En una proclama al siguiente
día de su fusilamiento, Bolívar explica a los soldados de la Republica el
porqué de la muerte de Piar – Emprende reorganización de los comandos del
ejército – Ratifica la orden de aprehensión contra Mariño – Se prepara para
marchar hacia el Centro donde fracasa al final – Instituye el Consejo de Estado
- Mariño asume una actitud recia y al
Jefe Supremo no le queda más alternativa que zanjar las diferencias y aceptarlo
de nuevo en el Gobierno de la República.
Al día siguiente del
fusilamiento, Simón Bolívar, Jefe Supremo de la República de Venezuela, dirige
una Proclama a los soldados del ejército libertador, expresando su dolor por la
ejecución de que fue objeto el General en Jefe Manuel Piar, por crímenes de
lesa patria, conspiración y deserción:
Ayer
ha sido un día de dolor para mi corazón. El general Piar fue ejecutado por sus
crímenes de lesa patria, conspiración y deserción. Un tribunal justo y legal ha
pronunciado la sentencia contra aquel desgraciado ciudadano, que embriagado con
los favores de la fortuna, y por saciar su ambición, pretendió sepultar la
patria entre sus ruinas. El general Piar, a la verdad, había hecho servicios
importantes a la República, y aunque el
curso de su conducta había sido siempre el de un faccioso, sus servicios fueron
pródigamente recompensados por el Gobierno de Venezuela.
Nada
quedaba que desear a un jefe que había obtenido los grados más eminentes de la
milicia. La segunda autoridad de la República, que se hallaba vacante de hecho,
por la disidencia del general Mariño iba a serle conferida antes de su
rebelión; pero este general, que sólo aspiraba al mando supremo, formó el
designio más atroz que puede concebir una alma perversa. No sólo la guerra
civil, sino la anarquía y el sacrificio más inhumano de sus propios compañeros
y hermanos se había propuesto Piar.
Soldados!
Vosotros lo sabéis. La igualdad, la libertad, y la independencia son nuestra
divisa. ¿La humanidad no ha recobrado sus derechos por nuestras leyes? Nuestras
armas no han roto las cadenas de los esclavos? La odiosa diferencia de clases y
colores no ha sido abolida para siempre? Los bienes nacionales no se han
mandado repartir entre vosotros? La fortuna, el saber y la gloria no os
esperan? Vuestros méritos no son recompensados con profusión, o por lo menos
con justicia? Qué quería, pues el general Piar para vosotros? No sois iguales,
libres, independientes, felices y honrados? Podía Piar procuraros mayores
bienes? No, no, no. El sepulcro de la República lo abría Piar con sus propias
manos, para enterrar en él la vida, los bienes y los honores de los bravos
defensores de la libertad de Venezuela, de sus hijos, esposas y padres.
El
cielo ha visto con horror este cruel parricida. El cielo lo entregó a la
vindicta de las leyes. El cielo ha permitido que un hombre que ofendía a la
divinidad y al linaje humano no profanase más tiempo la tierra que no debía
sufrirlo un momento después de su nefando crimen.
Soldados!
El cielo vela por nuestra salud, y el Gobierno que es vuestro padre sólo se
desvela por vosotros. Vuestro jefe, que es vuestro compañero de armas, y que
siempre a vuestra cabeza ha participado de vuestro peligros y miserias, como
también de vuestro triunfos, confía en vosotros. Confiad pues, en él, seguros
de que os ama más que si fuera vuestro padre o vuestro hijo. Cuartel general en Angostura, octubre 17 de
1817.-
El
Libertador envía esta Proclama a todos los Jefes militares de Oriente y los
Llanos al siguiente día del fusilamiento de Piar. Entonces suponía a Mariño en Chacachacare o
Güinimita y creía estar seguro de su aprehensión en cualquier lugar de la
Provincia de Cumaná, una vez que el General José Francisco Bermúdez se
encargara como Gobernador Comandante General de la Provincia y el Coronel José
Antonio Sucre, Jefe del Estado Mayor.
