la época.

Para entonces la tertulia de la casa la componían María Antonia, Mercedes, Rosa y Begonia (hermana Jerez Aristeguieta) a quienes se juntaba una prima llamada Soledad, cuyo genio alegre y divertido animaba la casa. Como la familia Herrera era íntima de las Aristeguieta se consideraba don Marcos Rivas como de la casa por estar casado con doña Petronila Herrera.

            “Era don Marcos entrado en años y padre de once hijos, de los cuales el postrero fue el General José Félix Rivas y se le miraba con marcadas atenciones de caserío. El buen viejo se enamoró de Soledad y la pobre niña vino a comprender su falta cuando ya era tarde. La intervención del canónigo Jerez Aristeguieta y la circunstancia de estar el obispado gobernado por el Provisor facilitó la entrada al Convento de las Concepciones a Soledad, quien tuvo más tarde el nombre de Sor María de la Concepción. El fruto de estos amores fue confiado a Isabel Gómez y fue el General Manuel Carlos Piar (sic). La familia Rivas conservó la tradición de estos extraños sucesos corroborados por la íntima amistad y otras circunstancia especiales que existieron entre los generales Rivas y Piar. Hemos obtenido estos informes de fuentes tan respetables que nos creemos autorizados para publicarlos”.

            No obstante, los únicos documentos existentes y, por lo tanto, valiosos desde el punto de vista histórico, es la partida de bautizo hallada en la Iglesia de Santa Ana de Curazao por el franciscano William Brada y los testimonios escritos de María Isabel Gómez, en los que sostiene que Piar es hijo de su unión con Fernando Piar y a ellos se atiene la Academia Nacional de la Historia al aceptar como verdad histórica el nacimiento de Piar en Curazao en abril de 1774.

            No obstante, persiste la discusión sobre el origen de Piar, una discusión que se ha prolongado tanto como la que se mantiene en torno a lo justo o injusto de su destino final.  Un  destino final trágico que parece fatalmente asociado a José María España y Manuel Gual, quienes lo iniciaron en la lucha por la emancipación americana.

            Las Antillas, por ser colonias holandesas, inglesas y francesas, favorecían la educación y formación de sus habitantes sin la rígida restricción de clase que sufrían en las colonias españolas quienes no eran blancos puros.  Por esa circunstancia y también por la preocupación de su padre, el joven Manuel Piar tuvo una educación no solo de las primeras letras, sino que estudió idiomas y matemáticas, materia esta última que cursó en Caracas con el ingeniero, coronel de artillería, don Juan Pires.

            Ya hemos señalado que Piar llegó al puerto de La Guaira a temprana edad y que su madre practicaba el oficio de comadrona o partera, lo cual le permitió tener acceso a hogares de todos los colores y niveles, entre ellos, el de José María España, en donde su madre María Isabel asistió a doña Josefa Joaquina Sánchez Bastidas en los partos de sus hijos Prudencio y José María.

Piar, al igual que su hermano Felipe, solía visitar también la hacienda de cacao que la familia España tenía en las inmediaciones de Naiguatá y ambos hermanos, por simpatía y consideración tuvieron acceso a la biblioteca de 130 volúmenes con obras en español, inglés y fundamentalmente francés, pues José María España, al igual que su amigo y paisano Manuel Gual, quien lo visitaba frecuentemente desde su hacienda de los valles del Tuy, era francófilo y seguía muy de cerca y visiblemente interesado el proceso de la Revolución Francesa, llegando a pensar que en Venezuela y América podía ocurrir lo mismo si alguien como él se lo propusiera.

