Maturín, donde Piar se consagró como gran guerrero
Como marino lucha a
favor de la independencia de Haití – Ingresa como Alférez de Fragata al
ejército patriota venezolano – Participa en el primer intento por recuperar la
provincia de Guayana – Capitulación de Miranda – Exilio en Trinidad y firma la
partida de nacimiento de la Segunda República – Diferencias con Bernardo
Bermúdez – Invencible tres veces seguidas en Maturín.
De manera
que Gual y España sembraron en Piar las primeras ideas revolucionarias de los
enciclopedistas franceses y las que debían servir de base en un proceso de
lucha emancipadora de las Antillas y Venezuela.
De
nuevo en su isla y prácticamente extrañado de La Guaira por los sucesos de
1797, acompaña a su padre en algunos viajes por las islas neerlandesas y en 1804 se alista como miliciano de la
Guardia Nacional que en Curazao combatió contra los ingleses empeñados en la
conquista de las colonias holandesas. De
aquí pasa a Haití, envuelta en una guerra de independencia comandada por el
general Dessalines El comando
revolucionario lo pone al frente de un buque de guerra, el cual coadyuvó en un
frente contra las tropas francesas del general Leclere enviado por Napoleón
luego que el negro Toussaint Louverture terminó apoderándose de la isla.
Pero
su carrera militar en firme la inicia en Venezuela después de los sucesos del
19 de abril de 1810, ya declarada la Independencia, cuando acude a ponerse a la
orden del proceso revolucionario venezolano.
Entonces, en calidad de Alférez
de Fragata, es destinado al apostadero de Puerto Cabello, pero sólo llegó hasta
Borburata, justo cuando los españoles, presos en el castillo de aquella plaza,
se sublevaron y apoderaron de ella. En
seguida se dirigió a la Provincia de Cumaná y Barcelona donde unido con el
Coronel Bernado Bermúdez y auxiliado por el señor Manuel de Freites, siguió
sirviendo con el carácter de jefe. al mando de una lancha cañonera que luego
pasará a formar parte de la escuadra destacada para recuperar a la Provincia de Guayana que tras respaldar
el 11 de mayo de 1810 a la Junta Suprema de Caracas había sido objeto de un
golpe contrarrevolucionario por parte del jefe de la guarnición coronel Matías
Farreras, quien terminó restaurando las relaciones de obediencia a la Regencia
peninsular.
La
expedición para recuperar a Guayana se organizó
por tierra y mar. La de tierra al mando de Francisco González Moreno y
Francisco Javier Solá, españoles ambos al servicio de la República y vecinos de
Cumaná, quienes buscaban una brecha para invadir a la ciudad de Angostura
desplazándose entre Barrancas, Santa Cruz del Orinoco, Caris, Santa Bárbara, El
Pao y Soledad, y la de mar compuesta por una escuadrilla de 19 lanchas
cañoneras al mando de Felipe Esteves y Juan B. Videau, apoyada desde Barrancas
por 900 hombres al mando del coronel Manuel Villapol. La escuadrilla entró por
el Caño Pedernales y no obstante haber cooperado eficazmente con las fuerzas de
tierra; fue derrotada en Sorondo, en las inmediaciones de Guayana La Vieja, el
26 de marzo de 1812, por la escuadrilla realista comandada por José de
Chastre que aprovechó la conmoción de un
terremoto que sacudió a Guayana y gran parte de Venezuela, acentuadamente
Caracas, originando un contratiempo terrible y fatal al proceso
republicano.. Las tropas de González
Moreno y Solá se dispersaron a causa del sacudimiento y numerosos efectivo como
oficiales fueron atacados y hechos prisioneros.
