domingo, 16 de junio de 2013

CAPITULO II / Piar de lleno en el combate


Maturín, donde Piar se consagró como gran guerrero

Como marino lucha a favor de la independencia de Haití – Ingresa como Alférez de Fragata al ejército patriota venezolano – Participa en el primer intento por recuperar la provincia de Guayana – Capitulación de Miranda – Exilio en Trinidad y firma la partida de nacimiento de la Segunda República – Diferencias con Bernardo Bermúdez – Invencible tres veces seguidas en Maturín.

            De manera que Gual y España sembraron en Piar las primeras ideas revolucionarias de los enciclopedistas franceses y las que debían servir de base en un proceso de lucha emancipadora de las Antillas y Venezuela.

            De nuevo en su isla y prácticamente extrañado de La Guaira por los sucesos de 1797, acompaña a su padre en algunos viajes por las islas neerlandesas y  en 1804 se alista como miliciano de la Guardia Nacional que en Curazao combatió contra los ingleses empeñados en la conquista de las colonias holandesas.  De aquí pasa a Haití, envuelta en una guerra de independencia comandada por el general Dessalines  El comando revolucionario lo pone al frente de un buque de guerra, el cual coadyuvó en un frente contra las tropas francesas del general Leclere enviado por Napoleón luego que el negro Toussaint Louverture terminó apoderándose de la isla.

            Pero su carrera militar en firme la inicia en Venezuela después de los sucesos del 19 de abril de 1810, ya declarada la Independencia, cuando acude a ponerse a la orden del proceso revolucionario venezolano.  Entonces,  en calidad de Alférez de Fragata, es destinado al apostadero de Puerto Cabello, pero sólo llegó hasta Borburata, justo cuando los españoles, presos en el castillo de aquella plaza, se sublevaron y apoderaron de ella.  En seguida se dirigió a la Provincia de Cumaná y Barcelona donde unido con el Coronel Bernado Bermúdez y auxiliado por el señor Manuel de Freites, siguió sirviendo con el carácter de jefe. al mando de una lancha cañonera que luego pasará a formar parte de la escuadra destacada para  recuperar a la Provincia de Guayana que tras respaldar el 11 de mayo de 1810 a la Junta Suprema de Caracas había sido objeto de un golpe contrarrevolucionario por parte del jefe de la guarnición coronel Matías Farreras, quien terminó restaurando las relaciones de obediencia a la Regencia peninsular.

            La expedición para recuperar a Guayana se organizó  por tierra y mar. La de tierra al mando de Francisco González Moreno y Francisco Javier Solá, españoles ambos al servicio de la República y vecinos de Cumaná, quienes buscaban una brecha para invadir a la ciudad de Angostura desplazándose entre Barrancas, Santa Cruz del Orinoco, Caris, Santa Bárbara, El Pao y Soledad, y la de mar compuesta por una escuadrilla de 19 lanchas cañoneras al mando de Felipe Esteves y Juan B. Videau, apoyada desde Barrancas por 900 hombres al mando del coronel Manuel Villapol. La escuadrilla entró por el Caño Pedernales y no obstante haber cooperado eficazmente con las fuerzas de tierra; fue derrotada en Sorondo, en las inmediaciones de Guayana La Vieja, el 26 de marzo de 1812, por la escuadrilla realista comandada por José de Chastre  que aprovechó la conmoción de un terremoto que sacudió a Guayana y gran parte de Venezuela, acentuadamente Caracas, originando un contratiempo terrible y fatal al proceso republicano..  Las tropas de González Moreno y Solá se dispersaron a causa del sacudimiento y numerosos efectivo como oficiales fueron atacados y hechos prisioneros.