            Lo cierto es que tanto España como Gual, en conexión con jóvenes pardos, esclavos y exiliados políticos hispanos entre quienes sobresalía Juan Bautista Picornell, concibieron un proyecto militar para asumir el poder luego que depusieran a las autoridades reales de la Capitanía General de Venezuela.  La idea era declarar la independencia, establecer el sistema republicano e introducir cambios de carácter económico y social como la libertad de los esclavos con los cuales contaban para la ofensiva revolucionaria, pero he aquí que por delación de uno de ellos, los planes fracasaron y la persecución y detenciones se desataron, pero muchos comprometidos como Manuel Piar, embarcaron clandestinamente hacia las Antillas en julio de 1797. A Piar, quien se había adelantado junto con su hermano Felipe, le tocó recibir en Curazao en la casa de su familia a José María España y a Manuel Gual. Formaban sin saberlo en ese momento una tríada con destino marcado.  Ciertamente, por coincidencial fatalidad, los tres tuvieron un destino trágico: España al regresar clandestinamente a Venezuela fue capturado y condenado a la horca; Manuel Gual, envenenado en Trinidad por un espía, y Piar que había logrado sobrevivir casi todo el proceso de la emancipación, pasado por la armas en la  Plaza Mayor de Angostura.

            El 31 de enero de 1798, el capitán general Pedro Carbonel ordenó que la casa de la señora María Isabel Gómez, madre de Piar, fuera registrada  por cuanto se tenía información  confidencial que la misma estaba implicada en la tentativa de independencia de Gual y España. Requisado el domicilio de la madre de Piar, nada encontraron los agentes de la Capitanía General; no obstante, la sospecha quedó en pie y doña María Isabel fue expulsada del país para Curazao.
           
      


           


CAPITULO II / Piar de lleno en el combate


Maturín, donde Piar se consagró como gran guerrero

Como marino lucha a favor de la independencia de Haití – Ingresa como Alférez de Fragata al ejército patriota venezolano – Participa en el primer intento por recuperar la provincia de Guayana – Capitulación de Miranda – Exilio en Trinidad y firma la partida de nacimiento de la Segunda República – Diferencias con Bernardo Bermúdez – Invencible tres veces seguidas en Maturín.

            De manera que Gual y España sembraron en Piar las primeras ideas revolucionarias de los enciclopedistas franceses y las que debían servir de base en un proceso de lucha emancipadora de las Antillas y Venezuela.

            De nuevo en su isla y prácticamente extrañado de La Guaira por los sucesos de 1797, acompaña a su padre en algunos viajes por las islas neerlandesas y  en 1804 se alista como miliciano de la Guardia Nacional que en Curazao combatió contra los ingleses empeñados en la conquista de las colonias holandesas.  De aquí pasa a Haití, envuelta en una guerra de independencia comandada por el general Dessalines  El comando revolucionario lo pone al frente de un buque de guerra, el cual coadyuvó en un frente contra las tropas francesas del general Leclere enviado por Napoleón luego que el negro Toussaint Louverture terminó apoderándose de la isla.

            Pero su carrera militar en firme la inicia en Venezuela después de los sucesos del 19 de abril de 1810, ya declarada la Independencia, cuando acude a ponerse a la orden del proceso revolucionario venezolano.  Entonces,  en calidad de Alférez de Fragata, es destinado al apostadero de Puerto Cabello, pero sólo llegó hasta Borburata, justo cuando los españoles, presos en el castillo de aquella plaza, se sublevaron y apoderaron de ella.  En seguida se dirigió a la Provincia de Cumaná y Barcelona donde unido con el Coronel Bernado Bermúdez y auxiliado por el señor Manuel de Freites, siguió sirviendo con el carácter de jefe. al mando de una lancha cañonera que luego pasará a formar parte de la escuadra destacada para  recuperar a la Provincia de Guayana que tras respaldar el 11 de mayo de 1810 a la Junta Suprema de Caracas había sido objeto de un golpe contrarrevolucionario por parte del jefe de la guarnición coronel Matías Farreras, quien terminó restaurando las relaciones de obediencia a la Regencia peninsular.

