sábado, 15 de junio de 2013

CAPITULO VII / Piar en Guayana


Vadea el Cuchivero – Cruza el Caura a nado y en barco del enemigo – Derrota a Ceruti en el Paso de Maripa – Se dirige en Proclama a los habitantes de la Provincia de Guayana – Arenga a sus soldados – Hace contacto con grupo disidente de la capital – Sitio de Angostura – Cartas de Bolívar  a Piar y Cedeño llamándolos a reunirse con su ejército en Barcelona.


            El General Manuel Piar había cruzado el Orinoco los días 20 y 21 de noviembre e instalado su cuartel en Pueblo Nuevo, a la espera de las fuerzas del General Manuel Cedeño y Coronel José Manuel Olivares, que se hallaban en la zona de Caicara desde 1814 y con las cuales formó un solo ejército para atacar la capital de la provincia.  De manera que tan pronto se reunió con Cedeño y Olivares,  emprendió la  marcha el Día de Navidad, cruzó el Cuchivero sin contratiempo, pero no corrió con la misma suerte al cruzar el Caura, pues el río era más ancho y caudaloso, no contaba con embarcaciones y la ribera opuesta estaba defendida por cuatro compañías del Batallón Basbastro de Angostura.

            El ejército de los Generales Piar y Cedeño unido reunía a los oficiales Coroneles Juan Manuel Olivares, Francisco de Paula Alcántara y Etanislao Ribas, de Caracas; Miguel Borras, de Valencia; Francisco Veles, de Nueva Granada; José Antonio Anzoategui, de Barcelona; Julián Montes de Oca y Pedro León Torres, de Carora;  José Ucroz, de Santa Marta;  Fernando Galindo, Juan José Conde, Juan Francisco Sánchez  y José Liendo, de Caracas; Bruno Torre, de  Carora: José María Chipía, de Trujillo;  Bartolomé Salom, de Puerto Cabello; los Comandantes Gavino Martínez, de Barcelona; Rafael Rodríguez (Cabeza de Gato) de Carora; Ramón Segura, Rafael Zumeta y José Gabriel Lugo, de San Felpe el fuerte;  Joaquín Peña, de Cumaná y José Montes, de Cartagena de Indias.  Sargentos mayores:  José Morales, de Caracas; Manuel Martínez, de Cartagena;  Cirujano Mayor Servellón Urbina, de Caracas; Capitán Mayor Juan de Dios Monzón, de La Victoria y Miguel Zagarra, de Trujillo.  Capitanes:  Juan Muñoz, de Mampox;   Juan de Dios Morales, de La Guaira;  Pedro Cadenas, de Caracas; Francisco Torres, de Carora;  Joaquín  Moreno, de Angostura (hijo del fundador de Angostura Joaquín Moreno de Mendoza); José María Landaeta, de Caracas; Juan Antonio Camero, de Cartagena de Indias; Valentín García, de Cumaná; Pedro Marín, de Calabozo y Manuel Salcedo, de La Victoria.

            Debido a las aguas crecidas del Caura, fue preciso diferir la marcha que tenía por mira la Capital de la Provincia.  Esta inacción prolongada  dio lugar a disgustos entre oficiales que proponían regresar para marchar hacia el centro.  Debió reunirse nuevamente una Junta de Guerra, en la que la mayoría se decidió por seguir la empresa sobre Guayana.  Quedaron descontentos algunos jefes y oficiales como Juan  Francisco Sánchez que terminaron por se separarse seguidos de algunos elementos de tropa.

            Ocurrió que tan pronto fue informado de estos movimientos, el Gobernador de la Provincia de Guayana, Lorenzo Fitz Gerald, destacó al comandante militar de la plaza, Teniente coronel José Ceruti,  para cortar el avance a las fuerzas patriotas.  Se situó en la orilla opuesta del Caura con dos compañías del regimiento español de Barbastro y otras dos compañías de soldados criollos, bien parapetados en tierra y cuatro flecheras bien armadas y tripuladas. Ante esta situación, Piar mandó a construir dos curiaras y ordenó quitarle una al enemigo. Para lo cual encargó al oficial de la marina, patriota Rafael Rodríguez, alias, “Cabeza de Gato”, quien por la noche, acompañado de tres de sus hombres de confianza, pasó cautelosamente el río en una curiarita que la casualidad proporcionó y sorprendió a una avanzada del flanco izquierdo del enemigo logrando apoderarse de la embarcación.

