El General Manuel Piar derrota al Capitán Lizarraga frente a las Fortalezas de
Guayana – Nombra al Pbro. José Félix Blanco administrador general de las
Misiones - Ocupa el pueblo de Puga –
Destroza las fuerzas de Torrealba a una legua de Puga - Hace contacto con el
Coronel Santander, comisionado de Páez ante el Libertador - Fuerza naval
improvisa Piar contra apostaderos – Surgen problemas entre el Padre Blanco y
Comandantes de los pueblos del interior – Refuerzos provenientes de San
Fernando al mando del Brigadier Miguel de La Torre desembarcan en Angostura -
Piar ejecuta movimientos para un enfrentamiento definitivo contra el enemigo.
El General Manuel Piar ha marchado desde Upata. El día 23 de Febrero se sitúa frente a las
Fortalezas el Padrastro y San Francisco de Guayana la vieja y ordena un
reconocimiento de la zona tras lo cual sus tropas avanzan hasta la orilla del
pueblo. Pero una partida de fusileros
destacada desde su puesto de observación por el Capitán Lizarraga, comandante
de las tropas de las fortalezas, intercambia disparos con los Dragones de la
Guardia de Piar. Luego intervienen los
demás escuadrones y la escaramuza se extiende y complica por espacio de una hora
con desastrosos resultados para el enemigo y apenas varios caballos heridos de
los patriotas. Piar, en comunicación a Cedeño, estimó las pérdidas en 300
hombres, más de cien lanzas, todas sus
carabinas, un estandarte, dos cajas de guerra y unos 600 caballos.
De
acuerdo con la información arrancada a los prisioneros, en las Fortalezas no
quedaban más de 100 soldados de infantería, por lo que Piar resolvió dejar en
la línea de asedio al Escuadrón Chaviripa al mando de Pedro León Torres,
mientras él se retiraba con el resto de la tropa a la villa de Upata, donde se
proponía elaborar un plan de guerra
conforme a las noticias que estaba recibiendo de Cedeño.
Las
noticias sobre el enemigo del otro lado le confirman en la necesidad de
reconcentrar todos los recursos en la brevedad posible. En ese sentido instruye
a Cedeño para que mande un oficial a Caicara
con el encargo y tomando las más severas y estrictas prevenciones, de
traer todos los caballos y mulas disponibles
a más tardar dentro de 20 días.
Asimismo, pide a Cedeño comisione al Capitán Albarran para que se dirija
a La Paragua a objeto de reclutar gente
para el ejército con la condición de que si logra 150 hombres a la brevedad
lo hará Teniente coronel y le dará el mando del Escuadrón. También le exige que los caballos empotrados
en los hatos Ferranero y San Felipe sean enviados de inmediato junto con el
hospital.
Antes
de dirigirse a Upata, Piar decide el mismo día pasar por Puga y sólo encuentra
una avanzada de seis hombres que servían de espía al enemigo. De éstos fueron apresados tres que informaron
sobre el estado y fuerza de Guayana y que el Comandante José Torrealba se
hallaba con 400 hombres de caballería apostados como a una legua de
distancia Sorprendido por esta
información, Piar resuelve marchar inmediatamente a destruir al enemigo y toma
las medidas necesarias para una sorpresa que, aunque no se pudo lograr a causa
de dos avanzadas y lo malo del camino, no dejó de ser exitosa, de suerte que
sólo siete hombres pudieron entrar en las fortalezas y el resto, unos 150, se
lanzaron en una laguna. En estas dos
refriegas destacaron por su valor Pedro León Torres, comandante del escuadrón
Chaviripa; Pedro Hernández, comandante de los Carabineros; Márquez, comandante
de los Dragones de honor y el Comandante de Minas.
El
2 de marzo llegan informaciones a Upata, según las cuales las partidas
destacadas en los pueblos del interior de Guayana están cometiendo robos y
tropelías, por lo que el General Piar oficia al Pbro. José Félix Blanco,
Vicario del Ejército y Comisionado de las Misiones, para que le ponga freno a
la situación y prenda y remita a su Cuartel General cuantos cometan excesos,
bien sean oficiales, soldados o paisanos.
Francisco
de Paula Santander, comisionado por Páez desde Apure para entrevistase con el
Libertador y tratar de lograr recursos, informa a Piar de ciertas dificultades
que lo retienen para atravesar el Orinoco.
Piar le contesta lo satisfactorio que sería para él que utilizara sus
facilidades y también el placer de conocerlo y tratar de oír de su boca detalles con respecto a la situación,
operaciones y probables sucesos del ejército de Apure, detalles indispensables
para hacerse una opinión y poder calcular exactamente la especie y cantidad de
socorros que se le piden.