Francisco
Javier Yánez, en su Historia de la Provincia de Cumaná, dice que el general
González Moreno ¨se presentó el 26
al frente de la ciudad de Angostura con fuerzas muy superiores, y cuando se
debía cantar victoria, se dispersa su ejercito en términos que los invadidos
hicieron más de 500 prisioneros, los cuales se remitieron a Puerto Rico y otros
puntos, siendo constante que ninguno de ellos
volvió a respirar el aire libre que la naturaleza concede a todos los
vivientes sino los que prestaren homenaje a la tiranía, o pudieron escaparse de
las garras de los opresores. Se quiso
después hacer valer en esta empresa el sacudimiento de tierra que se
experimentó en el mismo día; mas si algo pudo influir en ella, debió ser contra
los invadidos, jamás contra los que atacaban con fuerzas superiores y tenían en
sus manos el triunfo. Los jefes Moreno y
Solá fueron puestos en juicio por orden del generalísimo Miranda y es sabido
que su resultado hubiera sido bien desfavorable, principalmente a Solá,
convencido de traidor, cuyo concepto se ha confirmado después por su conducta,
pues los españoles no sólo le perdonaron, sino que le premiaron como fiel
servidor de su Rey”.
El fracaso de los patriotas en Guayana agravó la
situación general del país al sumarse el avance de las tropas de Monteverde
desde Coro. El Congreso debió reunirse
de emergencia en Valencia y el gobierno dispuso que los restos de las tropas
que habían ido en expedición y aun se
mantenían en las fronteras de Guayana bajo el mando de Manuel Villapol, se retirasen a Maturín hasta segunda
determinación.
Al final
las fuerzas de Monteverde salieron airosas al perder Bolívar la Plaza de Puerto
Cabello. Miranda se vio obligado a
firmar una capitulación en San Mateo el 25 de julio de 1812 mientras la alta
oficialidad al ver perdida la República buscó refugio en las Antillas y Nueva
Granada. En Trinidad se exiliaron Santiago Mariño, Manuel
Piar, José Francisco Bermúdez, Agustín Armario, José Maria Hermoso, Manuel
Valdés, Juan Bautista y Nicolás Cova,
Joaquín Vallenilla, José Francisco Ascue, Bernardo Bermúdez, Juan Bautista
Videau, José Leonardo Brito Sánchez, José de la Paz Valdés, entre un total de
45 jefes y oficiales del ejército republicano, que se reunió en el islote de
Chacachacare y levantó un acta comprometiéndose bajo las órdenes de Santiago
Mariño a reanudar la lucha invadiendo de inmediato por Güiria y a partir de
allí reconquistar las posiciones perdidas.
El acta
de Chacachcare, designada por el historiador Parra Pérez como la partida de
nacimiento de la llamada Segunda República, se contrae a lo siguiente “...cuarenta
y cinco emigrados nos hemos reunidos en esta hacienda, bajo los auspicios de su
dueña, la magnánima señora Concepción Mariño, y congregados en su consejo de
familia, impulsados por un sentimiento de profundo patriotismo, resolvemos
expedicionar sobre Venezuela, con el objeto de salvar esa Patria querida, de la
dependencia española”. .
La
expedición, reforzada con negros esclavos y reclutas, se apoderó de Güiria y
sobre la marcha José Francisco Bermúdez es destacado para tomar a Irapa y su
hermano Bernardo Bermúdez para dirigirse a Maturín, ciudad que toma mientras el
coronel Manuel Piar acude para fortalecer militarmente este estratégico punto
rico en ganadería y que abre el camino hacia los llanos. Surgen diferencias
entre ambos patriotas por cuestiones de mando y Bernardo se ve obligado a
regresar a Paria. Al penetrar en el
golfo desde los caños, es herido, apresado con su gente y conducido a
Yaguaraparo por la flotilla de Gavazo luego de un combate naval. Aquí en Yaguaraparo, controlado por
Zerbéris, según dicen algunos historiadores, fue fusilado ante la noticia de
que el General Bermúdez se dirigía al lugar para rescatarlo. El oficial Juan José Conde, no obstante, cuenta que un sargento español testigo le
confesó que fue asesinado con más de veinte puñaladas cuando se hallaba dormido
en el hospital. A raíz de este suceso
fueron muy frías las relaciones de Bermúdez y Piar, a quien responsabilizaba de la trágica muerte de su
hermano.