Ese mismo día destina al General Pedro León Torres a tomar el mando de
toda la infantería de la División que comanda el General Pedro Zaraza y él
mismo hace saber la decisión de Cedeño a favor del Coronel Francisco Carmona
para que se encargue del mando de las fuerzas de Aragua de Maturín reunidas con
las acantonadas en Cumanacoa y las que obraban en partidas de guerrillas, “por la conducta que ha manifestado
desde el suceso de Aragua”. Una
vez que Bermúdez asumiera el mando desde
Maturín, Cedeño debía restituirse a
Guayana para asumir la Gobernación de la provincia y el General Andrés Rojas
reconocer y prestar obediencia al General Bermúdez.
El Libertador recomendó a Sucre antes de
marcharse aplicara en el caso de Mariño más la política que la fuerza. “Así pues encargo a Vd infinito que
mueva todos los resortes del corazón humano, para someter al gobierno los
disidentes que el general Mariño ha extraviado”. Sucre
llegó por la noche del 17 de octubre a Maturín. Nada sabía de Mariño, pero pide una flechera
al Libertador para tratar de hacer contacto con él pues “no dudo que se
convendrá al orden no teniendo otro arbitrio sino ese o el de ser un
guerrillero en los montes de Güiria, y aun en ellos se dice que lo han
atacado. Será sensible que le suceda un
mal, o que pierda 300 hombres que había reunido en Güinimita”.
Bermúdez viajó a Maturín a finales de Octubre y desde
Cumanacoa el 30 informa al Gobierno que ya ha tomado el mando de la División.
Mariño reacciona y el 7 de noviembre escribe oficialmente al Jefe Supremo,
desde Punceles, quejándose de tal decisión. El Libertador le responde “V.E.
sabe las causas extraordinarias que han motivado una medida tan importante al
restablecimiento del orden y del legítimo Gobierno en la provincia de
Cumaná. Son tan notorias, tan crueles y
lamentables las causas que han separado de la República de Venezuela la parte
de la provincia que V. E. mandaba, que yo no podría recordarla sin sentimientos
dolorosos, que estoy resuelto a calmar.
El
señor General Bermúdez está legítimamente nombrado Gobernador Comandante
General de la provincia de Cumaná. Este
nombramiento no puede ser revocado porque es justo, porque es útil y porque es
necesario.
V
E debe haber recibido la orden de venir a mi cuartel general y V E confiesa
haber resido esta orden. VE debe venir
cerca del Gobierno a prestar nuevo juramento de obediencia y fidelidad ya que
VE faltando a sus más sagradas obligaciones estableció y juró un intruso
Gobierno.
Es
indispensable que la autoridad suprema se asegure de un modo solemne y legal de
la fidelidad de VE; de otro modo la República jamás podrá contar con el ejemplo
de la disidencia y así a VE toca dar los más brillantes ejemplos de adhesión,
fidelidad y obediencia al Gobierno de a República.
Yo
ofrezco a VE a nombre de la República un
olvido absoluto por su antigua disidencia de
la autoridad suprema, con tal que vuestra excelencia sometiéndose
ciegamente a las disposiciones del gobierno ejecute sin restricción alguna sus órdenes y ponga inmediatamente sus
tropas que actualmente le obedecen a las
órdenes del general de División J. Francisco Bermúdez. Si VE contra toda probabilidad resistiese a
dar cumplimiento a esta disposición, VE no será más tenido como ciudadano de
Venezuela, y así como un enemigo público.
Siempre
que VE esté determinado a abandonar su patria y dejar el servicio de la
República, VE podrá por los medios regulares pedir el permiso de hacerlo y el Gobierno
no tendrá inconveniente en conceder a VE esta gracia. Dios guarde a VE muchos años. Simón Bolívar”.
Bolívar pone en cuenta a
Bermúdez de esta carta y lo instruye: “si el señor General Mariño pone a
las órdenes de VS sus tropas como lo ordeno, y marcha inmediatamente a este
cuartel reconociendo a la autoridad suprema, vuestra señoría lo tratará con
toda la distinción debida a su grado. Si
se porta como un enemigo, VS lo tratará como tal...”
