Vadea el Cuchivero – Cruza el Caura a nado y en barco
del enemigo – Derrota a Ceruti en el Paso de Maripa – Se dirige en Proclama a
los habitantes de la Provincia de Guayana – Arenga a sus soldados – Hace
contacto con grupo disidente de la capital – Sitio de Angostura – Cartas de
Bolívar a Piar y Cedeño llamándolos a
reunirse con su ejército en Barcelona.
El
General Manuel Piar había cruzado el Orinoco los días 20 y 21 de noviembre e
instalado su cuartel en Pueblo Nuevo, a la espera de las fuerzas del General
Manuel Cedeño y Coronel José Manuel Olivares, que se hallaban en la zona de
Caicara desde 1814 y con las cuales formó un solo ejército para atacar la
capital de la provincia. De manera que
tan pronto se reunió con Cedeño y Olivares,
emprendió la marcha el Día de
Navidad, cruzó el Cuchivero sin contratiempo, pero no corrió con la misma
suerte al cruzar el Caura, pues el río era más ancho y caudaloso, no contaba
con embarcaciones y la ribera opuesta estaba defendida por cuatro compañías del
Batallón Basbastro de Angostura.
El
ejército de los Generales Piar y Cedeño unido reunía a los oficiales Coroneles
Juan Manuel Olivares, Francisco de Paula Alcántara y Etanislao Ribas, de
Caracas; Miguel Borras, de Valencia; Francisco Veles, de Nueva Granada; José
Antonio Anzoategui, de Barcelona; Julián Montes de Oca y Pedro León Torres, de
Carora; José Ucroz, de Santa Marta; Fernando Galindo, Juan José Conde, Juan
Francisco Sánchez y José Liendo, de
Caracas; Bruno Torre, de Carora: José
María Chipía, de Trujillo; Bartolomé
Salom, de Puerto Cabello; los Comandantes Gavino Martínez, de Barcelona; Rafael
Rodríguez (Cabeza de Gato) de Carora; Ramón Segura, Rafael Zumeta y José
Gabriel Lugo, de San Felpe el fuerte;
Joaquín Peña, de Cumaná y José Montes, de Cartagena de Indias. Sargentos mayores: José Morales, de Caracas; Manuel Martínez, de
Cartagena; Cirujano Mayor Servellón
Urbina, de Caracas; Capitán Mayor Juan de Dios Monzón, de La Victoria y Miguel
Zagarra, de Trujillo. Capitanes: Juan Muñoz, de Mampox; Juan de Dios Morales, de La Guaira; Pedro Cadenas, de Caracas; Francisco Torres,
de Carora; Joaquín Moreno, de Angostura (hijo del fundador de
Angostura Joaquín Moreno de Mendoza); José María Landaeta, de Caracas; Juan
Antonio Camero, de Cartagena de Indias; Valentín García, de Cumaná; Pedro
Marín, de Calabozo y Manuel Salcedo, de La Victoria.
Debido
a las aguas crecidas del Caura, fue preciso diferir la marcha que tenía por
mira la Capital de la Provincia. Esta
inacción prolongada dio lugar a
disgustos entre oficiales que proponían regresar para marchar hacia el
centro. Debió reunirse nuevamente una
Junta de Guerra, en la que la mayoría se decidió por seguir la empresa sobre
Guayana. Quedaron descontentos algunos
jefes y oficiales como Juan Francisco
Sánchez que terminaron por se separarse seguidos de algunos elementos de tropa.
Ocurrió
que tan pronto fue informado de estos movimientos, el Gobernador de la
Provincia de Guayana, Lorenzo Fitz Gerald, destacó al comandante militar de la
plaza, Teniente coronel José Ceruti,
para cortar el avance a las fuerzas patriotas. Se situó en la orilla opuesta del Caura con
dos compañías del regimiento español de Barbastro y otras dos compañías de
soldados criollos, bien parapetados en tierra y cuatro flecheras bien armadas y
tripuladas. Ante esta situación, Piar mandó a construir dos curiaras y ordenó
quitarle una al enemigo. Para lo cual encargó al oficial de la marina, patriota
Rafael Rodríguez, alias, “Cabeza de Gato”, quien por la noche,
acompañado de tres de sus hombres de confianza, pasó cautelosamente el río en
una curiarita que la casualidad proporcionó y sorprendió a una avanzada del
flanco izquierdo del enemigo logrando apoderarse de la embarcación.
