domingo, 16 de junio de 2013

CAPITULO I / Natalicio de Manuel Piar


Ciudad deWilemstad donde nació Piar

Su madre de origen holandés y de ascendencia italiana su padre -  Educación – Matrimonio con María Marta Boom– Primer contacto con Venezuela – Versiones sobre su origen – La tríada Gual-España-Piar – Allanamiento de la casa de su madre.


            Piar nació en la ciudad de Willemstad y recibió las aguas lustrales con el nombre de Manuel María Francisco, hijo de María Isabel Gómez y  de Fernando Piar Lottyn.  Manuel por su abuelo materno, María por su madre y Francisco por haber nacido (probablemente) el 2 de abril, día de San Francisco de Paula.  El bautizo tuvo lugar  el 28 de abril de 1774 en la iglesia Santa Ana de Curazao y sirvieron de padrinos el reverendo padre Juan Antonio de Aquino y Juana Paulina Gómez.
           
            El acta o fe de bautismo, escrita en latín, y la cual se halla en el Archivo Nacional de Holanda, en los libros de bautismos referentes a Curazao, Aruba y Bonaire, año 1774,  fue hallada por el padre franciscano holandés William Brada.

            El segundo nombre Carlos, con el cual la posteridad a veces lo señala, sólo aparece usado inexplicablemente en un momento solemne de su vida, cual fue el de su matrimonio con María Martha Boom, celebrado a la edad de 24 años en el castillo de Amstedam (Curazao) el 8 de abril de 1798.  De esa unión nació María Elizabeta, nacida el 16 de diciembre de 1798, según partida de bautizo extendida el 6 de abril de 1817 por Jak Muller, presidente de la parroquia luterana.   Ni antes ni después, aparece Piar con el nombre de Carlos.

            La madre de Piar, mulata y partera era también de Curazao, hija de Manuel Gómez y Juana Quemp.  Contrajo matrimonio en primeras nupcias con Fernando Piar con quien, además de Manuel, tuvo otros dos  hijos, Felipe y Juana.  Posteriormente a la muerte de Piar se casó con Pedro Colomba, con el cual tuvo otros tres hijos (Gregoria, Soledad y Francisco).  Después del fusilamiento de Piar, el Libertador concedió el 28 de mayo de 1827 una pensión mensual de treinta pesos a María Isabel y posteriormente el Congreso de la República de Venezuela estableció en las leyes de presupuesto de los años 1835 y 1836 una partida de 360 pesos anuales “por se madre de Manuel Piar, quien sirvió a la República hasta su muerte y fue General en Jefe”.  La madre de Piar murió en Caracas el 6 de septiembre de 1836.

Fernando Piar Lottyn, padre de Manuel Piar, según investigación del cronista guaireño David W. Fernández, era capitán de la marina mercante, con negocios en Curazao y La Guaira.  Hijo de Felipe Piar Lacoli y Juana María Lottyn de Santiago, de ascendencia italiana y oriundos de Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias).

La infancia de Manuel Piar transcurrió en el barrio Otrabanda, en Willemstand, zona habitada por los sectores  pobres de la ciudad.  Su primer lugar de juego fue el RIF, donde azotaban y castigaban a los esclavos que aún en su infancia continuaba llegando cautivos desde Africa.

            El primer contacto de Piar con Venezuela fue por el puerto de La Guaira, a la edad de diez años, cuando lo trajo su madre, quien se residenció allí no sólo para servirle de puente a su marido en los negocios, sino buscando mejores perspectivas  para su oficio de partera.

            En La Guaira, con las limitaciones impuestas por la sociedad colonial a quienes no eran blancos puros, Manuel Piar terminó de educarse y formarse llegando a dominar, además del holandés y el  papamiento de su isla natal, el español, el francés y el inglés.

            Podía Piar fácilmente pasar por blanco porque su padre en realidad lo era y, había heredado marcadamente sus características genéticas, incluyendo modales, el color blanco de su piel y los ojos azules. De allí que muchos no creyesen que su madre fuese parda o mulata y  dieran pábulo a la versión según la cual Piar descendía de padre y madre aristócratas.

            Pero esa versión o conseja se quedó en leyenda, aún cuando historiadores hubo quienes se empeñaron en hacerla verdad en detrimento de la sangre de la raza negra o aborigen.

            Efectivamente, en torno al origen de Piar de tejió esa leyenda que lo hacía provenir de la unión clandestina de un príncipe portugués de la Casa de Braganza llamado Carlos, de paso por Caracas, y una mantuana caraqueña de la familia Jerez Aristeguieta, de nombre Soledad.