            La expedición para recuperar a Guayana se organizó  por tierra y mar. La de tierra al mando de Francisco González Moreno y Francisco Javier Solá, españoles ambos al servicio de la República y vecinos de Cumaná, quienes buscaban una brecha para invadir a la ciudad de Angostura desplazándose entre Barrancas, Santa Cruz del Orinoco, Caris, Santa Bárbara, El Pao y Soledad, y la de mar compuesta por una escuadrilla de 19 lanchas cañoneras al mando de Felipe Esteves y Juan B. Videau, apoyada desde Barrancas por 900 hombres al mando del coronel Manuel Villapol. La escuadrilla entró por el Caño Pedernales y no obstante haber cooperado eficazmente con las fuerzas de tierra; fue derrotada en Sorondo, en las inmediaciones de Guayana La Vieja, el 26 de marzo de 1812, por la escuadrilla realista comandada por José de Chastre  que aprovechó la conmoción de un terremoto que sacudió a Guayana y gran parte de Venezuela, acentuadamente Caracas, originando un contratiempo terrible y fatal al proceso republicano..  Las tropas de González Moreno y Solá se dispersaron a causa del sacudimiento y numerosos efectivo como oficiales fueron atacados y hechos prisioneros.

            Francisco Javier Yánez, en su Historia de la Provincia de Cumaná, dice que el general González Moreno  ¨se presentó el 26 al frente de la ciudad de Angostura con fuerzas muy superiores, y cuando se debía cantar victoria, se dispersa su ejercito en términos que los invadidos hicieron más de 500 prisioneros, los cuales se remitieron a Puerto Rico y otros puntos, siendo constante que ninguno de ellos  volvió a respirar el aire libre que la naturaleza concede a todos los vivientes sino los que prestaren homenaje a la tiranía, o pudieron escaparse de las garras de los opresores.  Se quiso después hacer valer en esta empresa el sacudimiento de tierra que se experimentó en el mismo día; mas si algo pudo influir en ella, debió ser contra los invadidos, jamás contra los que atacaban con fuerzas superiores y tenían en sus manos el triunfo.  Los jefes Moreno y Solá fueron puestos en juicio por orden del generalísimo Miranda y es sabido que su resultado hubiera sido bien desfavorable, principalmente a Solá, convencido de traidor, cuyo concepto se ha confirmado después por su conducta, pues los españoles no sólo le perdonaron, sino que le premiaron como fiel servidor de su Rey”.

            El  fracaso de los patriotas en Guayana agravó la situación general del país al sumarse el avance de las tropas de Monteverde desde Coro.  El Congreso debió reunirse de emergencia en Valencia y el gobierno dispuso que los restos de las tropas que habían ido en expedición  y aun se mantenían en las fronteras de Guayana bajo el mando de Manuel Villapol,  se retirasen a Maturín hasta segunda determinación.

            Al final las fuerzas de Monteverde salieron airosas al perder Bolívar la Plaza de Puerto Cabello.  Miranda se vio obligado a firmar una capitulación en San Mateo el 25 de julio de 1812 mientras la alta oficialidad al ver perdida la República buscó refugio en las Antillas y Nueva Granada.  En  Trinidad se exiliaron Santiago Mariño, Manuel Piar, José Francisco Bermúdez, Agustín Armario, José Maria Hermoso, Manuel Valdés, Juan Bautista  y Nicolás Cova, Joaquín Vallenilla, José Francisco Ascue, Bernardo Bermúdez, Juan Bautista Videau, José Leonardo Brito Sánchez, José de la Paz Valdés, entre un total de 45 jefes y oficiales del ejército republicano, que se reunió en el islote de Chacachacare y levantó un acta comprometiéndose bajo las órdenes de Santiago Mariño a reanudar la lucha invadiendo de inmediato por Güiria y a partir de allí reconquistar las posiciones perdidas.

            El acta de Chacachcare, designada por el historiador Parra Pérez como la partida de nacimiento de la llamada Segunda República, se contrae a lo siguiente “...cuarenta y cinco emigrados nos hemos reunidos en esta hacienda, bajo los auspicios de su dueña, la magnánima señora Concepción Mariño, y congregados en su consejo de familia, impulsados por un sentimiento de profundo patriotismo, resolvemos expedicionar sobre Venezuela, con el objeto de salvar esa Patria querida, de la dependencia española”. .