Piar se
hizo invencible en Maturín rechazando a
las columnas de 1.500 hombres comandadas por Remigio Bobadilla y Antonio
Zuazola el 20 de marzo de 1813, derrotando a Lorenzo Fernández de La Hoz el 11
de abril y al mismo Domingo Monteverde,
quien atribuía estos desastres a la ineptitud de sus oficiales. Pero se convenció que no se trataba de ineptitud sino que sus oficiales estuvieron
frente a un hombre que sabía utilizar, sus tropas, disponerlas y sorprender al enemigo.
Monteverde, seguro de si mismo y de la
superioridad de sus fuerzas, salió presuroso a combatir a Piar luego de la
siguiente arenga a sus dos mil soldados:
“Con la misma facilidad con que se disipa el humo al impulso del
viento, así desaparecerán los facciosos de Maturín por el valor y la fortaleza
de los soldados del Rey, a quienes tengo el honor de conducir a la victoria”.
El 25 de mayo se presentó
frente a Maturín e intimó a Piar la rendición de la plaza, pero Piar respondió:
“Los jefes, los soldados y el pueblo de Maturín están resueltos a
perecer defendiendo su libertad”.
Pero no perecieron porque el amor por la libertad los hizo fuertes. 300 jinetes en un ataque impetuoso y
desbastador fue suficiente para que los realistas se desbandaran y
huyeran. En poder de Piar quedaron 500
prisioneros, 5 cañones, numerosos fusiles, armas, pertrechos y 6 mil pesos en plata.
La liberación del Oriente quedó
sellada con la sublevación de Margarita el 3 de junio y la toma de Cumaná por Mariño el 2 de agosto (1813) luego de
diez asaltos. Ambos sucesos favorecidos por la escuadra de 15 buques al mando del
marino corso José Bianchi. Cinco
días después, Bolívar luego de una
formidable campaña desde Nueva Granada por todo el Occidente hará su entrada en
Caracas para anunciar el restablecimiento de la República de Venezuela. Pero la guerra continuó salvajemente en el
centro. El Libertador comprendió que
para hacer frente a los realistas era necesario la unidad de mando y la
cooperación de las fuerzas de Oriente, pero Mariño durante meses se negó a
mandar refuerzos a Bolívar, aduciendo que cada jefe debía actuar separadamente. Al fin después de muchas súplicas, Mariño se
movió hacia el centro con 3.500 hombres.
Meses antes y quizá para no
quedar subordinado a Bermúdez que seguía a Mariño en la jefatura de Oriente,
Manuel Piar había decidido cooperar con la campaña del Libertador y es así como
regresa a su vida de marino y organiza la primera escuadrilla de Venezuela con
la cual bate los buques enemigos entre Puerto Francés y Chuspa, 18 de noviembre
de 1813, y establece el bloqueo de Puerto Cabello, en combinación con el sitio
fijado por el Libertador. Pero no
obstante la cooperación de Mariño, la República no se salva porque las batallas
más importantes, como la de La Puerta, se pierden. Boves y Morales arrasan como un ciclón.
Los últimos reductos que le
quedan a los patriotas al término de la Segunda República son Cumaná controlada
por Mariño, la Plaza de Maturín bajo las ordenes de Bermúdez y Margarita bajo
la autoridad de Arismendi y adonde Piar se había trasladado con su
escuadrilla. Mariño convoca de urgencia
una Junta de Guerra a la que concurren Ribas, Valdés, Palacios, D´ Eluyar y
otros jefes para resolver si defendían o evacuaban la plaza. Se deciden por lo último no obstante la
oposición de los partidarios de Ribas.
Esa misma noche, 26 de agosto,
el comodoro José Bianchi, comandante de la escuadrilla de los patriotas, se
hace dueño absoluto de la situación, leva ancla y se da a la mar con el tesoro
de la Iglesia que se le había confiado para su resguardo y custodia.
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