            Esta versión afloró públicamente durante el proceso seguido a Piar en Angostura por el Consejo de la Guerra. Se dijo entonces que de su equipaje y archivo, decomisado y requisados, desapareció su árbol genealógico en el que aparecía como descendiente de un príncipe de Portugal.  Sin embargo, su defensor el Teniente coronel Fernando Galindo dio  a entender que se trataba de una invención de sus enemigos. “¿Quién dudará – dice Galindo en su escrito de defensa- que la falta del árbol genealógico que se dice haber sido encontrado en sus papeles, y en el que se le hace descender de un Príncipe de Portugal, es una invención forjada por sus enemigos?”.

            En su proclama dirigida a los pueblos de Venezuela, desde el Cuartel General de Guayana, 5 de agosto de 1817, Bolívar le da un trato despiadado al asunto tratando de justificar la condena y ejecución del héroe de Chirica:            

            “El general Piar no desea la  preponderancia de un color que aborrece y que siempre ha despreciado como es constante por su conducta y documentos. El general Piar ha tenido como un timbre la genealogía de su padre y ha llevado su impudencia hasta el punto de pretender no sólo ser noble, sino aun descendiente de un príncipe de Portugal, entre sus papeles existe este documento.”

            En otro párrafo más atrás había comentado lo siguiente:
            “Engreído el general Piar de pertenecer a una familia noble de Tenerife, negaba desde sus primeros años, ¡Que horrible! Negaba conocer el infeliz seno que había llevado ese aborto en sus entrañas. Tan nefasto en su desnaturalizada ingratitud ultrajaba a la misma madre de quien había recibido la vida por el sólo motivo de no ser aquella respetable mujer del color claro que había heredado de su padre. Quien no supo amar, respetar y servir a los autores de sus días no podía someterse al deber de ciudadanos y menos aun al más riguroso de todos, al militar”

            Lo cierto es que esta “invención” llegó a tomar fuerza y visos  de verdad, aun sin soporte documental en 1874, cuando la demolición de los conventos de Caracas. Entonces se dijo que en  los archivos de las monjas de la Concepción se había hallado la partida de nacimiento de Piar. Historiógrafos y otros escritores, entre ellos, el prelado José María Arroyo y Niño, Pesquera Vallenilla, Vergara y Velasco, Julio Calcaño, Laureano Villanueva, Ángel Núñez y Lino Duarte Level se ocuparon del asunto del que después se hizo eco de manera apasionada, Bartolomé Tavera Acosta, en sus Anales de Guayana. Lo más curioso es que esta partida de nacimiento, al igual que el documento del árbol genealógico, nunca apareció ni nadie dijo haberlo visto.

            Lo que más fuerza histórica le otorga a la versión según la cual Piar desciende de un príncipe Portugués es el folleto titulado “Nacimiento y educación del general Manuel Piar” escrito por el Obispo de Guayana, doctor José Manuel Arroyo y Niño, y en el cual afirma que este patriota nació en Caracas, en el Convento de las Monjas Concepciones, por los años 1777 y 1778, en donde fue bautizado, y que fueron sus padres el príncipe don Carlos de Braganza y doña Soledad Jerez Aristiguieta, dama de la alta sociedad caraqueña.

            José Manuel Arroyo y Niño, nativo de Carora, ejerció el obispado de Guayana desde 1857 hasta 1884 (27 años) y su texto sobre Piar lo apoya, según Tavera Acosta, en un manuscrito que le entregó el prócer Antonio Padilla Urbaneja.

            El historiador guayanés, general Lino Duarte Level, quien fue Secretario General del Presidente de la República Antonio Guzmán Blanco, al dedicar un capítulo en su “Historia Patria” a la casa de los Aristeguieta, dice que era el centro social de Caracas y que allí sólo tenía entrada sangre muy limpia y la ocupación muy noble y gallarda. “Por aquellos salones –agrega- sólo desfilaron altos personajes. Comensal asiduo fue el Marques de la Torre, el Coronel de Agüero y, ahora para el 1776, el coronel Unzaga que llevaba en Caracas vida regalada y daba el tono de moda junto con los jóvenes de la época.

Para entonces la tertulia de la casa la componían María Antonia, Mercedes, Rosa y Begonia (hermana Jerez Aristeguieta) a quienes se juntaba una prima llamada Soledad, cuyo genio alegre y divertido animaba la casa. Como la familia Herrera era íntima de las Aristeguieta se consideraba don Marcos Rivas como de la casa por estar casado con doña Petronila Herrera.