            La expedición, reforzada con negros esclavos y reclutas, se apoderó de Güiria y sobre la marcha José Francisco Bermúdez es destacado para tomar a Irapa y su hermano Bernardo Bermúdez para dirigirse a Maturín, ciudad que toma mientras el coronel Manuel Piar acude para fortalecer militarmente este estratégico punto rico en ganadería y que abre el camino hacia los llanos. Surgen diferencias entre ambos patriotas por cuestiones de mando y Bernardo se ve obligado a regresar a Paria.  Al penetrar en el golfo desde los caños, es herido, apresado con su gente y conducido a Yaguaraparo por la flotilla de Gavazo luego de un combate naval.   Aquí en Yaguaraparo, controlado por Zerbéris, según dicen algunos historiadores, fue fusilado ante la noticia de que el General Bermúdez se dirigía al lugar para rescatarlo.  El oficial Juan José Conde, no obstante,  cuenta que un sargento español testigo le confesó que fue asesinado con más de veinte puñaladas cuando se hallaba dormido en el hospital.  A raíz de este suceso fueron muy frías las relaciones de Bermúdez y Piar, a quien  responsabilizaba de la trágica muerte de su hermano.

            Piar se hizo invencible en  Maturín rechazando a las columnas de 1.500 hombres comandadas por Remigio Bobadilla y Antonio Zuazola el 20 de marzo de 1813, derrotando a Lorenzo Fernández de La Hoz el 11 de abril y al mismo  Domingo Monteverde, quien atribuía estos desastres a la ineptitud de sus oficiales.  Pero se convenció que no se trataba de  ineptitud sino que sus oficiales estuvieron frente a un hombre que sabía utilizar, sus tropas, disponerlas  y sorprender al enemigo.

 Monteverde, seguro de si mismo y de la superioridad de sus fuerzas, salió presuroso a combatir a Piar luego de la siguiente arenga a sus dos mil soldados:  “Con la misma facilidad con que se disipa el humo al impulso del viento, así desaparecerán los facciosos de Maturín por el valor y la fortaleza de los soldados del Rey, a quienes tengo el honor de conducir a la victoria”.

El 25 de mayo se presentó frente a Maturín e intimó a Piar la rendición de la plaza, pero Piar respondió: “Los jefes, los soldados y el pueblo de Maturín están resueltos a perecer defendiendo su libertad”.  Pero no perecieron porque el amor por la libertad los hizo fuertes.  300 jinetes en un ataque impetuoso y desbastador fue suficiente para que los realistas se desbandaran y huyeran.  En poder de Piar quedaron 500 prisioneros, 5 cañones, numerosos fusiles, armas,  pertrechos y 6 mil pesos en plata.

La liberación del Oriente quedó sellada con la sublevación de Margarita el 3 de junio y la toma de Cumaná  por Mariño el 2 de agosto (1813) luego de diez asaltos.  Ambos sucesos favorecidos  por la escuadra de 15 buques al mando del marino corso José Bianchi.  Cinco días  después, Bolívar luego de una formidable campaña desde Nueva Granada por todo el Occidente hará su entrada en Caracas para anunciar el restablecimiento de la República de Venezuela.  Pero la guerra continuó salvajemente en el centro.  El Libertador comprendió que para hacer frente a los realistas era necesario la unidad de mando y la cooperación de las fuerzas de Oriente, pero Mariño durante meses se negó a mandar refuerzos a Bolívar, aduciendo que cada jefe debía actuar separadamente.  Al fin después de muchas súplicas, Mariño se movió hacia el centro con 3.500 hombres.