            Francisco Javier Yánez, en su Historia de la Provincia de Cumaná, dice que el general González Moreno  ¨se presentó el 26 al frente de la ciudad de Angostura con fuerzas muy superiores, y cuando se debía cantar victoria, se dispersa su ejercito en términos que los invadidos hicieron más de 500 prisioneros, los cuales se remitieron a Puerto Rico y otros puntos, siendo constante que ninguno de ellos  volvió a respirar el aire libre que la naturaleza concede a todos los vivientes sino los que prestaren homenaje a la tiranía, o pudieron escaparse de las garras de los opresores.  Se quiso después hacer valer en esta empresa el sacudimiento de tierra que se experimentó en el mismo día; mas si algo pudo influir en ella, debió ser contra los invadidos, jamás contra los que atacaban con fuerzas superiores y tenían en sus manos el triunfo.  Los jefes Moreno y Solá fueron puestos en juicio por orden del generalísimo Miranda y es sabido que su resultado hubiera sido bien desfavorable, principalmente a Solá, convencido de traidor, cuyo concepto se ha confirmado después por su conducta, pues los españoles no sólo le perdonaron, sino que le premiaron como fiel servidor de su Rey”.

            El  fracaso de los patriotas en Guayana agravó la situación general del país al sumarse el avance de las tropas de Monteverde desde Coro.  El Congreso debió reunirse de emergencia en Valencia y el gobierno dispuso que los restos de las tropas que habían ido en expedición  y aun se mantenían en las fronteras de Guayana bajo el mando de Manuel Villapol,  se retirasen a Maturín hasta segunda determinación.

            Al final las fuerzas de Monteverde salieron airosas al perder Bolívar la Plaza de Puerto Cabello.  Miranda se vio obligado a firmar una capitulación en San Mateo el 25 de julio de 1812 mientras la alta oficialidad al ver perdida la República buscó refugio en las Antillas y Nueva Granada.  En  Trinidad se exiliaron Santiago Mariño, Manuel Piar, José Francisco Bermúdez, Agustín Armario, José Maria Hermoso, Manuel Valdés, Juan Bautista  y Nicolás Cova, Joaquín Vallenilla, José Francisco Ascue, Bernardo Bermúdez, Juan Bautista Videau, José Leonardo Brito Sánchez, José de la Paz Valdés, entre un total de 45 jefes y oficiales del ejército republicano, que se reunió en el islote de Chacachacare y levantó un acta comprometiéndose bajo las órdenes de Santiago Mariño a reanudar la lucha invadiendo de inmediato por Güiria y a partir de allí reconquistar las posiciones perdidas.

            El acta de Chacachcare, designada por el historiador Parra Pérez como la partida de nacimiento de la llamada Segunda República, se contrae a lo siguiente “...cuarenta y cinco emigrados nos hemos reunidos en esta hacienda, bajo los auspicios de su dueña, la magnánima señora Concepción Mariño, y congregados en su consejo de familia, impulsados por un sentimiento de profundo patriotismo, resolvemos expedicionar sobre Venezuela, con el objeto de salvar esa Patria querida, de la dependencia española”. .

            La expedición, reforzada con negros esclavos y reclutas, se apoderó de Güiria y sobre la marcha José Francisco Bermúdez es destacado para tomar a Irapa y su hermano Bernardo Bermúdez para dirigirse a Maturín, ciudad que toma mientras el coronel Manuel Piar acude para fortalecer militarmente este estratégico punto rico en ganadería y que abre el camino hacia los llanos. Surgen diferencias entre ambos patriotas por cuestiones de mando y Bernardo se ve obligado a regresar a Paria.  Al penetrar en el golfo desde los caños, es herido, apresado con su gente y conducido a Yaguaraparo por la flotilla de Gavazo luego de un combate naval.   Aquí en Yaguaraparo, controlado por Zerbéris, según dicen algunos historiadores, fue fusilado ante la noticia de que el General Bermúdez se dirigía al lugar para rescatarlo.  El oficial Juan José Conde, no obstante,  cuenta que un sargento español testigo le confesó que fue asesinado con más de veinte puñaladas cuando se hallaba dormido en el hospital.  A raíz de este suceso fueron muy frías las relaciones de Bermúdez y Piar, a quien  responsabilizaba de la trágica muerte de su hermano.