Al día siguiente,
como a las dos de la tarde, en presencia del enemigo, echaron las curiaras
al agua y en ambas se embarcaron dos piquetes de infantería al mando de
los capitanes Valentín García y José María Landaeta, protegidos por fuego de
artillería para hacer río arriba el desembarque y obrar sobre la izquierda del
enemigo. Al mismo tiempo se arrojó al
río con puñal en la boca y lanza en mano un escuadrón de caballería y el
General Cedeño a la cabeza con dirección al paso real donde estaban las
flecheras enemigas. Cargaron fieramente contra el enemigo viéndose éste
obligado a retroceder y emprender la huída hacia la capital, dejándole a los
patriotas prácticamente libre todo el territorio hasta más allá del Caroní. Al siguiente día, 31 de diciembre, el General
Piar dirigió esta proclama a los habitantes de la Provincia de Guayana:
“Llegó al fin el término que la Providencia asignó a vuestro sufrimiento. Un ejército fuerte, conducido por la victoria dirige sus marchas triunfantes sobre vuestra capital. Su objeto es auxiliaros, para que desprendidos de la bárbara dominación española, entréis a ocupar el rango que os corresponde en la sociedad, y a disfrutar con vuestros hermanos de Cumaná, Barcelona, Caracas y Barinas, de las deliciosos placeres e inestimables bienes de la libertad.
Guayaneses: No temáis las insignificantes amenazas de vuestros tiranos; despreciad los groseros engaños con que pretenden seduciros. Nosotros somos vuestros protectores y amigos; venimos a haceros partícipes de nuestras glorias y de la suprema felicidad a que aspiramos; venimos a igualaros con los hombres libres, elevándoos de la humilde servidumbre en que yacéis; y venimos, en fin, a expulsar de vuestro país a los españoles para aseguraros el goce pleno de vuestras propiedades, de vuestros derechos y de vuestro honor.
La naturaleza que dotó a vuestro suelo con los preciosos frutos, os armó también con robustos brazos y grabó profundamente en vuestros corazones el amor a la Patria para que defendáis aquellos y sostengáis esta contra la rapaz codicia y opresión extranjera. Unios, pues, con nosotros en obedecimiento de esta ley primera, y temed convertiros en asesinos de vuestra misma Patria, sirviendo de instrumento a vuestros opresores. Desertad de unas banderas que llevan tras sí la miseria, la muerte y el oprobio, y seguid las armas de la República, que os ofrecemos la seguridad de vuestras personas e intereses. Cualesquiera que sean vuestros empleos militares o civiles, seréis conservados en ellos, y aun recompensados con otros mayores conforme al mérito y distinción de los servicios que hagáis al ejército. No os detenga ningún comprometimiento; sois americanos y a nuestra presencia estáis exentos de pena. Cuartel general en el Pao de Maripa. Diciembre 31 de l816.”
Esta
Proclama circuló en Angostura a través de don
Rafael Ramos, un guayanés que residía en ella y admiraba de lejos la
gesta republicana. Ramos, tan pronto
supo de la presencia de Piar le propuso una entrevista para informarle sobre la
situación de la capital y pedirle lo acepara en su ejército junto con otros
angostureños. Piar, emocionado, le
escribe esta carta:
“Mui
señor mío: Nada es más agradable ni más
lisonjero para mi corazón que la generosidad con respecto a mis conciudadanos
extraviados que desean abrazar la causa
de la justicia por la cual combato; así es que al oír el recado que U me envió
he experimentado un placer inexplicable
y un deseo vehemente de volar yo mismo a
recibirlo en el lugar que me indica.
Mis atenciones actuales no me permiten
hacerlo; pero ansioso de ver a U libre y lejos de la dominación española,
destaco una fuerza considerable para que se una U a ella con los más que
quieran seguir el partido de la República, a cuyo efecto tendrá U la bondad de
hacer entender a sus súbditos la adjunta proclama ofreciéndoles y asegurándoles
de todos modos, que mi palabra es sagrada; que mis promesas se cumplen
literalmente; que hallarán en este ejército una protección y fraternidad tan
amistosa y cordial como si hubiesen sido siempre individuos de él.