Meses antes y quizá para no quedar subordinado a Bermúdez que seguía a Mariño en la jefatura de Oriente, Manuel Piar había decidido cooperar con la campaña del Libertador y es así como regresa a su vida de marino y organiza la primera escuadrilla de Venezuela con la cual bate los buques enemigos entre Puerto Francés y Chuspa, 18 de noviembre de 1813, y establece el bloqueo de Puerto Cabello, en combinación con el sitio fijado por el Libertador.  Pero no obstante la cooperación de Mariño, la República no se salva porque las batallas más importantes, como la de La Puerta, se pierden.  Boves y Morales arrasan como un ciclón.

Los últimos reductos que le quedan a los patriotas al término de la Segunda República son Cumaná controlada por Mariño, la Plaza de Maturín bajo las ordenes de Bermúdez y Margarita bajo la autoridad de Arismendi y adonde Piar se había trasladado con su escuadrilla.  Mariño convoca de urgencia una Junta de Guerra a la que concurren Ribas, Valdés, Palacios, D´ Eluyar y otros jefes para resolver si defendían o evacuaban la plaza.  Se deciden por lo último no obstante la oposición de los partidarios de Ribas.

Esa misma noche, 26 de agosto, el comodoro José Bianchi, comandante de la escuadrilla de los patriotas, se hace dueño absoluto de la situación, leva ancla y se da a la mar con el tesoro de la Iglesia que se le había confiado para su resguardo y custodia.



 

           
           

            

CAPITULO III / Piar y Ribas contra Bolívar

Piar y Ribas rebelados contra Bolívar y Mariño en Carúpano.

Presencia del Pirata Bianchi en las campañas navales de Venezuela junto con sus hermanos Juan y Nicolás – Piar al mando de la Escuadrilla de Bianchi –Pasa luego a comandar las fuerzas de Margarita – Bianchi  asume una conducta rapaz y se apodera del Tesoro de la Iglesia confiado a la República – Ribas y Piar contra  Bolívar y Mariño, los expulsan y asumen el mando del ejército republicano.


            A Eugenia, la rubia de ojos color verde esmeralda, desheredada y reprimida, pero al fin libre en el amor en cualquier lugar, forma y circunstancia, bien con un zambo como Simeón o con un patriota de mayor rango y renombre, nunca le gustaron, a decir de  Pancho Herrera Luque en "Boves, El Urogallo", las lisonjas y modales del Pirata José Bianchi, un italiano gordo, de largo mostachos, de mirada rapaz y anillos en las orejas.

            Y a cuál criolla de su entereza podía agradar un Pirata o, en todo caso, un mercenario, con tantos apuestos patriotas a la vista luchando sin importarles bienes ni fortuna, por una causa justa como era la de lograr la emancipación de Venezuela y América?

            El Pirata Bianchi tal vez tuvo la ocasión de sentirse  correspondido por otra, menos por una mujer como Eugenia y, seguramente, que a esa otra la encontró en algún paraje o puerto de su navegación, en calidad de comodoro, por las costas de islas antillanas y de nuestra atribulada Venezuela, desde los comienzos de la guerra de Independencia hasta poco antes o después de fracasada la Segunda República.

            El, como sus hermanos genoveses, Juan y Nicolás, quiso probar suerte en aventuras fuera del Mar Mediterráneo.  Para entonces, el nuevo continente continuaba siendo tierra promisoria y un buen día de brisas y augurios desplegó velas buscando, no tierra firme, sino islas como las del Mare Nostrum.

            Lo cierto es que en 1812, zarpó en su goleta "El Intrépido" y luego de  estar en varios puertos caribeños, se estableció  en Trinidad.  Allí, al año siguiente, lo encontraron venezolanos comprometidos con el movimiento independentista y lo interesaron para comandar una escuadrilla dentro de un plan concebido para retomar a la Isla de Margarita gobernada  por Pascual Martínez  y la Provincia de Cumaná, al frente de la cual estaba Eusebio Antoñanzas.