            Piar se hizo invencible en  Maturín rechazando a las columnas de 1.500 hombres comandadas por Remigio Bobadilla y Antonio Zuazola el 20 de marzo de 1813, derrotando a Lorenzo Fernández de La Hoz el 11 de abril y al mismo  Domingo Monteverde, quien atribuía estos desastres a la ineptitud de sus oficiales.  Pero se convenció que no se trataba de  ineptitud sino que sus oficiales estuvieron frente a un hombre que sabía utilizar, sus tropas, disponerlas  y sorprender al enemigo.

 Monteverde, seguro de si mismo y de la superioridad de sus fuerzas, salió presuroso a combatir a Piar luego de la siguiente arenga a sus dos mil soldados:  “Con la misma facilidad con que se disipa el humo al impulso del viento, así desaparecerán los facciosos de Maturín por el valor y la fortaleza de los soldados del Rey, a quienes tengo el honor de conducir a la victoria”.

El 25 de mayo se presentó frente a Maturín e intimó a Piar la rendición de la plaza, pero Piar respondió: “Los jefes, los soldados y el pueblo de Maturín están resueltos a perecer defendiendo su libertad”.  Pero no perecieron porque el amor por la libertad los hizo fuertes.  300 jinetes en un ataque impetuoso y desbastador fue suficiente para que los realistas se desbandaran y huyeran.  En poder de Piar quedaron 500 prisioneros, 5 cañones, numerosos fusiles, armas,  pertrechos y 6 mil pesos en plata.

La liberación del Oriente quedó sellada con la sublevación de Margarita el 3 de junio y la toma de Cumaná  por Mariño el 2 de agosto (1813) luego de diez asaltos.  Ambos sucesos favorecidos  por la escuadra de 15 buques al mando del marino corso José Bianchi.  Cinco días  después, Bolívar luego de una formidable campaña desde Nueva Granada por todo el Occidente hará su entrada en Caracas para anunciar el restablecimiento de la República de Venezuela.  Pero la guerra continuó salvajemente en el centro.  El Libertador comprendió que para hacer frente a los realistas era necesario la unidad de mando y la cooperación de las fuerzas de Oriente, pero Mariño durante meses se negó a mandar refuerzos a Bolívar, aduciendo que cada jefe debía actuar separadamente.  Al fin después de muchas súplicas, Mariño se movió hacia el centro con 3.500 hombres.

Meses antes y quizá para no quedar subordinado a Bermúdez que seguía a Mariño en la jefatura de Oriente, Manuel Piar había decidido cooperar con la campaña del Libertador y es así como regresa a su vida de marino y organiza la primera escuadrilla de Venezuela con la cual bate los buques enemigos entre Puerto Francés y Chuspa, 18 de noviembre de 1813, y establece el bloqueo de Puerto Cabello, en combinación con el sitio fijado por el Libertador.  Pero no obstante la cooperación de Mariño, la República no se salva porque las batallas más importantes, como la de La Puerta, se pierden.  Boves y Morales arrasan como un ciclón.

Los últimos reductos que le quedan a los patriotas al término de la Segunda República son Cumaná controlada por Mariño, la Plaza de Maturín bajo las ordenes de Bermúdez y Margarita bajo la autoridad de Arismendi y adonde Piar se había trasladado con su escuadrilla.  Mariño convoca de urgencia una Junta de Guerra a la que concurren Ribas, Valdés, Palacios, D´ Eluyar y otros jefes para resolver si defendían o evacuaban la plaza.  Se deciden por lo último no obstante la oposición de los partidarios de Ribas.

Esa misma noche, 26 de agosto, el comodoro José Bianchi, comandante de la escuadrilla de los patriotas, se hace dueño absoluto de la situación, leva ancla y se da a la mar con el tesoro de la Iglesia que se le había confiado para su resguardo y custodia.



 

           
           

            

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