Un
día antes, Bolívar había decidido instituir el Consejo de Estado para abdicar
la autoridad suprema y para que la República fuese gobernada según las bases de
la política moderna, cuyos principios capitales son la división y el equilibrio
de los poderes. Al efecto congregó en el
palacio de Gobierno en Angostura a los patriotas Brión, Zea, Soublette,
Anzoátegui, Tomás Montilla (Gobernador
de la plaza) Peñalver, Antonio Díaz, Conde, Olivares, Lecuna y otros y les
manifestó el estado de la República y que existiendo solo el Poder Ejecutivo,
era indispensable establecer el Legislativo y el Judicial. Luego de un discurso
terminó nombrando los presidentes y miembros de las secciones del consejo de
Estado, por el orden siguiente:
Estado
y Hacienda: Zea, Presidente; Fernando Peñalver, José María Ossa y Vicente
Lecuna, vocales.
Marina
y Guerra: Brión, Presiente; Cedeño, T. Montilla, Pedro Hernández y
Francisco conde, vocales.
Interior
y Justicia: Dr. Juan Martínez, presidente; Luis Peraza, José España y
Antonio José Betancpurt, vocales.
El
20 de noviembre, Bolívar se ausenta de Angostura para marchar con tres
batallones sobre San Diego de Cabrutica y de allí emprender ofensiva contra
Morillo que trata de fortificarse en Calabozo. No quería hacerlo sin que antes
llegara el General Manuel Cedeño a
encargarse de la Gobernación. Cedeño
recibe de palabra y por escrito, las instrucciones relativas a Guayana y al
Gobierno que se le ha confiado. Antes de
viajar, el flamante Gobernador le regala a Bolívar un bonito caballo mosqueado
y Bolívar aprovecha recomendarle a la familia del Mayor Pedro Correa para que
le pasen seis rciones diariamente y una a su hermana la ciudadana María de
Jesús Silva. Previene asimismo al
comandante del batallón de la plaza que no reclute al joven Miguel Orta, pues
es el único apoyo de esa familia.
El
General Manuel Cedeño tras asumir el mando de la Provincia, lanzó el 23 de
noviembre de 1817 una Proclama a los habitantes de Guayana jurando defenderla a
todo trance “conservarla y derramar la última gota de sangre, antes que
permitir que los bárbaros españoles vuelvan a poner sus pies en este bello país
que la República ha declarado libre, y abrazado en su seno”.
“Guayaneses! Vosotros me conocéis: vosotros me habéis
acompañado cuando sólo era seguido de un corto número de republicanos, que sin
recursos, sin armas, sin municiones, y sin apoyo, buscaban conmigo el enemigo y
su destrucción o la muerte. Entonces
dueños los españoles de casi toda la provincia y de las dos ciudades, parecía
temeraria nuestra empresa, pero la constancia, el sufrimiento y el valor
triunfaron, y los obstáculos invencibles fueron superados por nosotros. La conservación de Guayana debe ser vuestra,
así como lo ha sido el exterminio de los tiranos. Yo no veo alrededor de mí sino compañeros de
armas, a quienes he conocido en el campo del honor, y a quienes he visto
distinguirse en multitud de combates. Yo
cuento con vosotros, como con mis mejores amigos. Yo desempeñaré las funciones de Jefe
Magistrado y Padre de los fieles a la República. Guayaneses!
Estad tranquilos en vuestras casas, continuad las funciones de la vida
civil y doméstica, como antes, y gozad de las ventajas que os proporciona un
Gobierno, justo, legal y moderado”.
Cuatro
días después, el 27 de noviembre, el Gobernador Cedeño se extralimita en sus
funciones y decreta un indulto del que tiene noticias el Libertador y desde San
Diego envía un oficio al Gobernador y Comandante de Guayana manifestando su
desagrado, desaprobando el tal indulto que ordena recoger. Por oficio separado
de la misma fecha –3 de diciembre- dispone medidas de detención y privación de
comunicación contra el Canónigo José Cortés de Madariaga en caso de que
acogiéndose al indulto se presente por algún puerto del territorio libre. Bolívar le atribuye “los dolorosos males que
nos agitaron los meses pasados y que
vinieron a turbar el orden y a trastornar el Gobierno establecido en la
República”.