            Esos venezolanos comprometidos eran 45 jóvenes patriotas, entre los cuales destacaban Santiago Mariño, Manuel Piar, y José Francisco Bermúdez.  Entre enero y abril se apoderaron de las plazas militares de Guiria, Irapa, Maturín, y en junio estalló el movimiento interno en la Isla de Margarita capitaneado  por el joven oficial José Guevara que enfiló su ofensiva exitosamente contra el Castillo de Pampatar y puso en libertad a Juan Bautista Arismendi, quien tomó el mando de la sublevación en la cual estaba también comprometido el Pirata José Bianchi en calidad de mercenario.  Al mando de éste organizó una escuadrilla de  15 barcos para resguardar las costas de la isla y respaldar la ofensiva de Mariño que había sitiado a Cumaná.

            La primera tarea de Bianchi fue despejar el  ámbito marino de toda presencia realista, la cual para el momento no era significativa.  Apenas  "El Arrogante Guayanés" y otros dos barcos, de los cuales se apoderó cuando se proponía bloquear a Cumaná  para completar el sitio impuesto por Mariño hasta lograr, luego de diez asaltos, la rendición de la provincia, 2 de agosto de 1813.  El Gobernador Eusebio Antoñanzas evacuó la plaza hacia Curazao, donde murió a causas de varias heridas recibidas en combate.

            Asegurada a favor de los patriotas orientales la provincia de Cumaná, Mariño confía a Bianchi el transporte de una columna de soldados para la toma de Barcelona, gobernada por Juan Manuel Cajigal, la cual se lleva a cabo sin mayor resistencia de los realistas.

            Cumplida esta misión, Bianchi regresa con la escuadrilla a Cumaná  donde ha prometido cancelarle los salarios a la tripulación, pero los realistas han cargado con todo el dinero de las arcas y prácticamente la provincia está  en déficit.  Por el momento no hay recursos para Bianchi y previendo algún motín u otra situación inconveniente, es separado del mando al igual que sus hermanos.

            Mariño entonces pone la escuadrilla al mando de Manuel Piar, pues había que auxiliar a Bolívar que pedía bloquear a Puerto Cabello.  Allí permanece la escuderilla hasta mayo de 1814 que se da la primera Batalla de Carabobo a favor del Libertador. Entonces regresa a Cumaná  y los Bianchi son llamados nuevamente, pues a Piar se le ha confiado sostener a Margarita.

            Durante la Emigración a Oriente (1814), Bianchi transporta tropas desde Cumaná  a Barcelona y, en compañía del teniente de fragata Felipe Esteves, llega hasta la altura del río Tuy para recoger intereses del Estado y soldados, captura un navío realista que hacía daños a quienes en masa emigraban por la costa desde Caracas a Oriente y despeja de buques enemigos la zona del Unare hasta Cabo Codera.

            Los caraqueños, en número de veinte mil aproximadamente, acosados por Boves, habían emprendido penosa marcha hacia el Oriente y se hallaban en Cumaná  cuando la flotilla del comodoro Bianchi levó anclas y se dio a la vela con el tesoro (cajones llenos de plata y oro) que el clero de Caracas había confiado en calidad de préstamo de modo que su valor sirviese para gastos de la guerra de independencia.

            En ese momento -26 de agosto de 1814- Bolívar y Mariño también habían desaparecido, dando lugar a las más severas conjeturas.  De suerte que en medio de aquel ambiente de pena y derrota se comentaba que Bianchi había secuestrado a Bolívar y Mariño, como también se tejió la versión de que los dos jefes patriotas en connivencia con el Pirata habían abandonado a los emigrados a su suerte llevándose de paso los barcos y el tesoro.

            Pero la verdad histórica refiere que Bianchi, ante la debacle por el avance impetuoso de los realistas, no quería correr el riesgo de perder o demorar el pago de 50.000 pesos que le adeudaba  la República, y decidió con la gente a su mando y luego de poner bajo arresto a Mariano Montilla y otros oficiales, darse a la mar con alhajas y armamentos para cobrarse los servicios que venía prestando.