Al día siguiente, como a las dos de la tarde, en presencia del enemigo, echaron  las curiaras  al agua y en ambas se embarcaron dos piquetes de infantería al mando de los capitanes Valentín García y José María Landaeta, protegidos por fuego de artillería para hacer río arriba el desembarque y obrar sobre la izquierda del enemigo.  Al mismo tiempo se arrojó al río con puñal en la boca y lanza en mano un escuadrón de caballería y el General Cedeño a la cabeza con dirección al paso real donde estaban las flecheras enemigas. Cargaron fieramente contra el enemigo viéndose éste obligado a retroceder y emprender la huída hacia la capital, dejándole a los patriotas prácticamente libre todo el territorio  hasta más allá del Caroní.  Al siguiente día, 31 de diciembre, el General Piar dirigió esta proclama a los habitantes de la Provincia de Guayana:

            “Llegó al fin el término que la Providencia asignó a vuestro sufrimiento.  Un ejército fuerte, conducido por la victoria dirige sus marchas triunfantes sobre vuestra capital.  Su objeto es auxiliaros, para que desprendidos de la bárbara dominación española, entréis a ocupar el rango que os corresponde en la sociedad, y a disfrutar con vuestros hermanos de Cumaná, Barcelona, Caracas y Barinas, de las deliciosos placeres e inestimables bienes de la libertad. 

Guayaneses:  No temáis las insignificantes amenazas de vuestros tiranos; despreciad los groseros engaños con que pretenden seduciros.  Nosotros somos vuestros protectores y amigos; venimos a haceros partícipes de nuestras glorias y de la suprema felicidad a que aspiramos; venimos a igualaros con los hombres libres, elevándoos de la humilde servidumbre en que yacéis; y venimos, en fin, a expulsar de vuestro país a los españoles para aseguraros el goce pleno de vuestras propiedades, de vuestros derechos y de vuestro honor.

La naturaleza que dotó a vuestro suelo con los preciosos frutos, os armó también con robustos brazos y grabó profundamente en vuestros corazones el amor a la Patria para que defendáis aquellos y sostengáis esta contra la rapaz codicia y opresión extranjera.  Unios, pues, con nosotros en obedecimiento de esta ley primera, y temed convertiros en asesinos de vuestra misma Patria, sirviendo de instrumento a vuestros opresores.  Desertad de unas banderas que llevan tras sí la miseria, la muerte y el oprobio, y seguid las armas de la República, que os ofrecemos la seguridad de vuestras personas e intereses.  Cualesquiera que sean vuestros empleos militares o civiles, seréis conservados en ellos, y aun recompensados con otros mayores conforme al mérito y distinción de los servicios que hagáis al ejército.  No os detenga ningún comprometimiento; sois americanos y a nuestra presencia estáis exentos de pena.  Cuartel general en el Pao de Maripa.  Diciembre 31 de l816.”


            Esta Proclama circuló en Angostura a través de don  Rafael Ramos, un guayanés que residía en ella y admiraba de lejos la gesta republicana.  Ramos, tan pronto supo de la presencia de Piar le propuso una entrevista para informarle sobre la situación de la capital y pedirle lo acepara en su ejército junto con otros angostureños.  Piar, emocionado, le escribe esta carta:

            “Mui señor mío:   Nada es más agradable ni más lisonjero para mi corazón que la generosidad con respecto a mis conciudadanos extraviados que desean  abrazar la causa de la justicia por la cual combato; así es que al oír el recado que U me envió he experimentado un placer  inexplicable y un deseo  vehemente de volar yo mismo a recibirlo en el lugar que me indica.  
 Mis atenciones actuales no me permiten hacerlo; pero ansioso de ver a U libre y lejos de la dominación española, destaco una fuerza considerable para que se una U a ella con los más que quieran seguir el partido de la República, a cuyo efecto tendrá U la bondad de hacer entender a sus súbditos la adjunta proclama ofreciéndoles y asegurándoles de todos modos, que mi palabra es sagrada; que mis promesas se cumplen literalmente; que hallarán en este ejército una protección y fraternidad tan amistosa y cordial como si hubiesen sido siempre individuos de él.
U no debe duda de nada de esto, y espero que tomará el interés más vivo en que le acompañe o siga el mayor número posible, procurando antes de su salida esparcir la proclama por toda la provincia y especialmente en la capital.  Este será un servicio muy distinguido que hará U a la República y a sus compatriotas los guayaneses, cuya sangre debe economizar”.