En
San Diego, Bolívar recibe la noticia del descalabro de las tropas de Zaraza en
La Hogaza frente a las de Morillo y resuelve retornar a Angostura, su centro de
operaciones, para continuar estructurando la campaña del centro. El 11 de diciembre ya está en la ciudad y
comisiona al oficial del Estado Mayor General José Francisco Sánchez para terminar
de zanjar las diferencias con el General Santiago Mariño, pero éste no será
bien recibido. Bolívar proyecta marchar
al Bajo Apure a reunirse con Páez para
desde allí abrir operaciones contra Morillo.
Bermúdez debe enviar 300 hombres para reforzar los Castillos de Guayana
y él, por su parte, venir con otros tantos para reforzar la Plaza de Angostura
por la vía de Soledad, toda vez que Cedeño acompañará al Libertador en la
campaña.
El
General Bermúdez se trasladó tan pronto como le fue posible y permaneció en
Guayana hasta el 14 de abril de 1818, para esa fecha la Campaña del Centro
emprendida por el Libertador había sido un ruidoso fracaso y desde Apure Bolívar retornó a la Angostura
para darle otro giro a la guerra.
Bermúdez, una vez cumplida su
misión en Angostura, embarcó de regreso
por el puerto de los Castillos con destino a la Provincia de Cumaná. Al día siguiente llegó a Barrancas y luego a Tabasca, donde se unió
al Cuerpo de Dragones que custodiaban bestias que habían pasado el
Orinoco y así fue avanzando hasta el río el Tigre, luego Maturín y Chaguaramal,
organizando sobre la marcha toda una División que se encontró con el obstáculo
de Mariño quien se hallaba en San Francisco con 400 hombres en armas y les
impedía pasar hasta Cumanacoa. Mensajes
iban y respuestas venían. Mariño
anunciaba “resistir con la fuerza a la fuerza si se daba un paso a Cumanacoa, sin arreglar
antes los embarazos que se presentaban”. Mariño invitaba a Bermúdez ofreciendo su
influencia para calmar la agitación de dichas tropas y proponía tomar medios,
para obrar juntos contra el enemigo.
Bermúdez comisionó a Sucre para que fuese directamente a transar con
Mariño las dificultades que hiciese posible su paso a Cumaná que era su objeto. Dice Sucre que “el 4 en la tarde llegué
a la avanzada de las tropas del señor General Mariño, a dos leguas de este
punto, en donde fui detenido, y allí se me recibió por dicho señor. Para contestarme convocó una junta de guerra,
en la cual auque él manifestó buena fe y obediencia al gobierno, los jefes que
la componían indicaron ideas faccionarias...” Al final hubo un acuerdo,
que el señor general Mariño marchase a ocupar Cariaco, y dirigiese sus
operaciones hacia la costa por donde esperaría las órdenes que el Jefe Supremo le remitiese al señor Comandante
General, y que éste, con la División se moviese a Cumaná, y entre tanto se
diese parte al gobierno para sus deliberaciones.
Al
final, Bolívar termina persuadido por Bermúdez y Sucre de la necesidad de
aceptar las condiciones de Mariño que ya se estaba haciendo fuerte de nuevo en
Oriente. Escribe y pide a Bermúdez el 15
de junio de 1818, que “considerando el modo útil y honroso de terminar
las diferencias que desgraciadamente han existido en esa provincia, he resuelto
que la división de vuestra señoría venga
inmediatamente a formar parte de un gran ejército que, a las órdenes de usted va a levantarse
entre las provincias de Barcelona y Caracas... Mientras tanto el general
Mariño tomará el mando de esa provincia
y pondrá, según me ofrece, 2.000 hombres sobre las armas”.
De
esta manera quedan zanjadas las diferencias del Jefe Supremo con el General Santiago Mariño y de hecho
incorporado de nuevo con su grado de General en Jefe y de comandante general
del ejército de Oriente. Pero no se quedará tranquilo. Vendrá al Congreso de Angostura y desde allí
tramará un golpe de Estado contra Francisco Antonio Zea para sustituirlo por
Juan Bautista Arismendi, mientras Bolívar se hallaba luchando por la libertad
de Nueva Granada.
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