            Para ello, aprovechó la coyuntura de la evacuación de Cumaná  acordada por una Junta de Guerra presidida por Mariño para trasladase a las costas de Güiria por no estar el Ejército en condiciones de hacerle frente al enemigo.

            Mientras muchos emigraban por tierra hacia las costas y otros por mar hacia Margarita y las Antillas, Bolívar y Mariño decidieron abordar el "Arrogante Guayanés" y "La Culebra" que formaban parte de la escuadrilla, para tratar de recuperar lo que Bianchi había decidido convertir en su botín.

              La presencia de Bolívar y Mariño en los buques de la escuadrilla y el modo como lo trataron, desconcertaron a Bianchi que convino en un arreglo tan pronto llegara a Margarita donde pensaba hacer aguada y tomar víveres, pero las fuerzas de Piar en la isla dispararon contra las unidades de la escuadrilla obligando a Bolívar y Mariño a negociar de buque a buque con el Pirata.

            Bianchi, amo absoluto de la situación, propuso a los Generales Bolívar y Mariño, entregarles "El Arrogante Guayanés" y "La Culebra", más las dos terceras partes de las alhajas que se había puesto en los buques de su mando al evacuar La Guaira, esto a cambio de un certificado que legalizara la posesión de lo que retenía, necesario para desenvolverse en Las Antillas.

            El 30 de agosto se pesó la plata y resultaron 104 arrobas brutas, tomando Bianchi una tercera parte y las otras dos los Generales Bolívar y Mariño.  Un cajón lleno de perlas fue echado a la suerte y quedó en manos del Pirata.

            Bolívar y Mariño regresaron a Carúpano, el 3 de septiembre, pero fueron detenidos y declarados desertores por aclamación tumultuosa a la vez que José Félix Rivas (tío político de Bolívar) y Manuel Piar, asumieron el mando del Ejército.

            Dos días más tarde, Bianchi se acercó a las costas de Carúpano y se percató de la situación.  Confiado en la superioridad de sus fuerzas, reclamó la libertad de Bolívar y Mariño así como la de otros oficiales.  Para ello dio  plazo de 24 horas bajo la amenaza de hostilizar a Carúpano.

            El 8 de septiembre, Bianchi, tomando un copón dorado robado al Capitán Juan Nepomuceno Rivas, se regocijaba de su acción, mientras Bolívar, Mariño y otros oficiales granadinos se embarcaban en El Arrogante Guayanés con rumbo a Nueva Granada, antes de que llegara Piar de Margarita con 200 hombres dispuesto a ajusticiarlos.

            El mando de Bolívar en manos de José Félix Ribas durará  poco.  Lo aguardaba la derrota definitiva.  En los montes de Valle de la Pascua cayó asesinado por los soldados de Boves y su cabeza frita en aceite fue enviada a Caracas y exhibida en una jaula en la Plaza Mayor y luego en la Alcabala de La Pastora.

En cuanto a Bianchi, una vez que abandonó los servicios de la República, continuó su aventura y volvió a Margarita y a Cumaná, manteniendo sus barcos fuera de tiro de las baterías, para cambiar fusiles y pólvora por víveres y hacer otras negociaciones.

            El 10 de septiembre de ese mismo año 1814 se dio a la vela con dirección a la Blanquilla y Las Colonias, donde no pudo permanecer por mucho tiempo, objeto de las conspiraciones de sus propios marinos y otros piratas que no perdían de vista su tesoro de plata labrada y perlas.   A esta amenaza se sumaron las reclamaciones de Gobernadores como el de Puerto Rico y San Bartolomé.  En San Martín, al parecer, estuvo preso y se cree llegó a Génova en agosto de 1815, según "Breve relación de los servicios navales de los hermanos José, Nicolás y Juan Bianchi, de Génova” , escrita por este último en 1865 para avalar una petición de indemnización, ante el gobierno de Venezuela por los grandes gastos en que incurrieron los Bianchi en defensa de la República.