            Al día siguiente, primero de enero, listos para seguir en persecución de Ceruti, Piar completó su mensaje a los guayaneses con una arenga a sus soldados:

“Soldados: todo cede al impulso de vuestro valor: la jornada del 30 de diciembre es la obra primaria de nuestras campañas: el Caura mismo admira vuestra audacia.  Gloria inmortal a los bravos que han sabido dejar su patria y sus familiares para llevar  a regiones extrañas sus pensamientos liberales.
Soldados: Guayana será libre con vuestro solo aspecto y sus habitantes reconocidos dirán: he aquí los que nos han traído la libertad, la gloria y la dignidad.”

Se preparaba Piar para mover  el ejército sobre la capital de Guayana, cuando recibió un oficio del Libertador fechado el 7 de noviembre que le produjo gran placer.  El Libertador lo ponía en conocimiento de su propósito de llevar a cabo otra expedición sobre el continente, con recursos y elementos para hacer la guerra de manera vigorosa.  Piensa responderla, pero no lo hará sino después que opere y trate de tomar a la ciudad de Angostura.

Inmediatamente desmontó su cuartel en el Paso de Maripa y tras  un breve descaso en San Pedro, la División de Piar avanzó durante diez días hasta las inmediaciones de Angostura, a la cual puso sitio desde el mismo día.

Piar estableció su cuartel en la Mesa de Angostura, específicamente en el sitio conocido hasta avanzado el siglo veinte como Laja de La Llanera y allí se le unión don Rafael Ramos y otros habitantes.  Dos días antes del choque de la División de Piar y Cedeño contra las fuerzas de Ceruti, Bolívar llegó a Margarita desde Los Cayos e inmediatamente pasó a Barcelona y asumió el mando teniendo de su lado muy cerca al General Juan Bautista Arismendi.  Concibe el proyecto de reunir en un solo gran cuerpo el ejército de Nueva Granada que obra en Apure y las fuerzas que en Divisiones y Guerrillas mandan los generales venezolanos en el oriente del país y Guayana.  En este sentido y aduciendo que no es conveniente tomar a Guayana por ahora, se dirige el 10 de enero al General Manuel Piar y Cedeño, justamente cuando comenzaban a cercar militarmente a la Angostura del Orinoco.

“Sr. General Manuel Piar:  La salvación de nuestra Patria, señor General, depende de la reunión de todas las fuerzas nuestras, diseminadas ahora y separadas por grandes distancias.
Toda operación parcial, aun siendo feliz, no producirá sino ventajas efímeras y puede tener consecuencias muy funestas siendo desgraciadas.
Los españoles reúnen las suyas y es preciso oponerles fuerzas iguales.  Pequeñas divisiones no pueden ejecutar grandes planes.  La dispersión de nuestros ejércitos, sin sernos útil, puede hacer perecer la República.
El Excmo. Sr. General Arismendi tendrá el honor de someter a VS mi plan de operaciones, hará ver a VS nuestro estado actual, y lo que he resuelto después de la más dura reflexión.
Esta operación es tan importante que yo en persona pasaría cerca de VS si fuese preciso.  La reunión sola puede salvarnos.  El ejército de VS compondrá, no lo dudo, parte del gran ejército.
Estoy seguro por informes los más exactos y dignos de crédito que  sin una flotilla respetable no es posible tomar la Guayana.  Un buque inglés procedente de Granada y que ha poco estuvo allí me ha instruido de sus fuerzas marítimas.  Las nuestras son muy inferiores a ellas, y además no pueden, por ahora, separarse de estas costas hasta asegurar todas nuestras comunicaciones externas, por donde recibimos los auxilios y elementos para la guerra.  No perdamos nuestros esfuerzos.  Aun no es tiempo de tomar a Guayana.  Llegará eso y con suceso”



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