U no
debe duda de nada de esto, y espero que tomará el interés más vivo en que le
acompañe o siga el mayor número posible, procurando antes de su salida esparcir
la proclama por toda la provincia y especialmente en la capital. Este será un servicio muy distinguido que
hará U a la República y a sus compatriotas los guayaneses, cuya sangre debe
economizar”.
Al día
siguiente, primero de enero, listos para seguir en persecución de Ceruti, Piar
completó su mensaje a los guayaneses con una arenga a sus soldados:
“Soldados:
todo cede al impulso de vuestro valor: la jornada del 30 de diciembre es la
obra primaria de nuestras campañas: el Caura mismo admira vuestra audacia. Gloria inmortal a los bravos que han sabido
dejar su patria y sus familiares para llevar
a regiones extrañas sus pensamientos liberales.
Soldados:
Guayana será libre con vuestro solo aspecto y sus habitantes reconocidos dirán:
he aquí los que nos han traído la libertad, la gloria y la dignidad.”
Se preparaba
Piar para mover el ejército sobre la
capital de Guayana, cuando recibió un oficio del Libertador fechado el 7 de
noviembre que le produjo gran placer. El
Libertador lo ponía en conocimiento de su propósito de llevar a cabo otra
expedición sobre el continente, con recursos y elementos para hacer la guerra
de manera vigorosa. Piensa responderla,
pero no lo hará sino después que opere y trate de tomar a la ciudad de
Angostura.
Inmediatamente
desmontó su cuartel en el Paso de Maripa y tras
un breve descaso en San Pedro, la División de Piar avanzó durante diez
días hasta las inmediaciones de Angostura, a la cual puso sitio desde el mismo
día.
Piar
estableció su cuartel en la Mesa de Angostura, específicamente en el sitio
conocido hasta avanzado el siglo veinte como Laja de La Llanera y allí se le
unión don Rafael Ramos y otros habitantes.
Dos días antes del choque de la División de Piar y Cedeño contra las
fuerzas de Ceruti, Bolívar llegó a Margarita desde Los Cayos e inmediatamente
pasó a Barcelona y asumió el mando teniendo de su lado muy cerca al General
Juan Bautista Arismendi. Concibe el
proyecto de reunir en un solo gran cuerpo el ejército de Nueva Granada que obra
en Apure y las fuerzas que en Divisiones y Guerrillas mandan los generales
venezolanos en el oriente del país y Guayana.
En este sentido y aduciendo que no es conveniente tomar a Guayana por
ahora, se dirige el 10 de enero al General Manuel Piar y Cedeño, justamente
cuando comenzaban a cercar militarmente a la Angostura del Orinoco.
“Sr.
General Manuel Piar: La salvación de
nuestra Patria, señor General, depende de la reunión de todas las fuerzas
nuestras, diseminadas ahora y separadas por grandes distancias.
Toda operación parcial, aun siendo feliz, no
producirá sino ventajas efímeras y puede tener consecuencias muy funestas
siendo desgraciadas.
Los
españoles reúnen las suyas y es preciso oponerles fuerzas iguales. Pequeñas divisiones no pueden ejecutar
grandes planes. La dispersión de
nuestros ejércitos, sin sernos útil, puede hacer perecer la República.
El
Excmo. Sr. General Arismendi tendrá el honor de someter a VS mi plan de
operaciones, hará ver a VS nuestro estado actual, y lo que he resuelto después
de la más dura reflexión.
Esta
operación es tan importante que yo en persona pasaría cerca de VS si fuese
preciso. La reunión sola puede
salvarnos. El ejército de VS compondrá,
no lo dudo, parte del gran ejército.
Estoy
seguro por informes los más exactos y dignos de crédito que sin una flotilla respetable no es posible
tomar la Guayana. Un buque inglés procedente
de Granada y que ha poco estuvo allí me ha instruido de sus fuerzas
marítimas. Las nuestras son muy
inferiores a ellas, y además no pueden, por ahora, separarse de estas costas
hasta asegurar todas nuestras comunicaciones externas, por donde recibimos los
auxilios y elementos para la guerra. No
perdamos nuestros esfuerzos. Aun no es
tiempo de tomar a Guayana. Llegará eso y
con suceso”
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