            “Era don Marcos entrado en años y padre de once hijos, de los cuales el postrero fue el General José Félix Rivas y se le miraba con marcadas atenciones de caserío. El buen viejo se enamoró de Soledad y la pobre niña vino a comprender su falta cuando ya era tarde. La intervención del canónigo Jerez Aristeguieta y la circunstancia de estar el obispado gobernado por el Provisor facilitó la entrada al Convento de las Concepciones a Soledad, quien tuvo más tarde el nombre de Sor María de la Concepción. El fruto de estos amores fue confiado a Isabel Gómez y fue el General Manuel Carlos Piar (sic). La familia Rivas conservó la tradición de estos extraños sucesos corroborados por la íntima amistad y otras circunstancia especiales que existieron entre los generales Rivas y Piar. Hemos obtenido estos informes de fuentes tan respetables que nos creemos autorizados para publicarlos”.

            No obstante, los únicos documentos existentes y, por lo tanto, valiosos desde el punto de vista histórico, es la partida de bautizo hallada en la Iglesia de Santa Ana de Curazao por el franciscano William Brada y los testimonios escritos de María Isabel Gómez, en los que sostiene que Piar es hijo de su unión con Fernando Piar y a ellos se atiene la Academia Nacional de la Historia al aceptar como verdad histórica el nacimiento de Piar en Curazao en abril de 1774.

            No obstante, persiste la discusión sobre el origen de Piar, una discusión que se ha prolongado tanto como la que se mantiene en torno a lo justo o injusto de su destino final.  Un  destino final trágico que parece fatalmente asociado a José María España y Manuel Gual, quienes lo iniciaron en la lucha por la emancipación americana.

            Las Antillas, por ser colonias holandesas, inglesas y francesas, favorecían la educación y formación de sus habitantes sin la rígida restricción de clase que sufrían en las colonias españolas quienes no eran blancos puros.  Por esa circunstancia y también por la preocupación de su padre, el joven Manuel Piar tuvo una educación no solo de las primeras letras, sino que estudió idiomas y matemáticas, materia esta última que cursó en Caracas con el ingeniero, coronel de artillería, don Juan Pires.

            Ya hemos señalado que Piar llegó al puerto de La Guaira a temprana edad y que su madre practicaba el oficio de comadrona o partera, lo cual le permitió tener acceso a hogares de todos los colores y niveles, entre ellos, el de José María España, en donde su madre María Isabel asistió a doña Josefa Joaquina Sánchez Bastidas en los partos de sus hijos Prudencio y José María.

Piar, al igual que su hermano Felipe, solía visitar también la hacienda de cacao que la familia España tenía en las inmediaciones de Naiguatá y ambos hermanos, por simpatía y consideración tuvieron acceso a la biblioteca de 130 volúmenes con obras en español, inglés y fundamentalmente francés, pues José María España, al igual que su amigo y paisano Manuel Gual, quien lo visitaba frecuentemente desde su hacienda de los valles del Tuy, era francófilo y seguía muy de cerca y visiblemente interesado el proceso de la Revolución Francesa, llegando a pensar que en Venezuela y América podía ocurrir lo mismo si alguien como él se lo propusiera.

            Lo cierto es que tanto España como Gual, en conexión con jóvenes pardos, esclavos y exiliados políticos hispanos entre quienes sobresalía Juan Bautista Picornell, concibieron un proyecto militar para asumir el poder luego que depusieran a las autoridades reales de la Capitanía General de Venezuela.  La idea era declarar la independencia, establecer el sistema republicano e introducir cambios de carácter económico y social como la libertad de los esclavos con los cuales contaban para la ofensiva revolucionaria, pero he aquí que por delación de uno de ellos, los planes fracasaron y la persecución y detenciones se desataron, pero muchos comprometidos como Manuel Piar, embarcaron clandestinamente hacia las Antillas en julio de 1797. A Piar, quien se había adelantado junto con su hermano Felipe, le tocó recibir en Curazao en la casa de su familia a José María España y a Manuel Gual. Formaban sin saberlo en ese momento una tríada con destino marcado.  Ciertamente, por coincidencial fatalidad, los tres tuvieron un destino trágico: España al regresar clandestinamente a Venezuela fue capturado y condenado a la horca; Manuel Gual, envenenado en Trinidad por un espía, y Piar que había logrado sobrevivir casi todo el proceso de la emancipación, pasado por la armas en la  Plaza Mayor de Angostura.

            El 31 de enero de 1798, el capitán general Pedro Carbonel ordenó que la casa de la señora María Isabel Gómez, madre de Piar, fuera registrada  por cuanto se tenía información  confidencial que la misma estaba implicada en la tentativa de independencia de Gual y España. Requisado el domicilio de la madre de Piar, nada encontraron los agentes de la Capitanía General; no obstante, la sospecha quedó en pie y doña María Isabel fue expulsada del país para Curazao.
           
      


           


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