Piar
ha mudado su cuartel general de Upata a San Miguel, cercano a Las Fortalezas,
y el 12 de marzo, a través del servicio
secreto, recibe noticias de Angostura según las cuales el Coronel Nicolás
Ceruti ha destituido a Lorenzo Fitz Gerald y asumido la Gobernación y jefatura
militar de la Provincia. Asimismo que el
Coronel Salvador Gorrín vendría de vuelta a reforzar esa plaza. Ante tales temores y sabiendo de antemano que
estos oficiales son inclinados a la sorpresa, previene al General de Brigada
Manuel Cedeño para que tome precauciones y esté constantemente alerta. Al mismo tiempo le advierte que “tenemos
en nuestras manos la victoria se obramos como debemos, y sería una imprudencia
imperdonable exponernos a que se nos escape.
Inmediatamente que US tenga parte de que vienen tropas enemigas por
tierra, avíseme volando, para correr a reforzarlo. Esta línea puede quedar cubierta por una
pequeña parte de las fuerzas empleadas hoy en el sitio; y el resto del ejército
está expedito para ir a decidir la victoria allá”.
El
problema que preocupaba a Piar para su guerra era la falta de una flota
adecuada para controlar el paso de buques por el Orinoco y, a fin de resolverlo
de alguna manera, habilitó a través del Coronel Chipía 16 curiaras con las que
empezó a hacer el corso. Por este medio,
a menos que se tratara de un convoy, pensaba obstruir la comunicación entre
Angostura y las Fortalezas . Otro
crucero pensaba establecer en Piacoa para impedir la subida de los buques de
fuera y pidió a Cedeño estableciera otro en la zona de Marhuanta. El día 13 fue
su debut en el puerto de San Miguel, capturaron una goleta, pero el 14 se les
pasó una lancha aunque pudieron apresar una piragua. Entre tanto varios artesanos trabajaban en la
fabricación de embarcaciones. El 26 de marzo echaron al río una gran
piragua de 18 varas porque la idea era lograr una fuerza considerable en el río
y poder empezar a obrar ofensivamente contra los apostaderos enemigos para
cortarles totalmente las comunicaciones.
Piar
pensaba en todo y hasta contrató a un inglés para abrir una Pica que permitiera
establecer relación comercial con Demerara.
El encargado de hacer inspeccionar los trabajos era el Padre José Félix
Blanco, a quien Piar confirió amplias facultades para organizar y administrar los pueblos del
Departamento de Upata que entonces llegaba hasta aquellas fronteras con la
Guayana Británica. Pero Blanco no estaba
muy seguro del límite de sus facultades y
pidió reafirmación en el momento
que se le presentaron situaciones de desbordamiento en algunos pueblos y
reclamos tanto de los criollos como de los indios con relación a las bestias
que necesitaban para las faenas del campo.
Piar, en oficio del 18 de marzo desde San Miguel, le responde que está plenamente autorizado para reprimir
las licencias, cortando los abusos y conteniendo los excesos, arbitrariedades e
injusticias; y, en cuanto a los caballos que se necesiten para el trabajo de
los hatos, puntualizaba que podían “extraerse de los potreros, pero
limitadamente los muy indispensables, para que no se pierda la hacienda, y con
la precisa prevención a los mayordomos, a quienes se entreguen, para que no lo
sirvan sino cuando sea de absoluta necesidad: de resto los potros y yeguas
suplen. De este modo evitaremos la
pérdida de las haciendas, y se conservarán los caballos en estado de emplearse
cuando se necesiten en el ejército. Con
respecto a los que pertenecen a los Indios, yo creo que ellos no quedarán
disgustados si se les indemniza con yeguas o ganado que puede dárseles sin
dificultad. Examine VS sus voluntades,
interesándose por decidirlos al cambio.
Obre con toda liberad”.
Otro problema del que se quejaba el Padre Blanco
era que algunos Comandantes político-militares de los pueblos del interior,
como el Comandante Alonso Uzcátegui en La Pastora, que al igual que él había venido con
pasaporte de Páez, no admitían o acataban a regañadientes su autoridad. En el caso específico del trujillano
Uzcátegui, Piar le responde: que este comandante “ sin duda ha entendido
mal su comisión; pero yo espero que reconvenido por VS con esta nueva orden
entrará en su deber. Yo le recomiendo
que esto se haga del modo más amigable, si es posible, y que continúe en el
ejercicio de sus funciones sin detenerse por nada. Ellas son muy interesantes y su suspensión,
por momentánea que sea, trae graves perjuicios a la República”.
Por otra
parte, Piar resuelve poner el mando militar del pueblo de Caruachi en manos del
capitán Juan Camero, a quien instruye de las mismas obligaciones que al
anterior y con mucha particularidad le encarga el cuidado de los capuchinos y
demás europeos que allí se encuentran a la vez que lo previene en el sentido de
que la seguridad y vigilancia sobre la conducta de estas personas son de la su
entera responsabilidad.
Para el día 28
las líneas militares de Piar estaban sin novedad en el frente y según noticias
de desertores que llegaban del otro
lado, en las Fortalezas se había agotado la existencia de carne y en Angostura
la situación de hambre era crítica y pensaban que se pondría más crítica con la
pronta llegada de los refuerzos que el Jefe Militar Ceruti había pedido a
Morillo, quien se hallaba en San
Fernando de Apure.
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